Seducido por lo nuevo

Si la obra literaria de Foix se ha caracterizado siempre por esa fr¨¢gil frontera que separa la raz¨®n y la locura, su actitud personal frente al hecho art¨ªstico ha consistido la mayor¨ªa de las veces en un magistral ejercicio de dejarse seducir por lo nuevo. Viene, en este punto, como anillo al dedo un verso de Sol, i de dol que ilustra a la perfecci¨®n esta tendencia suya: "M'exalta el nou i m'enamora el vell'.El Foix vanguardista, o instigador de vanguardias, no es pues m¨¢s que el resultado de una ¨¦poca y de una actitud absolutamente receptiva a todo aquello que supusiera cierta inversi¨®n del orden establecido, pero bas¨¢ndose en todo momento en un conocimiento profundo y en un respeto poco menos que escrupuloso de los cl¨¢sicos y de sus ense?anzas.

Situado en una encrucijada tal, el papel de Foix como poeta es inseparable de su tendencia a la experimentaci¨®n, de su apertura a lo visualmente in¨¦dito. As¨ª, desde revistas como L'Amic de les Arts o desde sus columnas period¨ªsticas en La Publicitat o Mirador, desde su condici¨®n de presentador de las primeras exposiciones barcelonesas de Mir¨® (1915) o de Dal¨ª (1925) a su pasi¨®n por el tenis o por los aviones, Foix dio sobrada prueba de su vocaci¨®n de investigador y polemista.

Funci¨®n de eslab¨®n

Pero hay m¨¢s. A ese papel de impulsor de la primera vanguardia catalana hay que a?adirle la funci¨®n de eslab¨®n que supo ejercer entre la generaci¨®n a la que pertenec¨ªa y la inmediatamente posterior al desastre que supuso la contienda civil. As¨ª, pues, Foix es el puente que, con Mir¨®, permite entender la continuidad que har¨¢ que surjan experiencias como la del Club 49, la revista Dau al Set y el grupo de pintores y poetas, con T¨¢pies y Brossa a la cabeza, que se afirmaron a partir de tales iniciativas. Y, paralelamente a todo ello, el trabajo callado de una obra que se inscribe plenamente en las preocupaciones m¨¢s exigentes de la l¨ªrica europea de este siglo, y que su autor supo mantener hasta los ¨²ltimos a?os de su vida, como lo prueba el excelente volumen Croniques de l'ultrason que todav¨ªa nos ofrec¨ªa el a?o pasado. Explicar la actitud vanguardista de Foix en su poes¨ªa o en sus prosas po¨¦ticas es adentrarse en ese camino inexplorado del estado de vigilia en el que se confunden la experiencia y el deseo, lo pensado y lo imaginado. De ese mundo on¨ªrico se ha nutrido la obra foixiana desde Gertrudis hasta su ¨²ltimo libro, de ese tejer y destejer por el universo de la imaginaci¨®n acompa?ado de Llull, de March, de Cavalcanti o Dante. Y todo ello elaborado a partir de un escenario que no es propiamente el del espacio del mito sino el de la belleza de la paradoja. No el por azar que el mundo po¨¦tico de Foix puede emparentarse, pl¨¢sticamente m¨¢s con la obra de Mir¨®, con los pintores metaf¨ªsicos como De Chirico o Morandi, que pueblan sus telas de rostros. sin facciones. Son las mismas inquietudes por saber donde acaba el yo y donde empieza el otro. Y el humor, ese matiz ir¨®nico que preside la b¨²squeda de una identidad perdida, se deja sentir en esa elaborada ret¨®rica de Foix que le conducir¨¢ al hermetismo y a alguno de sus mejores libros, como Les irreals omegues.