Pablo Gonz¨¢lez: "No estoy por la huelga, pero asumir¨¦ la decisi¨®n de la mayor¨ªa"
Los hijos del presidente del Gobierno y del ministro de Educaci¨®n, al margen de la protesta estudiantil
La protesta estudiantil, especialmente intensa en los centros p¨²blicos de ense?anza, ha afectado tambi¨¦n a colegios privados, como el Montserrat, donde estudia Miguel Maravall, hijo mayor del ministro de Educaci¨®n, de 17 a?os, y al instituto p¨²blico Mariana Pineda, donde cursa primero de BUP Pablo Gonz¨¢lez, de 14 a?os, hijo mayor del presidente del Gobierno. Ambos alumnos han acogido las huelgas y manifestaciones con discreci¨®n y distancia, en opini¨®n de sus compa?eros, y en el caso de Pablo Gonz¨¢lez, asumiendo la decisi¨®n de la mayor¨ªa".
"No estoy por la huelga, pero asumir¨¦ la decisi¨®n de la mayor¨ªa". La frase hubiera podido pronunciarla su padre, y es que Pablo Gonz¨¢lez Romero, alumno de primero de BUP en el instituto de bachillerato Mariana Pineda, del barrio de Moratalaz, en Madrid, parece haber aprendido por lo menos esa practiqu¨ªsima lecci¨®n dialogante del presidente del Gobierno.Por eso, aunque la mayor¨ªa de los 960 alumnos del colegio p¨²blico ha secundado las huelgas y sucesivas medidas de protesta estudiantiles de los ¨²ltimos d¨ªas, Pablo Gonz¨¢lez, seg¨²n sus compa?eros, se ha mantenido en un plano prudente. "No ha ido a manifestaciones ni a sentadas, y yo he visto que en las asambleas tampoco votaba, pero no se ha portado mal", opina otro alumno de su curso, 1? H, que aprovechando las protestas ha prescindido de una de las pocas clases que se imparten en el colegio, afectado hasta el jueves por una huelga parcial de profesores. "No he ido a la clase de ciencias naturales" dice, "porque pienso seguir la huelga. Mientras Maravall no acepte el tema de la selectividad, hay que seguir".
Estragos femeninos
El chaval, con pinta de tener menos de los 14 a?os que asegura haber cumplido, mantiene una postura contraria a la de Gemma, una chica alta de pelo rizado y maquillaje puntilloso que afirma estar "harta de tantos paros. Es un rollo". Ella, como otros compa?eros, est¨¢ preocupada por lo que puede pasar ahora que les van a hacer juntas "la segunda y la tercera evaluaci¨®n, que son las m¨¢s importantes".Son las once de la ma?ana y el vest¨ªbulo del centro est¨¢ lleno de alumnos. En una esquina, discretamente solitario, un guardaespaldas espera la salida de clase del hijo mayor del presidente del Gobierno, que a sus 14 a?os, con algo m¨¢s de 1,80 de estatura y el indudable gancho del apellido, ha causado estragos en el sector femenino del centro desde que lleg¨® aqu¨ª a comienzos de curso. A la salida de la clase de ciencias, Pablo, que viste un jersei Lacoste azul marino y unos pantalones del mismo tono, se detiene un momento a contestar con cierta desconfianza las preguntas de la periodista. A su alrededor crece un murmullo de risas y protestas. "Desde que vino al centro todas las chicas quer¨ªamos que nos lo presentaran", dice Pilar. Y Jos¨¦, que repite primero "por un fallo t¨¦cnico", se lamenta de que a Pablo "lo aprueban por la gorra". "A ver si no", a?ade otro chico vestido con camisa de cuadros blancos y negros; "el profe de Lengua habl¨® con ¨¦l una hora el d¨ªa del examen y eso que hab¨ªa dicho que nada de preguntas. Casi todos le hacen la pelota porque es el hijo del presidente".
Los alumnos del Mariana Pineda han seguido las jornadas de protesta fuera del propio centro, al contrario que los del colegio Montserrat, donde estudia 3? de BUP Miguel Maravall, de 17 a?os, hijo del ministro de Educaci¨®n y Ciencia, Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall.
De los 950 alumnos de Montserrat, un centro privado perteneciente a la Fundaci¨®n Hogar del Empleado que subvenciona al 70% el Ministerio, poco m¨¢s del centenar han acudido al primer encierro previsto para la noche del lunes. Miguel Maravall no est¨¢ entre ellos. "Creo que s¨®lo fue a la primera manifestaci¨®n", dice Conchi compa?era de curso, que se pasea por el colegio con una bolsa de aseo -"para poder pintarme ma?ana por la ma?ana"-. Las risas y abucheos ahogan la conversaci¨®n cuando aparece en la pantallas de televisi¨®n el ministro de Educaci¨®n. "Bueno, Miguel lo lleva bien", explica otra compa?era sentada en las primeras filas de la sala de v¨ªdeo, "s¨®lo nos meternos un poco con ¨¦I de vacile por lo de su padre, pero es un chaval majo". El director del Montserrat, L. A., no s¨®lo ha autorizado los encierros dentro del colegio sino que parece compartir en buena medida la postura de los alumnos. A ¨²ltima hora de la noche, chicos y chicas con sacos de dormir atraviesan riendo los pasillos, a la espera de una larga noche que quiz¨¢ no acabe con la selectividad pero que, sin duda, ser¨¢ para ellos una gran experiencia.
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