Las hierbas, principal alimento de los refugiados
J. V., La situaci¨®n es verdaderamente angustiosa, y no s¨®lo en el campamento que ha solicitado el permiso para practicar el canibalismo. Los 4.000 refugiados de Chatila y los 17.000 de Rachidie, igualmente bloqueados por Amal, "s¨®lo se alimentan de hierbas", seg¨²n declara el jeque sun¨ª Mohamed Arifi, que ha pasado 39 d¨ªas encerrado en Rachidie.
S¨®lo los campamentos de Ain el Helue y Mie-Mie, pared con pared con la ciudad de Sid¨®n, escapan al asedio. Un d¨ªa del pasado oto?o, un grupo de fedayin sali¨® de Ain el Helue y ocup¨® por sorpresa la poblaci¨®n de Magduche, desde la que los artilleros de Amal no cesaban de hostigarles. Ahora, los fedayin se han retirado de Magduche, pero Amal no ha recuperado el control de la estrat¨¦gica posici¨®n. Milicianos sun¨ªes de Sid¨®n, simpatizantes de la causa palestina, y hombres del Hezbol¨¢ han ocupado las posiciones dejadas por Al Fatah y otros grupos palestinos.
Abu Sabra, un hombre de aspecto abisinio, con piel oscura y cabello rizado, es uno de los jefes de Al Fatah en Ain el Helue. Tiene su oficina en una planta baja, a la que se llega a trav¨¦s de un d¨¦dalo de callejuelas de apenas un metro de ancho, donde todos los conductos de agua, electricidad y tel¨¦fono est¨¢n a la vista.
En la oficina de Al Fatah, en la principal concentraci¨®n palestina de L¨ªbano, se respira la vieja excitaci¨®n de los d¨ªas de la batalla de Beirut contra los israel¨ªes. Hay una mesa con una tetera de cobre, dos pistolas ametralladoras, pa?uelos de papel, vasos y platos, donde muchas manos untan pedazos de pan. Piezas de manaish -torta de especies- se calientan en una estufa. Al otro lado, un fusil ametralladora kalashnikov reposa sobre un televisor japon¨¦s ¨²ltimo modelo.
Es un inmueble caracter¨ªstico de los campamentos palestinos en L¨ªbano, construido con bloques de cemento y tejados de chapa. La pieza apenas tiene tres metros de ancho por 10 de largo, pero en ocasiones 20 personas se api?an en torno al sill¨®n de Abu Sabra. Son viejos combatientes de muchas guerras y muchachos de mirada lobuna, que hacen crujir sus nudillos. Los hombres cargan sacos de arena en Ain el Helue, los ni?os corretean y las mujeres hacen cola ante los hornos de pan.
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