Ceder o no ceder, el dilema de Chirac
El primer ministro franc¨¦s afronta con vacilaciones y ambig¨¹edades lo que puede ser la huelga crucial para su Gobierno
La huelga que mantienen los ferroviarios franceses desde el pasado 18 de diciembre lleva camino de convertirse en una encrucijada de enfrentamientos pol¨ªticos y sindicales decisiva para el Gobierno conservador, que encabeza Jacques Chirac. Para el primer ministro franc¨¦s, el envite lanzado por los huelguistas equivale a la huelga de controladores a¨¦reos que zanj¨® Ronald Reagan con un despido en masa o a la gran huelga minera que fue desangr¨¢ndose a lo largo de meses ante la inflexible posici¨®n de Margaret Thatcher.En las im¨¢genes de Reagan y de Thatcher hall¨® la derecha francesa la inspiraci¨®n para el ensamblaje del programa electoral vencedor en las elecciones del 16 de marzo de 1986. Pero Reagan est¨¢ prendido en la telara?a del Irangate y Thatcher ha arrastrado al Partido Conservador hasta un pozo de impopularidad, sin alternativas de recambio en su liderazgo. Chirac, en cambio, ha vadeado el primer tramo de la huelga de los ferroviarios gracias a una doble t¨¢ctica de ambig¨¹edades y concesiones que en nada se asemeja a la utilizada por sus ejemplos de comportamiento pol¨ªtico.
La discusi¨®n hasta el d¨ªa primero de enero se centraba en la escala de salarios. La compa?¨ªa de los ferrocarriles (SNCF) quer¨ªa organizar la tabla salarial en funci¨®n de los m¨¦ritos laborales, frente a los criterios de antig¨¹edad reivindicados por los huelguistas. El Gobierno se limit¨® a indicar sus criterios generales de contenci¨®n salarial -es decir, que la masa salarial no puede crecer por encima del 3% imprescindible para su pol¨ªtica antiinflacionista- y a dejar en manos de la direcci¨®n de la compa?¨ªa, y m¨¢s tarde de un intermediario, la negociaci¨®n de la escala salarial.
Dos tendencias se enfrentaron en esta primera fase en el seno del Gobierno: los duros, encabezados por el ministro delegado de Transportes, Jacques Doufiagues, que deseaban cerrar filas en defensa de la meritocracia, destinada a convertir la compa?¨ªa de los ferrocarriles en una empresa competitiva, y los dialogantes, encabezados por el ministro del Equipamiento y de Transportes, Pierre Mehaignerie, dispuesto a realizar un esfuerzo de concertaci¨®n con el ¨²nico l¨ªmite del techo salarial del 3%. El saldo del primer tramo de la huelga ha supuesto un rev¨¦s para los duros, que deseaban convertir su escala de m¨¦ritos en algo irrenunciable. Una hora antes de que terminara el a?o 1986, el intermediario entre huelguistas y empresa anunciaba que el proyecto de escala salarial hab¨ªa sido abandonado.
Las interpretaciones, tanto de la derecha como de la izquierda, fueron pr¨¢cticamente un¨¢nimes: el Gobierno, una vez m¨¢s, hab¨ªa cedido, sometido al s¨ªndrome del movimiento estudiantil victorioso y al equilibrio de fuerzas impuesto por la cohabitaci¨®n entre un presidente socialista y un primer ministro conservador.
Presencia de Mitterrand
El presidente Fran?ois Mitterrand ha ido espigando declaraciones a lo largo del conflicto, en clara demostraci¨®n de su presencia en la vida pol¨ªtica cotidiana.Primero solicit¨® a su primer ministro un esfuerzo para resolver el contencioso. M¨¢s tarde, en su discurso de fin de a?o, record¨® la importancia de la paz social. El primer d¨ªa del a?o recibi¨® a una delegaci¨®n de huelguistas. Jacques Chirac, con su imagen desgastada por el conflicto estudiantil y su retroceso en toda l¨ªnea en las reformas sociales, ha quedado todav¨ªa m¨¢s disminuido en esta fase del conflicto ferfoviario.
A su izquierda crece cada vez m¨¢s la imagen de Mitterrand, que se perfila con energ¨ªa como una apuesta ganadora para las presidenciales de 1988 o como gran personaje de la historia del socialismo franc¨¦s en caso de que se retire de la escena pol¨ªtica y pase su relevo presidencial, lleno de presagios victoriosos, a Michel Rocard.
