Para que Espa?a funcione
LAS CIFRAS de v¨ªctimas en las carreteras, el mal funcionamiento del correo, la impuntualidad de los trenes o las esperas en los aeropuertos son realidades cotidianas que ponen en evidencia la situaci¨®n de las comunicaciones en Espa?a. Las recientes vacaciones navide?as han vuelto a poner de relieve estas insuficiencias. Todo ello se produce en un pa¨ªs que recibe cerca de 50 millones de turistas al a?o y que encima aspira a ocupar un puesto destacado en el desarrollo de las tecnolog¨ªas de punta, si se han de creer algunas manifestaciones gubernamentales.Renfe no encuentra el modelo de ferrocarril que el desarrollo de Espa?a necesita, y que ha de medirse con el de los otros pa¨ªses de la Comunidad Europea (CE); Iberia sigue sin poner en marcha la renovaci¨®n de su flota; Correos es una maquinaria envejecida, y las carreteras se muestran incapaces de soportar el tr¨¢fico de veh¨ªculos que las invaden. Todo ello se traduce en una erosi¨®n continuada de las posibilidades del desarrollo. Todav¨ªa este pa¨ªs no funciona, contra aquel buen deseo expresado por el presidente del Gobierno en la campa?a electoral de 1982. Y el deterioro habido en este campo ha obligado a empresas y a entidades de todo tipo a poner en pie servicios privados para no verse abocadas a la paralizaci¨®n que acarrear¨ªa depender de los gestionados por el Estado.
El Gobierno ha puesto en marcha planes operativos en diversos sectores: el de transporte ferroviario (PTF), en Renfe; un plan de autov¨ªas -una vez desechado el de autopistas-; el plan nacional de telecomunicaciones, en la telem¨¢tica, y diversas medidas para la modernizaci¨®n y perfeccionamiento de los servicios en Correos y en Iberia, son algunos ejemplos. Pero todos estos buenos prop¨®sitos e iniciativas no han ahorrado hasta ahora a los espa?oles las estad¨ªsticas tr¨¢gicas y las realidades desagradables. En 1985 se produjeron en Espa?a 81.780 accidentes de tr¨¢fico con v¨ªctimas (4.189 muertos y 30.000 heridos graves). Espa?a supera en un 10% la media de la CE en accidentes de tr¨¢fico, mientras que nuestro pa¨ªs cuenta con un parque aumovil¨ªstico inferior. Expertos de Tr¨¢fico y de Obras P¨²blicas reconocen que una mejora en las carreteras espa?olas har¨ªa descender al menos en un 20% el n¨²mero de muertes.
Las carreteras espa?olas son, despu¨¦s de las de la Rep¨²blica Federal de Alemania, las que soportan un mayor tr¨¢fico de mercanc¨ªas (70% del tonelaje total), cuando es notorio que son de las m¨¢s insuficientes de Europa. Y, por a?adidura, sobre ellas gravita casi el 90 % del tr¨¢fico de viajeros. Y es que las nunca superadas deficiencias del ferrocarril espa?ol, con velocidades rid¨ªculas y una infraestructura en gran parte antiqu¨ªsima, hacen de los trenes espa?oles un lugar de pesadilla. El PTF, dado a conocer recientemente por el ministro de Transportes, supone una inversi¨®n de 2,1 billones de pesetas en 15 a?os. Pero resulta imposible lanzar las. campanas al vuelo: tras un per¨ªodo de duro saneamiento, en el que mediante el contrato-programa de 1984 se cerraron casi 1.000 kil¨®metros de v¨ªa y se jubil¨® a miles de ferroviarios, el coste anual de Renfe para los contribuyentes ha pasado a situarse en un d¨¦ficit de 203.665 millones de pesetas en 1985.
?Qu¨¦ decir de Correos? En 1985 transport¨® 4.200 millones de objetos. Pero sus problemas estructurales siguen siendo los mismos que hace 10 a?os: plantillas envejecidas, desmotivaci¨®n generalizada en los cuerpos que integran a sus 60.000 empleados y red de transporte obsoleta. Su incidencia en las relaciones comerciales y econ¨®micas ha aumentado hasta el punto de que el 80% de las cartas que transporta son comerciales o publicitarias y s¨®lo el 20% familiares. El 8% de los env¨ªos por correspondencia, seg¨²n cifras oficiales, no llega a su destino. La reducci¨®n paulatina del d¨¦ficit y la inversi¨®n anual de unos 7.,000 millones que se est¨¢ destinando a planes de modernizaci¨®n no parecen suficientes. Las compa?¨ªas privadas de mensajeros proliferan ante la desconfianza o la inutilidad del correo tradicional.
Pero si esto sucede en las comunicaciones tradicionales, en las nuevas tecnolog¨ªas nuestro pa¨ªs amenaza con perder buena parte de las oportunidades. Es preocupante, por ejemplo, la falta de claridad en los planteamientos y la lentitud en las acciones: todav¨ªa no logra salir a flote el borrador del proyecto de ley de Ordenaci¨®n de Telecomunicaciones.
En realidad, un retraso como el que actualmente padecemos en materia de comunicaciones acerca la situaci¨®n al colapso. Las consecuencias son, adem¨¢s de las vidas humanas por accidentes de tr¨¢fico, un coste adicional de transporte, p¨¦rdidas de productividad cuantiosas y, en suma, una deficiencia en servicios que puede disuadir numerosas inversiones directamente dependientes de esta infraestructura.
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