Una guerra que se resiste a morir
Yamena prefiere olvidarse de que es la capital de un pa¨ªs en armas
En Yamena no hace falta despertador. Todos los d¨ªas, los habitantes de la capital chadiana se ponen en marcha con el estruendo provocado por el despegue de los aviones franceses que vigilan los movimientos de las tropas libias en este pa¨ªs desde sus posiciones al sur del paralelo 16. Este sonido y la presencia de los soldados franceses son los elementos m¨¢s vistosos de la existencia de una guerra que desde 1983 se desarrolla lejos de la capital, en las pistas del desierto y las monta?as del Tibesti.
Precisamente en esa zona comenz¨® todo, hace 20 a?os, con la rebeli¨®n de una tribu de guerreros n¨®madas que se negaron a ser sedentarizados.En la capital, lo que m¨¢s preocupa a sus habitantes no son las bombas, sino los efectos econ¨®micos de este conflicto, que absorbe los escasos recursos de uno de los tres pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo. "Gaddafi ya se puede ir con cuidado, porque el d¨ªa en que los franceses, en lugar de mirar, se decidan a ayudarnos a darles su merecido...", comenta un camarero mientras sirve el desayuno a un cliente del hotel. "No, ¨¦se no es un Mirage; ¨¦se es un Jaguar", corrige, sin necesidad de levantar la vista al cielo.
A partir de ese momento la vida sigue igual que todos los d¨ªas en Yamena. ?Miedo? "La guerra sigue, pero est¨¢ lejos, y aqu¨ª, en la capital, vivimos en paz y tranquilidad, haciendo lo posible para ganarnos el pan y reconstruir el pa¨ªs", afirma Ibrahim, conductor de taxi. Como la mayor¨ªa de sus conciudadanos, no le gusta recordar que Chad es un pa¨ªs en guerra. "La guerra no es buena. A m¨ª lo que me gusta es jugar al baloncesto y al f¨²tbol. Claro que si me lo ordenan ir¨¦ al frente para que Gaddafi no se quede con las tierras que nos ha quitado", a?ade al recordar la ocupaci¨®n del norte de su pa¨ªs a partir de la franja de Auzu, en 1973, por parte de Libia.
En Yamena la verdadera guerra fue en 1982, cuando las fuerzas del ahora presidente Hiss¨¨ne Habr¨¦ entraron en la ciudad y se hicieron con el poder, entonces en manos de Gukuni Uedei, su rival y jefe de las Fuerzas Armadas Populares, que tuvieron que volver a la situaci¨®n de guerrilla.
"Todo el mundo sali¨® corriendo de la ciudad con lo puesto, para salvarse de las posibles matanzas de uno y otro bando", afirma F¨¢tima, madre de tres hijos. En la desbandada, unos huyeron en piragua hacia la otra orilla del r¨ªo Chari, que bordea la capital y marca la frontera con Camer¨²n; otros se agolparon sobre el puente Chaua para tomar la carretera que lleva al sur del pa¨ªs. "Nosotros, como somos del Sur, cogimos a los ni?os y corrimos, sin coger ni nuestros documentos hacia el puente de Chaua", a?ade F¨¢tima. Todo lo que ten¨ªan fue arrasado por las bandas de depredadores.
"En Chad las diferencias ¨¦tnicas han sido uno de los elemen tos fundamentales de la guerra que tanto los jefes locales como Gaddafi han contribuido a exasperar y manejado en provecho de sus propios intereses", afirma un miembro de un organismo internacional residente en Yamena.
Tradicionalmente, el origen del conflicto se halla en la distinci¨®n de una zona septentrional y otra meridional que no corresponden geogr¨¢ficamente a una l¨ªnea divisoria equitativa. El Norte comprende las tres cuartas partes del territorio, donde s¨®lo habita el 2% de los cinco millones de habitantes que tiene este pa¨ªs. ?sta es la zona situada al noroeste del r¨ªo Chari, donde es mayoritaria la etnia goran, n¨®madas del desierto y musulmanes. En el reducido Sur, en un terreno tropical, reside el resto de la poblaci¨®n toda una constelaci¨®n de tribus de religi¨®n cristiana y animista.
Los goranes
Los goranes son una de las etnias chadianas m¨¢s conocidas por su temple guerrero y violento. Ellos fueron los que comenzaron la insurrecci¨®n en 1965 contra el presidente Tombalbaye, un representante del Sur al que acusan de haber intentado suprimirles.
