La ciudad m¨¢s hermosa

Medina Azahara fue el sue?o de Abderram¨¢n III (Al-Nasir) y la envidia de califas y emires orientales. Una frase a ¨¦l atribuida dice: "Los monarcas prepet¨²an el recuerdo de su reinado con el lenguaje de bellas construcciones". Al-Nasir reclam¨® alarifes de Damasco, Bagdad y Constantinopla y eligi¨® para su ciudad los m¨¢s exquisitos materiales: m¨¢rmol de T¨²nez y Cartago, columnas de Ifriquiya, ¨®nice de M¨¢laga, madera, marfil, oro, plata, jaspe, cristal de roca y hasta piedras preciosas que adornaron los mosaicos de las estancias reales y los lienzos que recib¨ªan la luz en el sal¨®n de Abderram¨¢n III (sal¨®n Rico). Esta pieza, la m¨¢s ¨¢ulica del conjunto, fue testigo del recibimiento de personalidades como los embajadores del rey de Germania, Ot¨®n I, y Sancho de Navarra.Algunas fuentes narran que el sal¨®n Rico recib¨ªa la luz de una alberca llena de azogue situada en los jardines, mientras que otros piensan que la densidad del mercurio habr¨ªa roto el recipiente. Tambi¨¦n se fabula sobre la monta?a de La Desposada, de la que se dice que fue sembrada de almendros para que una favorita granadina del califa no dejase de ver la nieve. Esto parece una traslaci¨®n po¨¦tica de lo realizado casi 100 a?os despu¨¦s por el rey de Sevilla, Al-Mutamid, en el Aljarafe para complacer a su esclava Rumaykiya.