El Salvador, un pa¨ªs dividido entre dos poderes enfrentados
El Ej¨¦rcito ha perdido el control de los poblados donde domina la guerrilla
Santiago El¨ªas, de 50 a?os, peque?o agricultor, padre de 13 hijos y presidente de la directiva de padres de familia en la ¨²nica escuela del pueblo, es el encargado de las compras escolares. Ha gastado 5.000 colones (unas 130.000 pesetas) en reparar el techo, las ventanas y las puertas de un viejo sal¨®n que se encontraba deteriorado. Trabajar¨¢n en ¨¦l los alumnos del s¨¦ptimo grado. La escuela es p¨²blica (en teor¨ªa, bajo la responsabilidad del Gobierno); el dinero, sin embargo, le fue entregado a Santiago El¨ªas por los guerrilleros izquierdistas del Frente Farabundo Mart¨ª para la Liberaci¨®n Nacional (FMLN), que libran, tras siete a?os de cruentas batallas, una guerra para derrocar al Gobierno pronorteamericano del presidente Napole¨®n Duarte.
"Por mi seguridad no le puedo decir qui¨¦n me dio el dinero. Lo que s¨ª puedo decirle es lo que todos ven: los muchachos [guerrilleros] viven aqu¨ª. Estamos acostumbrados a su presencia; es m¨¢s, nos entendemos con ellos", responde El¨ªas al ser preguntado de d¨®nde vinieron los 5.000 colones.
En conversaciones con otros vecinos, con el cura del pueblo y con los guerrilleros mismos, queda claro que el dinero fue entregado por el FMLN. Antes hab¨ªa sido solicitado a uno de los personajes m¨¢s ricos de la comunidad por los mismos rebeldes.
"Ese hombre es el ex alcalde del pueblo. Aqu¨ª tiene buenos negocios, y cuando desempe?aba su cargo rob¨® mucho. Fue un corrupto. Por eso decidimos que si quiere seguir viviendo aqu¨ª tiene que hacer una colaboraci¨®n para suplir las necesidades de la gente", explica Alberto' uno de los guerrilleros que con su fusil M-16 al hombro se pasea tranquilamente por la plaza del pueblo.
"El ¨²nico ministerio con que el Gobierno se hace representar aqu¨ª es el de Educaci¨®n", dice el guerrillero Alberto, "y se lo permitimos porque queremos que se erradique el analfabetismo". "Sin embargo", precisa el rebelde, "ejercemos control sobre el programa de ense?anza". Seg¨²n Alberto, hubo una reuni¨®n con el maestro y se revis¨® el programa. Se suprimieron los temas relativos a la Constituci¨®n, la alcald¨ªa, el voto y las elecciones.
"Acordamos con el maestro que, en lugar de que ense?e cosas que no se aplican en este lugar y contra las cuales el FMLN combate, mejor que hable de milpa, azad¨®n, gobierno local. Temas que a diario los vive la gente de Chalatenango".
Vecinos del pueblo y fuentes eclesiales de la zona explican que, por ejemplo, en El Carrizal, durante todo 1986, el Ej¨¦rcito ¨²nicamente estuvo presente durante 13 d¨ªas. Al no haber tropa, tampoco es posible que funcione la autoridad civil del Gobierno. Cuando un alcalde pretende vivir en su pueblo y ejercer sus funciones corre el riesgo de ser detenido por el FMLN.
El Gobierno acepta la imposibilidad de mantener el poder local; por ello, los alcaldes residen en la cabecera de departamento. A trav¨¦s de estos hombres, protegidos por varios miles de soldados, el Gobierno dice dirigir a distancia los destinos de los salvadore?os.
Las fuerzas armadas, por su parte, aducen que ejercen un "control absoluto sobre todo el territorio nacional" y que no mantienen tropas en poblaciones peque?as porque son lugares sin ninguna importancia estrat¨¦gica.
Hace dos a?os, los rebeldes del FMLN ya ejerc¨ªan en gran medida este control militar sobre el norte del departamento de Chalatenango. Hoy sigue existiendo, pero con una diferencia: el contacto y direcci¨®n pol¨ªtica hacia el pueblo es sustancialmente mayor.
Mitin de la guerrilla
Un domingo de este a?o, por ejemplo, la guerrilla organiz¨® un mitin. Asistieron los jefes de familia, las mujeres, los ni?os y los j¨®venes. Antes del mitin, la gente fue a ver al cura y le pidi¨® permiso para sacar los bancos de la iglesia. Los llevaron hasta un lugar sombr¨ªo y all¨ª comenz¨® el acto pol¨ªtico. J¨®venes guerrilleros vestidos de civil y sin armas se dirigieron a la poblaci¨®n. Se habl¨® de la situaci¨®n internacional y nacional."Como no tenemos medios como la radio, la Prensa o la televisi¨®n no nos queda otra alternativa que transmitir nuestros mensajes personalmente", explic¨® el orador nada m¨¢s iniciarse el improvisado mitin.