Dentro de las propias filas conservadoras crece tambi¨¦n la imagen de Raymond Barre, el primer ministro de Giscard d'Estaing, que nunca quiso creer en la cohabitaci¨®n. Para los ministros de la Uni¨®n para la Democracia Francesa (UDF) -que tienen que sufrir los efectos de la cohabitaci¨®n sin gozar del privilegio propio de la Asamblea para la Rep¨²blica (RPR), de usufructuar el control del aparato del Estado-, la apuesta por Barre est¨¢ hoy en el orden del d¨ªa. La opci¨®n de Barre puede ser apoyada tambi¨¦n por el Partido Republicano (PR) de Frangois Leotard, tras la ruptura de su noviazgo pol¨ªtico con el RPR de Chirac, como consecuencia de la invasi¨®n de los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos por los neogaullistas, en detrimento de los liberales,del PR, y de, los enfrentamientos en el seno del Gabinete durante la movilizaci¨®n es tudiantil.
El acelerador del conflicto
En la nueva velocidad que ha tomado el conflicto, sin embargo, la relaci¨®n de fuerzas puede cambiar. El acelerador del movimiento ha sido la actividad asamblearia de huelguistas en buena parte no sindicados. Ellos fueron los organizadores de un conflicto iniciado en forma de huelga salvaje y quienes consiguieron imponer directivas elegidas por las asambleas al margen de los sindicatos. Los dos grandes sindicatos de izquierdas, la Confederaci¨®n General de Trabajadores (CGT) y la Confederaci¨®n Francesa Democr¨¢tica del Trabajo (CFDT), no han tenido m¨¢s remedio que subirse al caballo desbocado para intentar controlarlo. En ello se juegan su peso, espec¨ªfico en el sector ferroviario y su papel en la propia vida pol¨ªtica francesa.La CGT, de tendencia comunista, desea ampliar el conflicto a todo el sector p¨²blico en la semana pr¨®xima. Su objetivo: poner en cuesti¨®n la pol¨ªtica eco-n¨®mica del Gobierno, de desmantelamiento del sector p¨²blico y de austeridad para los asalariados de las empresas nacionales. Su punto de mira no es ¨²nicamente la mayor¨ªa conservadora ahora en el Gobierno, sino tambi¨¦n los socialistas, a los que corresponsabilizan de una pol¨ªtica econ¨®mica iniciada en propiedad con el Gobierno de Laurent Fabius. El diario comunista L'Humanit¨¦ ha destacado recientemente, por ejemplo, que la pol¨¦mica escala salarial meritocr¨¢tica fue elaborada antes de las elecciones del 16 de marzo por los socialistas, y los sindicalistas de la CGT no han ahorrado cr¨ªticas al presidente de la Rep¨²blica, a quien corresponsabilizan de las decisiones del Gobierno en materia salarial.
La central de tendencia socialista, la CFDT, en cambio, se manifiesta contra la extensi¨®n del conflicto y plantea la necesidad de nuevas negociaciones. Las cr¨ªticas a la pol¨ªtica econ¨®mica de Chirac de los sectores sociales que representa la CFDT afectan m¨¢s al estilo de gobierno que al fondo de su pol¨ªtica antiinflacionista. La faIta de concertaci¨®n, el desprecio hacia la sociedad y el trato discriminatorio contra los trabajadores no electoralmente pr¨®ximos al Gobierno son los argumentos de los socialistas frente a Chirac.
Si el conflicto se ampl¨ªa, las posibilidades de que la ¨²ltima manga se juegue con las bazas en manos de la CGT y de Jacques Chirac aumentan. Si se mantiene en sus l¨ªmites actuales, cosa harto dif¨ªcil a estas alturas, los vencedores ser¨¢n los sectores m¨¢s moderados del Gobierno y los m¨¢s moderados de la izquierda, es decir, los socialistas. El deterioro del conflicto, expresado en forma de divisiones en el movimiento, una tendencia a la reincorporaci¨®n en algunos sectores, aparici¨®n de problemas de orden p¨²blico y malestar creciente entre los usuarios, juega directamente en favor de Chirac y en contra de todas las fuerzas sindicales. Pero una prueba de fuerza entre el sector p¨²blico y el Gobierno puede ser la ocasi¨®n, llena ciertamente de riesgos, para que los conservadores consigan la huelga simb¨®lica, al estilo de Reagan con los controladores o de Thatcher con los mineros, que hasta ahora les ha sido negada. En cierta forma, el envite de la CGT juega con el riesgo de reforzar a Chirac en detrimento de los socialistas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Jacques Chirac
- Sncf
- Michel Rocard
- Huelgas sectoriales
- Fran?ois Mitterrand
- CGT
- Raymond Barre
- Sindicatos
- Sindicalismo
- Francia
- Huelgas
- Empleo
- Conflictos laborales
- Europa occidental
- Transporte ferroviario
- Gobierno
- Relaciones laborales
- Pol¨ªtica laboral
- Transporte
- Europa
- Administraci¨®n Estado
- Empresas
- Trabajo
- Pol¨ªtica
- Econom¨ªa