Reagan, 'reh¨¦n' hasta agosto de la investigaci¨®n emprendida en el Congreso de Estados Unidos

El esc¨¢ndalo del Irangate invade por completo la escena pol¨ªtica norteamericana y har¨¢ de la presidencia su reh¨¦n hasta al menos el 1 de agosto, plazo fijado por el Senado para concluir las investigaciones. Las Navidades s¨®lo han supuesto una tregua, y Ronald Reagan, que cumplir¨¢ en febrero 76 a?os, no ha podido saborear la buena noticia de que no tiene c¨¢ncer y de que posee el h¨ªgado de un joven. El 64% de los norteamericanos cree que la crisis iran¨ª incapacita a Reagan para ser un presidente efectivo en los dos a?os que le quedan en la Casa Blanca, seg¨²n el ¨²ltimo sondeo de opini¨®n.

"?C¨®mo pueden pensar realmente que soy un mentiroso?', le coment¨® el presidente, estas Navidades, en California, a un amigo.El nuevo Congreso, tan s¨®lo 48 horas despu¨¦s de su constituci¨®n, confirma lo que ya tem¨ªa el presidente: no habr¨¢ un final r¨¢pido de las investigaciones como desea la Casa Blanca y las pesquisas no s¨®lo se dirigir¨¢n a la operaci¨®n secreta de venta de armas a Teher¨¢n, sino que profundizar¨¢n tambi¨¦n en la ayuda, directa o indirecta, prestada por el Gobierno a la contra nicarag¨¹ense.

A los interrogatorios que llevar¨¢n a cabo -de cara al p¨²blico, a partir de febrero- dos comisiones especiales del Congreso se une el trabajo de un fiscal especial, el juez Lawrence Walsh. ?ste tambi¨¦n investigar¨¢ hasta qu¨¦ punto era p¨²blica y oficial la red privada de ayuda a la contra cuando la ley prohib¨ªa la participaci¨®n del Gobierno de Estados Unidos.

North, acusado

Se desbordan las nuevas revelaciones, que amenazan incluso con implicar a miembros del Gabinete que hasta ahora parec¨ªan limpios. La Casa Blanca dijo ayer que el teniente coronel Oliver North, el principal responsable del esc¨¢ndalo que podr¨ªa acabar pol¨ªticarnente con la presidencia de Reagan, falsific¨® una cronolog¨ªa de los acontecimientos para demostrar que sus manejos gozaban de la aprobaci¨®n del presidente.La cadena de televisi¨®n NBC revel¨® ayer que William Casey, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), fue en todo momento el responsable y el padrino que ten¨ªan North y el Consejo de Seguridad Nacional (NSC) para continuar enviando armas a los rebeldes nicarag¨¹enses, salt¨¢ndose la prohibici¨®n del Congreso.

Pero Casey ya no podr¨¢ contarlo. Los m¨¦dicos que le atienden en el Hospital Universitario de Georgetown, en Washington, confirman que, pr¨¢cticamente, no puede hablar y tiene paralizada la parte derecha de su cuerpo a consecuencia de un c¨¢ncer en el cerebro del que fue operado antes de Navidades. Su sustituci¨®n al frente del organismo de espionaje se producir¨¢ en las pr¨®ximas semanas.

El secretario de Defensa, Caspar Weinberger, cuyo papel en la operaci¨®n iran¨ª parec¨ªa haber sido el de un honrado almacenador de armas, que se limit¨® a entregar a la CIA, ha revelado que el Pent¨¢gono cobr¨® un precio injustificadamente bajo por los misiles Tow enviados el a?o pasado a Ir¨¢n.

El beneficio realizado posteriormente con este material, por el que los cl¨¦rigos iran¨ªes pagaron un precio muy superior, fue desviado, al parecer, a la contra, acab¨® en los bolsillos de intermediarios o, en el peor de los casos, lo que agravar¨ªa una situaci¨®n de por si muy complicada, podr¨ªa haberse desviado para fines pol¨ªticos internos de EE UU. Para revolver a¨²n m¨¢s el rompecabezas, Weinberger duda ahora de que las comisiones de la operaci¨®n iran¨ª hayan terminado en manos de la contra.

El papel de Brunei

El secretario de Estado, George Shultz, el pol¨ªtico que afirma no saber nada del esc¨¢ndalo, pidi¨® dinero para los rebeldes antisandinistas al sult¨¢n de Brunei y ahora el Departamento de Estado no sabe ad¨®nde han ido a parar los 10 millones de d¨®lares (1.300 millones de pesetas) que entreg¨® el generoso mecenas de la diminuta naci¨®n asi¨¢tica como favor a Washington. Este dato ha aparecido en el informe elaborado por la comisi¨®n de Informaci¨®n del Senado, realizado en diciembre pasado tras 90 horas de audiencias a puerta cerrada.Este trabajo realizado por el anterior Congreso revela un caos en la conducci¨®n de la pol¨ªtica exterior de EE UU y confirma, en contra de lo afirmado por el presidente, que toda la operaci¨®n fue s¨®lo un intercambio de rehenes por armas. Deja mal al presidente, que aparece como ignorante de lo que ocurre en la Casa Blanca y de lo que hacen sus asesores m¨¢s directos, pero le salva tambi¨¦n en ¨²ltima instancia de haber tenido un conocimiento previo de una conexi¨®n contra en la operaci¨®n iran¨ª. Esto explica que la Casa Blanca haya manifestado su "profundo disgusto" por la negativa de la citada comisi¨®n a hacer p¨²blico el informe.

Los dem¨®cratas, que prefieren evidentemente someter al presidente a un lento tormento chino de un esc¨¢ndalo que supure, gota a gota, revelaciones que debiliten a Reagan, empalmando este drama con el a?o electoral 1988, se han negado a publicarlo.