El final de un espejismo
REAGAN SE desmorona. Con la ¨®ptica de hoy, parece imposible que contin¨²e dos a?os presidiendo Estados Unidos con un equipo acosado, desprestigiado. Uno de esos dos a?os ser¨¢ decisivo para su partido, el de los caucuses y las preelecciones, hasta llegar a las convenciones nacionales. Pero ¨¦sa es s¨®lo una parte del problema. La mayor es que no puede seguir conduciendo la pol¨ªtica, velozmente cambiante, en su pa¨ªs. Hasta el punto de que puede pensarse que ese cambio de pol¨ªtica lo ha hecho repentinamente inservible.No es la primera vez que sucede: un cambio brusco de pol¨ªtica mat¨® a Kennedy y retir¨® a su vicepresidente, Johnson; otro produjo el impeachment de Nixon. La pregunta ser¨ªa: ?qui¨¦nes deciden los cambios con tanta fuerza como para llevarse por delante toda la Casa Blanca? Eisenhower denunci¨® al final de su presidencia el complejo militar-industrial que sobregobernaba el pa¨ªs. Desde entonces han pasado 30 a?os, una revoluci¨®n inform¨¢tica e informativa, unas ideaciones estrat¨¦gicas y econ¨®micas nuevas y la crisis global del Tercer Mundo. La fuerza centr¨ªfuga de lo que se llama aceleraci¨®n hist¨®rica se ha acumulado sobre todo en los primeros seis imperiales a?os de la presidencia de Reagan y lo ha desbordado. El p¨¦ndulo est¨¢ hoy en el lugar opuesto a donde estaba cuando se encaram¨® a ¨¦l, y no puede atraparlo. Tambi¨¦n hay precedentes. Carter quiso atrapar la corriente del conservadurismo popular -en el momento de la revoluci¨®n de Ir¨¢n y la captura de rehenes-, pero tarde. No tuvo tiempo de reconvertirse.
Tampoco lo tiene Reagan. La pol¨ªtica global ha cambiado, y el protagonista de la tragedia anterior no tiene capacidad para la nueva comedia. De otra forma no se explica que en tres meses el h¨¦roe r¨¢mbico haya podido convertirse en lo m¨¢s parecido a un fantoche. El calvario comenz¨® en octubre con la conferencia de Reikiavik (los precedentes del vergonzante cambio de esp¨ªas, la incapacidad para el an¨¢lisis de lo hablado en Islandia y los juegos sem¨¢nticos risibles para disfrazarlo todo), continu¨® con la derrota en las elecciones de medio t¨¦rmino en noviembre, y culmina con las ya tres agudas semanas de acoso en el Congreso, con la acogida a la Quinta Enmienda por sus colaboradores pr¨®ximos (la Quinta Enmienda fue desprestigiada y considerada como comunista y antiamericana, en la ¨¦poca de McCarthy, por personas entre las que estaba Reagan) y la negaci¨®n del Congreso a la inmunidad pedida por el presidente. El calvario va a seguir con el nombramiento del fiscal especial y las terribles semanas, quiz¨¢ meses, de interrogatorios, vistas p¨²blicas, acusaciones graves.
Se est¨¢n tratando de ver ya, para esta veloc¨ªsima ca¨ªda, problemas interiores al propio Ronald Reagan: la senilidad y las secuelas de la sordera, la falta de memoria, la inseguridad, el desvaimiento, una cierta incoherencia de arterioscier¨®tico. "Un caso humano", se dice. Pueden llegar a ser salidas para la situaci¨®n, pretextos que se acent¨²en despu¨¦s de la operaci¨®n de pr¨®stata, fijada para el d¨ªa 5 de enero; una retirada honrosa. Pero en realidad el tema es otro. La URSS no es la misma con Gorbachov, que est¨¢ adelantando, velozmente. El asunto Sajarov, que no ha sido indultado o amnistiado sino rehabilitado, situado en su trabajo en el Instituto de F¨ªsica Te¨®rica, en su puesto de la Academia de Ciencias -con sus privilegios: vivienda, dacha, autom¨®vil oficial-, y que al menos de momento puede seguir haciendo su campa?a de derechos humanos y pacifismo, no es solamente una clemencia, sino una toma de posici¨®n de Gorbachov, quiz¨¢ reflejo de un enorme cambio pol¨ªtico interno y externo. Por ¨¦l pasar¨ªa nada menos que una nueva efectividad en las conversaciones de desarme, a partir de un punto en que las zonas m¨¢s sensibles de Estados Unidos han observado que la pol¨ªtica del borde del abismo es profundamente peligrosa y pasa tambi¨¦n por la cuesti¨®n del Tercer Mundo vista como una revoluci¨®n propia, con motivos de zona, de regi¨®n y de clase social m¨¢s que de la vieja historia de la agitaci¨®n sovi¨¦tica. Est¨¢ la cuesti¨®n de la industrializaci¨®n suprema de Jap¨®n y la conversi¨®n del Pac¨ªfico en centro estrat¨¦gico del mundo; pero tambi¨¦n el despecho de Europa, dejada fuera de la progresi¨®n tecnol¨®gica y de la nueva estrategia, ofensivamente convertida por Reagan en una especie de campo para la nueva denominaci¨®n del terrorismo, que en la sem¨¢ntica de la Casa Blanca es ¨²nicamente la violencia que parte de los grupos ¨¢rabes y se expande por el Mediterr¨¢neo.
Estamos en el albor de una situaci¨®n internacional enteramente nueva -mejor o peor, es cuesti¨®n que s¨®lo se sabr¨¢ m¨¢s adelante- Am¨¦rica ha sido pillada desprevenida, con un presidente caduco, abandonado d¨ªa a d¨ªa por quienes antes lo aclamaban. Lo que le quede de mandato ser¨¢ la cr¨®nica de un desmoronamiento. Estados Unidos y Occidente tienen ahora derecho al miedo, pero no a quejarse. Reagan era el triunfo de un espejismo, imaginado y potenciado por quienes se aprovechaban de ¨¦l. Ser¨¢n los mismos que se encarguen ahora de recoger los vidrios rotos.
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