La feria de las realidades
Todos tan contentos: se sustituye a una gentil y activa directora y las galer¨ªas disidentes regresan al redil; la feria terminar¨¢. nuevamente con d¨¦ficit comercial y el Ministerio de Cultura, as¨ª c¨®mo el Instituto Nacional del Fomento a la Exportaci¨®n, perseverar¨¢ en el sost¨¦n de una empresa h¨ªbrida y ruinosa, dif¨ªcilmente rentable, tanto en uno como en otro terreno. Arco continuar¨¢ mostrando su repetido espect¨¢culo de "quiero y no puedo" y seguir¨¢ manteni¨¦ndose el equ¨ªvoco de una oferta seudocultural cuyo motivo fundamental, debiendo ser tambi¨¦n comercial, es, ante todo, objetivo de malentendido prestigio.En este sentido convendr¨ªa referirse a las recientes declaraciones de la nueva direcci¨®n -"Arco es una feria comercial, y no un evento cultural"- para observar c¨®mo el deseo de marcar una distancia con las anteriores versiones de la feria permanece todav¨ªa mediatizado por su propia hibridez. La ¨²nica concesi¨®n cultural, se nos afirma, ser¨¢n los encuentros y las conferencias, cabiendo preguntarse en d¨®nde reside la diferencia, ya que estas actividades eran precisamente, a pesar de su inoperancia ' la ¨²nica justificaci¨®n cultural que Arco ofreci¨® anteriormente. Una terminolog¨ªa sospechosa, pretenciosa, pretendidamente comercial y ciertamente seudocultural aparece en el folleto de presentaci¨®n del evento, incit¨¢ndonos de nuevo a la sospecha. Aprendemos, por ejemplo, que "Madrid es el rompeolas de Espa?a", que la capital posee una "flota de taxis" y que, con motivo de Arco, la ciudad "se impregnar¨¢ art¨ªsticamente con la celebraci¨®n de m¨²ltiples exposiciones y espect¨¢culos". A tal chovinismo madrile?o sucede el chovinismo nacional: "Espa?a es hoy, m¨¢s que nunca, un pa¨ªs de artistas", y a esta afirmaci¨®n radical, a este ol¨¦ nacionalista, se a?adir¨¢ un tajante reto cultural: "Arco como desaf¨ªo a la creatividad".
El maridaje del arte y del comercio continuar¨¢ suscitando, como podemos observar, ciertos malentendidos. Las afirmaciones de la nueva direcci¨®n de Arco parecen confirmarlo, y ser¨ªa preciso comentar, aunque sea someramente, la relaci¨®n entre arte y comercio y analizar la viabilidad de una muestra comercial en terreno poco propicio, al menos por el momento, para su desarrollo.
?Desde cu¨¢ndo el arte y el comercio han ido disociados? He aqu¨ª el problema, pues, aparte del arte producido por las sociedades primitivas y del arte ritual del pasado, toda expresi¨®n pl¨¢stica ha sido comerciable desde los m¨¢s lejanos tiempos.
Los pintores del rom¨¢nico, por ejemplo, a pesar de su actual anonimato, fueron reconocidos y remunerados por su trabajo. El precio de un trabajo art¨ªstico es, por otra parte, aleatorio: la cotizaci¨®n de las obras de arte var¨ªa en funci¨®n de las fluctuaciones del mercado, de las modas, de los olvidos -en muchos casos inmerecidos-, tanto como de su moment¨¢neo redescubrimiento o de su afirmaci¨®n definitiva en la historia. No olvidemos que el arte, en todas sus formas, siendo prioritariamente veh¨ªculo de expresi¨®n individual -actitud que comporta necesariamente el riesgo y la aventura- y siendo tambi¨¦n medio de comunicaci¨®n y enfrentamiento de ideas, es tambi¨¦n profesi¨®n y, por tanto, actividad mercantil.
