Giscard d'Estaing, reserva pol¨ªtica
La propuesta de acortar el mandato presidencial divide a la mayor¨ªa gobernante en Francia
La presidencia de la V Rep¨²blica Francesa se basa en la duraci¨®n de siete a?os del mandato presidencial, el sufragio universal y los extensos poderes de su titular. El ex presidente Val¨¦ry Giscard d'Estaing acaba de "dar una patada en el hormiguero", en palabras de un colaborador del primer ministro, Jacques Chirac, al anunciar que esta misma primavera pedir¨¢ el acortamiento del mandato presidencial a cinco a?os.
Giscard d'Estaing, que cuenta 60 a?os, dar¨¢ este paso en caso de que no sea el propio Gobierno el que, de acuerdo con el presidente de la Rep¨²blica, convoque un refer¨¦ndum para realizar esta reforma constitucional aparentemente de detalle. Giscard no se cuenta precisamente entre los personajes pol¨ªticos con m¨¢s posibilidades de acceder, en su caso por segunda vez, a la presidencia de la Rep¨²blica. Lo revelan las encuestas, pero tambi¨¦n las dif¨ªciles relaciones que mantiene con importantes personajes de la propia coalici¨®n de la mayor¨ªa que est¨¢ en el Gobierno. Giscard no es tan s¨®lo un ex presidente sino tambi¨¦n un hacedor de presidenciables: dos ex primeros ministros y un ex pupilo pol¨ªtico suyos se cuentan entre los nombres con los que hay que contar en la gran carrera.El primero es Jacques Chirac, que sali¨® del hotel Matignon, residencia oficial del primer ministro, donde le hab¨ªa puesto Giscard, dando el portazo para fundar hace algo m¨¢s de diez a?os el partido que ahora lidera: el RPR (Asamblea para la Rep¨²blica). El segundo es Raymond Barre, el m¨¢s s¨®lido candidato de la derecha. El tercero es Fran?ois L¨¦otard, l¨ªder del Partido Republicano, pero ya no del giscardismo.
El terreno de juego de Giscard no es el de los dem¨¢s candidatos a la presidencia, Mitterrand incluido. Su iniciativa de llegar a la elecci¨®n de un presidente europeo en 1995 por sufragio universal o su propuesta sobre la duraci¨®n del mandato presidencial son los envites que corresponden a una mesa de juego elegida para sobrevivir como notable y padre de la patria. Giscard debe pensar en s¨ª mismo cuando sue?a en un presidente instalado en Bruselas.
Tambi¨¦n debe pensar en s¨ª mismo cuando apoya el acortamiento de la presidencia de siete a cinco a?os. No tanto para ocupar la presidencia en 1993 como para encontrarse con la eventualidad de su nombramiento como primer ministro en 1988, despu¨¦s de una nueva victoria presidencial socialista seguida, en caso muy probable de disoluci¨®n de la Asamblea Nacional, de una nueva mayor¨ªa, quiz¨¢ relativa, de la derecha. Pero en cualquiera de las eventualidades, Giscard se presenta con estos gestos como una reserva pol¨ªtica para Francia.
Aunque expres¨® a principios de a?o sus reservas respecto a la necesidad de convocar un refer¨¦ndum para reducir el mandato presidencial, Mitterrand ver¨ªa favorecida la posibilidad de presentarse de nuevo a las elecciones a la presidencia de la Rep¨²blica. La perspectiva de un segundo mandato no estimula precisamente a un hombre que tendr¨¢ 72 a?os en 1988 y que cuenta con el ejemplo nada edificante de lo que sucede en la Casa Blanca. Su sentido de la Historia, en may¨²scula, va a contrapelo de la evocaci¨®n de los tributos que cobra la senilidad. Pero el mandato de cinco a?os ayudar¨ªa a facilitar la presentaci¨®n del actual presidente, que en principio s¨®lo pugnar¨¢ por el El¨ªseo si su nombre es la ¨²nica y s¨®lida garant¨ªa de victoria socialista.
Raymond Barre, que ha expresado su repugnancia respecto a la cohabitaci¨®n entre un presidente socialista y un primer ministro conservador, antes ya de que se produjera, no es partidario del acortamiento. Quisiera recuperar los poderes excepcionales del presidente que antes de la cohabitaci¨®n, eran pr¨¢cticamente todos los posibles, dentro de los l¨ªmites de la paciencia del primer ministro.
Jacques Chirac, en cambio, se encuentra en una situaci¨®n comprometida. Su mentor, su inventor, su padre espiritual e ideol¨®gico, Georges Pompidou, llev¨® hasta las dos c¨¢maras la reforma del mandato presidencial. Fue aprobada y qued¨® all¨ª, esperando a la historia y comida por sus avatares, su muerte entre otras. Por eso ha se?alado "que no se opone" a tal reforma, a pesar de que reflexione en voz alta si no es hora de ocuparse de cuestiones de mayor trascendencia.
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