De esta forma, campesinos de las monta?as de El Salvador, muchos de los cuales apenas si saben leer y escribir, escuchan discursos sobre el imperialismo norteamericano", el "r¨¦gimen t¨ªtere de Napole¨®n Duarte" o la "justa lucha que libra el FMLN". Al final, sin embargo, viene la discusi¨®n sobre los problemas de la comunidad.
?Est¨¢n de acuerdo ustedes en que el FMLN haya suprimido la venta de alcohol en el pueblo?", pregunta el joven guerrillero que dirige el mitin. Los hombres se miran entre s¨ª y ninguno responde. Algunas esbozan una sonrisa c¨®mplice. "?Qu¨¦ dicen ustedes, se?oras?", espeta el guerrillero. "Pues s¨ª, es bueno", responde una. Poco a poco van hablando otras, y luego casi en coro dicen que "est¨¢ bien, porque as¨ª mi marido no gasta el pisto (dinero) en guaro (licor)".
"Adem¨¢s de la pobreza end¨¦mica, los dos grandes problemas sociales de esta zona eran los bolos (borrachos) y los ladrones se?ala el guerrillero Alberto, que ha permanecido a unos metros del mitin escuchando atentamente las intervenciones. "Con el FMLN ambas cosas se acabaron", agrega. "Tenemos, muchas esposas que nos est¨¢n agradecidas porque se termin¨®, el alcoholismo. ?sta es otra forma que utilizamos para entrar con nuestras ideas a los hogares. De antemano llevamos ya ganado el favor de la mujer de la casa", precisa el rebelde.
La direcci¨®n de los asuntos del pueblo por el FMLN tambi¨¦n abarca la justicia. Hace unas semanas, los guerrilleros capturaron a un hombre que se le se?alaba como oreja (informante del Ej¨¦rcito). Se reuni¨® a los pobladores y ¨¦stos le juzgaron. En el juicio p¨²blico, el hombre fue condenado a muerte. Posteriormente, los guerrilleros fueron a consultar con el cura, y ¨¦ste, esgrimiendo valores cristianos, dio su opini¨®n diciendo que no hab¨ªa que matarle. H¨¢bilmente, los rebeldes suspendieron la ejecuci¨®n y decidieron expulsar al hombre del pueblo.
Con gestos de este tipo, los guerrilleros han conseguido que los sacerdotes de la zona, si bien no les apoyan totalmente, al menos no obstaculizan su actividad pol¨ªtica.
El Ej¨¦rcito, por su parte, al no permanecer en la zona y sabiendo que all¨ª se mueve la guerrilla, impide el paso de alimentos. "No dejan pasar casi nada. All¨ª, en el desv¨ªo de El Lim¨®n, hay un ret¨¦n del Ej¨¦rcito que revisa todo lo que uno lleva y s¨®lo permite traer las cosas de consumo personal", explica con enojo Anabella, una joven vecina del pueblo dedicada a la venta de refrescos.
Al visitar las peque?as tiendas del pueblo apenas si se encuentran dos o tres unidades de cada art¨ªculo. La revisi¨®n del Ej¨¦rcito es rigurosa, y bajo el argumento de que "los guerrilleros compran la comida", los soldados ejercen vigilancia las 24 horas del d¨ªa.
Independientemente de la simpat¨ªa o rechazo que los campesinos sientan por el Ej¨¦rcito, est¨¢ claro que quien impide que lleguen a la zona los alimentos se gana con esta actitud la animadversi¨®n de los pobladores.
A medida que el mitin avanza, el pueblo se va llenando de guerrilleros. La mayor¨ªa viste de verde oliva o negro. Ropa requisada al Ej¨¦rcito despu¨¦s de alg¨²n combate o trajes elaborados en los talleres propios. Casi todos son j¨®venes que apenas llegan a los 18 o 20 a?os. El grupo de rebeldes tambi¨¦n est¨¢ integrado por mujeres.
"Ahora, en El Salvador, hay dos poderes: el poder de Duarte y los ricos, y este ej¨¦rcito guerrillero que defiende al pueblo", sentencia el rebelde cuando ya casi est¨¢ a punto de concluir el mitin.
Santiago El¨ªas se retira. No le gusta dar opiniones pol¨ªticas a extra?os. Se limita a dar su versi¨®n sobre el futuro del conflicto salvadore?o. "No se necesita tener anteojos para ver lo que est¨¢ a la vista. L¨¢ ¨²nica salida para esta guerra es el di¨¢logo", explica el agricultor.
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