Lo que queda de Dr. Feelgood
Lee Brilleaux ha sobrevivido los ¨²ltimos cinco a?os, los m¨¢s adversos de su carrera musical accidentada, gracias a su fervor por el rhythm and blues y por el heredero directo, el rock and roll. De ciudad en ciudad, de un escenario a otro, este int¨¦rprete veterano ha contribuido realmente a la consolidaci¨®n en el Reino Unido del rhythm and blues, un estilo ya a?ejo. Se present¨® en su primer recital madrile?o desde su retorno, con aspecto de director de orquesta despistado, vestido de esmoquin y pajarita negros, como si los d¨ªas locos ya no tuviesen raz¨®n de ser y la m¨²sica que ¨¦l siempre ha abrazado necesitara, por fin, vestirse de gala.Fue un concierto para recordar. Como The Blasters, los cuatro de Dr. Feelgood hacen lo de toda la vida, sin muchos matices actuales, amarrados a los riffis de guitarra y bajo m¨¢s cl¨¢sicos. El nombre de Dr. Feelgood tuvo su momento, y Brilleaux, quien lo cre¨® y a¨²n lo mantiene, no parece cansado ni tampoco act¨²a con el desenfado y la garra de anta?o. Quien tuvo, retuvo, naturalmente, y, al sentimiento que siempre le caracteriz¨® y distingui¨® al interpretar, se a?ade ahora su dominio total de los registros vocales al uso, de los trucos para comunicar con el p¨²blico y de los movimientos bajo los focos.
Dr
FeelgoodConcierto de Dr. Feelgoiad. Lee Brilleaux, voz, guitarra y arm¨®nica; Gordon Russell, guitarra; P. H. Mitchell, bajo, y Kevin Morris, bater¨ªa. Duraci¨®n, 82 minutos. Sala Universal. Madrid, 4 de febrero.
Se recordaron los ¨¦xitos de hace una d¨¦cada, Black in the night o Milk and alcohol, o las melod¨ªas ajenas, como la vieja Get Rhythm, de Johnny Cash, o la m¨¢s actual, I'm a real man, del californiano John Hiatt, que result¨® uno de los instantes m¨¢s l¨²cidos y amenos de la actuaci¨®n. Brilleaux present¨® dicho tema como uno de sus favoritos, incluido en el elep¨¦ nuevo que lleva por t¨ªtulo su propio apellido. Los que le acompa?an, muy profesionales y amoldados completamente al personaje principal del invento, llegaron a lucirse, como el guitarrista Gordon Russell, que prob¨® su talento en solos brillantes, tocados con mucho nervio. M¨¢s de uno entre los asistentes pudo aflorar los saltos, gestos extra?os y dedos veloces de Wilko Johnson, que hace poco hab¨ªa estado sobre las mismas tablas.
Dr. Feelgood son especialistas del sonido en directo. En los setenta se celebraron m¨¢s sus actuaciones que sus discos, y por ello los espectadores madrile?os agradecieron cada momento que recuperaba el grupo brit¨¢nico sus canciones de entonces. Y la garganta de Brilleaux estuvo dispuesta para ello. En alguna fase enronqueci¨® cual viejo negro que llora su blues cada d¨ªa. Tambi¨¦n sopl¨® la arm¨®nica y resbal¨® su dedal met¨¢lico sobre las cuerdas de la guitarra en fases espectaculares, en las que el blues r¨ªtmico se convirti¨® en duro rock. Los cuatro m¨²sicos demostraron ser recreadores de un sonido y maneras m¨¢s que establecidas que gozaron preferentemente los seguidores, quienes no parecieron agotarse ni de rock and roll ni de rhythm and blues el¨¦ctrico, aunque Dr. Feelgood, los legendarios ribere?os del Sur, s¨®lo queden en la memoria. En el presente, Brilleaux, Dr. Feelgood, sue?a con vivir en escena hasta la muerte.
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