El acuerdo es posible
El Sindicato de Estudiantes ha sido una de las organizaciones que m¨¢s ha destacado en la direcci¨®n de la protesta estudiantil que desde el pasado mes de diciembre paraliza la ense?anza media estatal en toda Espa?a. La ausencia de horizonte para la juventud est¨¢ en el origen de una protesta que combina las reivindicaciones acad¨¦micas con otras de contenido pol¨ªtico. El Ministerio de Educaci¨®n expresa su punto de vista mediante su secretario general, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, que ha sido el interlocutor de los estudiantes. Estas dos argumentaciones no agotan los puntos de vista de las fuerzas pol¨ªticas y de los estudiantes, ni de sectores sociales interesados en el debate.
Estudiantes de ense?anzas medias protagonizan desde hace var¨ªas semanas una protesta cuyas reivindicaciones apuntan, b¨¢sicamente, a una mejora de la calidad de la ense?anza, la eliminaci¨®n de barreras selectivas, sociales y acad¨¦micas para acceder a la Universidad y el rechazo de un futuro que contemplan con una mezcla de des¨¢nimo, temor e incertidumbre.El estallido de violencia que el pasado viernes conocieron las calles de Madrid, y del que pueden dar doloroso testimonio tanto estudiantes como polic¨ªas y transe¨²ntes, supone un indeseado giro en los acontecimientos que debe apelar al sentido de la responsabilidad y al coraje c¨ªvico de las partes implicadas en el conflicto. Ya en anteriores manifestaciones brotaron signos preocupantes de desgarro que, sin embargo, no alcanzaron las cotas de extremada violencia que pudieron contemplar por televisi¨®n millones de espectadores el pasado viernes. Ello nos obliga a todos los que estamos comprometidos con la mejora de la educaci¨®n, ya sea desde un puesto de responsabilidad en la Administraci¨®n educativa o desde el pupitre de un instituto, a establecer una demarcaci¨®n radical entre quienes buscan dar soluci¨®n cabal a problemas educativos y quienes pretenden servirse de ellos para arrastrar a miles de j¨®venes a una espiral violenta.
La protesta estudiantil es leg¨ªtima, como lo es toda protesta expresada con m¨¦todos pac¨ªficos en una sociedad democr¨¢tica. Coherentes con esta convicci¨®n, los responsables del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia hemos mantenido desde el comienzo del conflicto una actitud dialogante y abierta a la negociaci¨®n. Esta actitud, no siempre f¨¢cil dada la cambiante tabla reivindicativa y la mudable identidad de nuestros interlocutores, se va a mantener con la misma convicci¨®n. Aun cuando somos conscientes de que la legitimidad de una protesta no es garant¨ªa de que las reivindicaciones en ella enarboladas sean razonables, socialmente justas y mayoritariamente deseadas, no escatimaremos ning¨²n esfuerzo en alcanzar un entendimiento.
J¨®venes que recitan
Hasta ahora, desgraciadamente, algunos de los interlocutores con quienes nos hemos reunido en diversas ocasiones, todos ellos pertenecientes a las organizaciones estudiantiles de reciente creaci¨®n que han convocado la protesta, no parecen compartir las mismas convicciones. En algunos casos, m¨¢s parecen j¨®venes que recitan una doctrina aprendida que persigue "la agudizaci¨®n de las contradicciones del sistema" que genuinos representantes de una generaci¨®n que desea aprender m¨¢s y mejor.El Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia comparte las aspiraciones de una inmensa mayor¨ªa de j¨®venes que pretende mejorar la calidad de la ense?anza. No s¨®lo por salvaguardar la mayor solvencia del t¨ªtulo acad¨¦mico que obtengan. Ese deseo tambi¨¦n responde al convencimiento de que la extensi¨®n de la oferta educativa y la elevaci¨®n del nivel cultural de la ciudadan¨ªa son rasgos consustanciales a las sociedades democr¨¢ticas avanzadas y, por consiguiente, objetivos posibles para nuestro pa¨ªs.
En los ¨²ltimos a?os los gobiernos de la democracia, y de modo especial los gobiernos socialistas, vienen llevando a cabo el mayor esfuerzo pol¨ªtico presupuestario y pedag¨®gico en favor del servicio p¨²blico de la educaci¨®n que ha conocido nuestro pa¨ªs desde la II Rep¨²blica. El olvido de este hecho, am¨¦n de suponer una actitud fr¨ªvola y cicatera, conducir¨ªa a una apreciaci¨®n distorsionada de nuestro sistema educativo. De su realidad y de la evoluci¨®n que ha conocido en los ¨²ltimos a?os.
De la misma forma, silenciar el hecho de que numerosos institutos y centros de formaci¨®n profesional, ubicados sobre todo en la periferia de las grandes ciudades, soportan en estos momentos los efectos de la explosi¨®n demogr¨¢fica que conoci¨® Espa?a en la d¨¦cada de los setenta y de la vertiginosa ampliaci¨®n de la escolaridad experimentada en los ¨²ltimos a?os (superior a un 10%. en cuatro a?os), ser¨ªa presentar una fotograf¨ªa incompleta de lo que hoy piden los estudiantes y, sobre todo, de por qu¨¦ lo piden.
Actitud abierta
En la negociaci¨®n de leg¨ªtimas aspiraciones educativas los estudiantes encontrar¨¢n siempre en los actuales responsables del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia una actitud abierta y dialogante. Ello no supone ning¨²n m¨¦rito para quienes desempe?amos tareas de responsabilidad en este departamento. Ser¨ªa sencillamente injustificable que ocurriese de otra forma en un Gobierno democr¨¢tico y de izquierdas. Este departamento, aunque s¨®lo fuere por simple sensibilidad pedag¨®gica, no puede considerar al conjunto de los estudiantes como un adversario.Por el contrario, siempre consideraremos a los estudiantes como interlocutores y destinatarios principales de la reforma educativa iniciada por el Gobierno socialista. ?se y no otro es el sentido que ha tenido la apertura de cauces de participaci¨®n de los estudiantes en la gesti¨®n de los centros que estableci¨® la ley org¨¢nica del Derecho a la Educaci¨®n (LODE).
Estamos dispuestos a negociar cuantas horas sea preciso para conseguir la mejora de la infraestructura de los centros y de las condiciones de estudio e impartici¨®n de la docencia. A dialogar cuanto sea necesario sobre la pol¨ªtica de becas que habr¨¢ que proseguir para que la escasez o ausencia de recursos econ¨®micos no sea un impedimento para cursar estudios superiores. Invertiremos el tiempo que sea imprescindible a fin de establecer la forma m¨¢s objetiva de verificar los requisitos acad¨¦micos que debe reunir cualquier nuevo universitario.
En el terreno espec¨ªficamente escolar existe, entre los responsables del Ministerio de Educaci¨®n y Ciencia, el convencimiento de que el acuerdo con los estudiantes es posible y deseable. En esa direcci¨®n van a proseguir nuestros esfuerzos. Con la esperanza, adem¨¢s, de encontrar el mismo talante en las organizaciones estudiantiles convocantes de la protesta.
Los pr¨®ximos d¨ªas nos van a permitir a todos comprobar caso por caso si las pretensiones negociadoras esgrimidas por cada una de las diversas plataformas y organizaciones estudiantiles existentes responde al prop¨®sito sincero de alcanzar acuerdos que mejoren la educaci¨®n espa?ola o desempe?an la funci¨®n de mera coartada para proseguir una movilizaci¨®n sin horizonte.
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