El problema surge precisamente cuando, en una reciente inversi¨®n de los signos, ciertamente penosa; el concepto de vanguardia, unido estrechamente al de modernidad, se ha visto sustituido por aquel otro que afirma el predominio de la moda unida al comercio. El empleo de t¨¦cnicas comerciales semejantes a las utilizadas en el lanzamiento de productos de consumo lleva consigo la artificiosa basculaci¨®n de las tendencias, su inmadurez, la creaci¨®n de falsos mitos y el pasaje aberrante y ef¨ªmero de los meteoros. La aparici¨®n de las ferias de arte en centros econ¨®micamente poderosos responde en gran parte a esta situaci¨®n, ciertamente diferente del pasado, desconcertante para muchos y en gran p arte negativa. Responde a esta alteraci¨®n de los signos en donde la especulaci¨®n basada en la novedad a ultranza -y el esnobismo que conlleva- sustituye la calidad y la perseverancia en el universo personal y obsesivo. El aspecto positivo de las ferias de arte verdaderamente importantes -Colonia, Basilea y Par¨ªs- consiste en la reuni¨®n en un solo lugar de diversos acontecimientos est¨¦ticos, cifr¨¢ndose su inter¨¦s en funci¨®n de la importancia del contenido art¨ªstico ofrecido. Junto a su car¨¢cter de acontecimiento social son fuente de activas transacciones comerciales y reflejo de realidades econ¨®micas; para quien quiere y sabe ver son tambi¨¦n pretexto para el an¨¢lisis de realidades est¨¦ticas.
El segundo aspecto se refiere a la propia existencia de una feria de arte cuya excelente organizaci¨®n no se corresponde con las realidades adquisitivas -escasez de verdaderos coleccionistas- ni con el funcionamiento de los estamentos culturales -ausencia de museos de arte moderno e inoperancia y penuria econ¨®mica de los pocos existentes-, mostr¨¢ndonos un abrupto contraste entre una manifestaci¨®n que se ve correspondida con la masiva asistencia del p¨²blico y la pobreza de unas proposiciones est¨¦ticas o la debilidad de unas operaciones comerciales.
Dado que Arco es una feria eminentemente comercial al decir de sus organizadores, parece evidente concluir que solamente tendr¨¢ raz¨®n de existir cuando pueda subsistir sin ayuda oficial, tal como l¨®gicamente sucede en otros pa¨ªses, dejando de ser fachada de malentendido prestigio necesitada del aval estatal, espejismo art¨ªstico e imagen ficticia de una realidad econ¨®mica y cultural. De ser as¨ª, quedar¨ªa demostrado que una situaci¨®n in¨¦dita ha surgido en nuestro pa¨ªs: la feria de las veleidades se habr¨¢ transformado en feria de las realidades, mediante el respaldo comercial de una sociedad, sin mendigar una injustificada y oficial protecci¨®n. Perm¨ªtasenos, al menos por el momento, manifestar nuestro escepticismo frente a tan novedosa situaci¨®n. En todo caso, de no poderse autofinanciar, Arco no se justifica en su forma actual, y la adquisici¨®n de obras por los organismos culturales como forma de paliar el descontento de las galer¨ªas extranjeras no contribuir¨¢ m¨¢s que a perseverar en el malentendido antes apuntado, teniendo tal remedo la desventaja de una elecci¨®n limitada debido a la pobreza de la oferta. Si el Estado adquiere obras con destino a un futuro Museo de Arte Moderno, tal hecho inhabitual deber¨¢ realizarse reflexivamente en los lugares en que este arte se produce, escogi¨¦ndose las obras en funci¨®n de su calidad y de su razonada exigencia.
El ¨¦xito popular de Arco demuestra la necesidad de un acontecimiento pl¨¢stico que responda a la creciente demanda cultural. Podr¨ªa tambi¨¦n afirmarse que el ¨¦xito de una feria eminentemente comercial depende en gran parte de la importancia de las propuestas art¨ªsticas que en ella se ofrecen. Si los organismos culturales se muestran imposibilitados de realizar grandes manifestaciones de car¨¢cter panor¨¢mico e internacional, si se contin¨²a persistiendo en el mantenimiento de Arco, ser¨¢ preciso replantear la feria bajo presupuestos que acent¨²en el aspecto art¨ªstico del problema, justific¨¢ndose entonces la colaboraci¨®n estatal. Arco, quiz¨¢, podr¨¢ transformarse en una gran exposici¨®n realizada con un restrictivo conjunto de galer¨ªas nacionales y extranjeras, de forma que cada una de ellas pudiera mostrar con largueza, en espacios amplios y bajo condiciones econ¨®micas atractivas, la obra de un solo artista. Esta sugerencia, y su condici¨®n un¨ªvoca, tendr¨ªa al menos la venta a de ofrecer un conjunto facetario, pero representativo del arte actual, en cierto modo semejante al mostrado por algunas de las grandes manifestaciones internacionales, cre¨¢ndose un acontecimiento que posibilitara, tanto para el p¨²blico como para los artistas, el confrontamiento con la creatividad y la demanda internacional.
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