"Es un conflicto que tiene un trasfondo complicado, pero lo cierto es que cuando estalla un enfrentamiento entre tribus el combate supone la aniquilaci¨®n hasta del ¨²ltimo enemigo; no valen consideraciones humanitarias, ni siquiera la de la rendici¨®n", afirma el residente occidental, "sobre todo cuando est¨¢n los goranes por medio", a?ade.
Incluso hoy d¨ªa en Yamena se comenta la facilidad de reacci¨®n con las armas de fuego de los goranes, que son la guardia personal del presidente Habr¨¦, contra quienes tengan la mala suerte de despistarse en las inmediaciones de la residencia presidencial, en el centro de la ciudad. As¨ª que no es de extra?ar el ¨¦xodo de los 200.000 sure?os que habitaban en Yamena cuando en 1980 estall¨® la guerra entre Habr¨¦ y Gukuni, entonces miembros de un mismo Gobierno.
Sin embargo, desde entonces las orillas del r¨ªo Chari han vuelto a ser un lugar apacible, donde es posible ver retozar, sin salir de la capital, a familias de hipop¨®tamos. La guerra, sin embargo, est¨¢ muy presente en los bolsillos de los chadianos, a los que somete todos los d¨ªas a una dura prueba para la subsistencia.
El presupuesto dedicado a la defensa en 1984, por ejemplo, fue de 17 millones de francos. En este mismo a?o, que coincidi¨® con una grave sequ¨ªa, el presupuesto total de Chad fue de 37 millones de francos. Todo ello en un pa¨ªs donde la sala de quir¨®fanos del ¨²nico hospital de la capital carece de agua corriente.
El Gobierno, a trav¨¦s de la radio (¨²nico medio de informaci¨®n no impreso tras el cese de las emisiones de televisi¨®n por culpa de la guerra), intenta resaltar sus logros en la reconstrucci¨®n de la capital. Pero muchos edificios a lo largo de la avenida principal, Charles de Gaulle, presentan todav¨ªa los boquetes de los combates de 1982.
"Ahora que tenemos claro que en lugar de pelearnos entre nosotros debemos luchar para echar a Gaddafi, podemos estar seguros de que vamos a ganar, por una simple raz¨®n: que no tenemos nada que perder, visto lo pobres que sonios". ?sta suele ser una broma bastante habitual en Yamena.
Mientras el Gobierno ha im-
Una guerra que se resiste a morir
puesto unas duras medidas para sacar fondos para hacer frente a la guerra, los funcionarios (el Estado es pr¨¢cticamente el ¨²nico empresario en este pa¨ªs) s¨®lo reciben desde 1983 el 50% de un salarlo que se halla congelado desde hace 10 a?os.Como estas retenciones no eran suficientes para financiar la guerra, el Gobierno de Habr¨¦ decret¨® el pasado mes de abril una nueva retenci¨®n destinada al fondo de esfuerzo b¨¦lico.
Los chadianos, sin embargo, recuerdan haber vivido tiempos a¨²n peores entre 1983 y 1984, cuando los funcionarios siguieron desempe?ando sus tareas sin recibir un c¨¦ntimo del Estado, que ten¨ªa que hacer frente al momento m¨¢s delicado de esta guerra civil que ahora parece que por fin ha terminado. ?C¨®mo fue posible el milagro? "Las mujeres fueron las que se pusieron al frente de la situaci¨®n, recurriendo principalmente al contrabando con Camer¨²n", afirma Carmen, una religiosa espa?ola que reside en Chad desde hace 13 a?os.
La guerra ha creado tambi¨¦n nuevas necesidades que han requerido en Yamena la presencia de un religioso especialista en la aplicaci¨®n de pr¨®tesis. Seg¨²n este religioso, desde 1981 se calcula que se han creado en Chad entre 3.000 y 4.000 inv¨¢lidos de guerra.
La guerra tambi¨¦n ha tenido su aspecto fr¨ªvolo, con la creaci¨®n de locales de diversi¨®n selectos para los militares franceses y norteamericanos que cooperan con el Gobierno de Yamena. Todo ello, por supuesto, ha contribuido al incremento de la prostituci¨®n, una v¨ªa de salida habitual en ?frica para las j¨®venes, que, seg¨²n la ley cor¨¢nica, son abandonadas por sus maridos, por el simple recurso del repudio.
Otro efecto indirecto de la guerra ha sido, aunque parezca, un contrasentido, el aumento del nivel de vida de una parte de la poblaci¨®n. En efecto, ahora en las calles de Yamena comienzan a aparecer veh¨ªculos y mobylettes propiedad de africanos y no de unos pocos blancos.
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