Filipinas se toma una tregua
EL ALTO el fuego entre el Gobierno de Manila y la insurrecci¨®n comunista filipina es el primer acuerdo general negociado en 18 a?os de hostilidades entre las partes. El per¨ªodo de tregua previsto es de 60 d¨ªas, de forma que se prolongue hasta m¨¢s all¨¢ de la celebraci¨®n del refer¨¦ndum de febrero con el que se quiere ratificar el mandato de la presidenta Coraz¨®n Aquino. Con su. eventual victoria en la consulta, Aquino pretende acallar a aquellos de sus adversarios que la acusan de actuar fuera de la legalidad constitucional. El respeto general de la tregua, pese a los inevitables incidentes sobre el terreno, es un ¨¦xito para la presidenta, que ha logrado por el momento dome?ar algunas tentaciones insurgentes del Ej¨¦rcito. Sin embargo, las perspectivas una vez que concluya la tregua siguen siendo dif¨ªciles para una consolidaci¨®n de la tentativa reformista de Aquino.La tregua es un fin antes que un medio para la presidencia filipina. Mantener un alto el fuego en las semanas que precedan a la consulta de febrero en fechas, por otra parte, muy significativas para una naci¨®n mayoritariamente cristiana como la filipina es la mejor propaganda pol¨ªtica. Pero, al mismo tiempo, parece claro que la estabilizaci¨®n democr¨¢tica pasa por una reconciliaci¨®n nacional que incorpore a la guerrilla a la vida pol¨ªtica. Seg¨²n la mayor¨ªa de los observadores occidentales, el comunismo guerrillero tiene mucho m¨¢s de protesta preindustrial contra el mal gobierno, la corrupci¨®n y la falta de justicia social, que de marxismo-leninismo pasado por la Universidad. En la propia Iglesia cat¨®lica, principal apoyo de la presidenta, parte de la jerarqu¨ªa ve a la guerrilla comunista como grey descarriada m¨¢s que como fuerza pol¨ªtica con originalidad propia. El proyecto de Aquino ser¨ªa, por tanto, el de consolidar su r¨¦gimen en la consulta de febrero, obtener una prolongaci¨®n de la tregua y lograr la deposici¨®n de las armas al menos de la facci¨®n moderada del Nuevo Ej¨¦rcito del Pueblo, principal fuerza guerrillera comunista. Un ¨¦xito de esta naturaleza reforzar¨ªa su posici¨®n ante las fuerzas armadas, cuya confianza es hoy imprescindible en Filipinas para sostenerse en el poder.
La guerrilla comunista, por su parte, dif¨ªcilmente pod¨ªa negarse a una tregua limitada por parecidas razones electorales a las de la presidenta, pero afronta las negociaciones actualmente en curso para llegar a un acuerdo pol¨ªtico con las m¨¢ximas reservas. Aqu¨ª es donde entra el tercer gran factor en juego: el Ej¨¦rcito. Las fuerzas armadas filipinas, incluso aquellos mandos que no cabr¨ªa calificar de protogolpistas o partidarios del depuesto ministro de Defensa Juan Ponce Enrile, recelan de las negociaciones con la guerrilla. El general Fidel Ramos, jefe del Ej¨¦rcito, ha dicho claramente que lo m¨¢s importante es mantener la unidad de la milicia, dejando planear la idea de que ese objetivo nunca deber¨ªa ser incompatible con el respeto a las instituciones democr¨¢ticas que encarna Coraz¨®n Aquino. En un momento en que una mayor¨ªa cualificada del Ej¨¦rcito considerara que se hab¨ªa llegado demasiado lejos en la acomodaci¨®n con la guerrilla, la lealtad de la c¨²pula militar a la presidenta puede quebrarse.
En las ¨²ltimas semanas Aquino ha tenido que ir prescindiendo uno a uno de algunos de sus colaboradores m¨¢s directos en el Gobierno. La n¨®mina de los ministros destituidos recientemente, como Aquilino Pimentel y Augusto Ramos, notablemente, coincide con la lista de aqu¨¦llos que el Ej¨¦rcito consideraba indeseables, lo que refuerza la idea de que Ramos puso condiciones a la presidenta a la hora de volcarse en su apoyo en el momento en que Coraz¨®n Aquino decidi¨® prescindir de los servicios de Ponce Enrile. En estos momentos quedan dos significados izquierdistas en el Gobierno: Ram¨®n Mitra, el negociador con la guerrilla, y Joker Arroyo, secretario ejecutivo de la presidencia. Probablemente su continuidad en el Gobierno dependa, por un lado, del desarrollo de las conversaciones con los guerrilleros y, por otro, del resultado del refer¨¦ndum. Una victoria abrumadora de la presidenta podr¨ªa darle nueva vida a la l¨ªnea reformista de su Gobierno, pero una victoria relativa, que es probablemente a lo m¨¢s que puede aspirar la oposici¨®n de derecha, reforzar¨ªa la figura de Ramos. Si en los meses pr¨®ximos la presidenta se ve obligada a gobernar con un equipo que haya dejado de ser el suyo, cabr¨¢ poca duda de qui¨¦n es el verdadero amo de la situaci¨®n en el pa¨ªs.
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