Un ministerio m¨¢s

HA PASADO casi una d¨¦cada desde que los antiguos ministerios del Ej¨¦rcito, de la Armada y del Aire se convirtieron en un ¨²nico departamento ministerial con la intenci¨®n ¨²ltima de lograr que en un Estado democr¨¢tico el de la Defensa fuera un ministerio m¨¢s, sujeto como cualquier otro al control parlamentario y a la pol¨ªtica del Gobierno salido de las urnas. Lograr ese objetivo tras cuatro d¨¦cadas de amplia autonom¨ªa militar en la gesti¨®n de la defensa era una tarea absolutamente necesaria, pero que exig¨ªa prudencia en su desarrollo. No obstante, y especialmente por las circunstancias favorables que se han registrado en los ¨²ltimos a?os, cualquier observador ha podido, cuando menos, sospechar que esa prudencia se ha mezclado en varios momentos con una cierta debilidad.Superados ya los ruidos de sables y las intentonas previas a las elecciones de octubre de 1982, el Gobierno socialista entendi¨® que hab¨ªa llegado el momento de avanzar con m¨¢s rapidez en la consolidaci¨®n del Ministerio de Defensa, y as¨ª, en enero de 1984 qued¨® aprobado el decreto de reestructuraci¨®n del departamento, mediante el cual se cre¨® un organigrama en el que por primera vez los ej¨¦rcitos de Tierra, Mar y Aire quedaban integrados en la estructura org¨¢nica y funcional del ministerio.

Con ese decreto, el departamento qued¨® organizado en tres bloques interrelacionados, bajo la inequ¨ªvoca direcci¨®n del ministro. El bloque militar qued¨® encabezado por el jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), cargo creado en fechas anteriores, y por los jefes de los tres ej¨¦rcitos. El bloque econ¨®mico, encargado de administrar los recursos, qued¨® encabezado por el secretario de Estado, y el bloque de personal, encargado de la pol¨ªtica de personal y del r¨¦gimen interior, por el subsecretario.

La estructura pareci¨® l¨®gica, pero encerraba un evidente error que el ministro Serra ha esperado tres a?os para corregir. En el decreto se indicaba que la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica de Defensa, clave en importantes procesos como el futuro de las bases o la negociaci¨®n con la OTAN, quedaba bajo la competencia del Jefe del Estado Mayor de la Defensa, que entonces era el almirante ?ngel Liberal Lucini. Esta medida constituy¨® el punto negro de la iniciativa gubernamental. Fuentes del Ministerio de Defensa, confirmando ciertas sospechas que circulaban, explicaron que fue Liberal quien pidi¨®, como condici¨®n para aceptar el cargo de JEMAD, que esa direcci¨®n general estuviera bajo su competencia.

En el ¨²ltimo Consejo de Ministros de 1986, el Gobierno rectific¨® aquel error y aprob¨® unas modificaciones del decreto de estructuraci¨®n seg¨²n las cuales la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica de Defensa pasa a depender directamente de Narc¨ªs Serra, quien situar¨¢ al frente de la misma al teniente general Francisco Veguillas, actual capit¨¢n general de Valladolid. Veguillas fue jefe del gabinete t¨¦cnico del ministro desde febrero de 1984 hasta marzo pasado, por tanto, no s¨®lo es un hombre. de confianza del ministro, sino tambi¨¦n un buen conocedor de la actual pol¨ªtica del ministerio.

La medida no s¨®lo era conveniente, sino totalmente necesaria en un momento en el que la pol¨ªtica de defensa, basada hoy en tres iniciativas fundamentales, tendr¨¢ un peso importante en la futura situaci¨®n internacional de Espa?a. Esas tres iniciativas son la prevista reducci¨®n de la presencia militar estadounidense en la pen¨ªnsula, la negociaci¨®n de la aportaci¨®n mil?tar espa?ola a la OTAN y el inicio de un nuevo ciclo de Defensa, que culminar¨¢ con la elaboraci¨®n de otro Plan Estrat¨¦gico Conjunto (PEC) m¨¢s-acorde con los planes defensivos de la Alianza Atl¨¢ntica.

En esos tres campos es clave la participaci¨®n de la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica de Defensa, y, por consiguiente, era l¨®gico y necesario que estuviera bajo el control de la rama pol¨ªtica de? ministerio y del propio Serra. La modificaci¨®n del decreto de estructuraci¨®n tambi¨¦n ha supuesto la creaci¨®n de la nueva Direcci¨®n General de Ense?anza, sobre la que reca¨¦r¨¢ la indispensable y esperada tarea de reformar la ense?anza militar, base de un cambio de menlalidad que consolide la existencia de un verdadero Ej¨¦rcito nacional, profesionalizado y bien preparado. Ya a comienzos de 1984 se asegur¨® que ¨¦se ser¨ªa el a?o de la reforma de la ense?anza militar. No s¨®lo no fue as¨ª, sino que hasta el momento s¨®lo se han realizado t¨ªmidas iniciativas formales, porque se trataba, en opini¨®n

de Serra, de un asunto en el que hab¨ªa que procedercon gran prudencia. La prudencia en este caso puede convertir en una cuesti¨®n eterna la que ha de ser una salida primordial a una pol¨ªtica de defensa coherente, hecha desde la autoridad moral que da el encarar con realismo los problemas profundos que afectan a colectivos tan sensibles como el estamento militar.