La reuni¨®n de los obispos
No ha habido ocasi¨®n tan abierta a la preocupaci¨®n por lo que van a hacer nuestros obispos como la que se presenta ante la pr¨®xima elecci¨®n del presidente de la Conferencia Episcopal.Peri¨®dicos, revistas, radio y televisi¨®n est¨¢n dejando numerosos espacios -mas numerosos que nunca- dedicados a hablar de ello. Opiniones para todos los gustos salen casi diariamente a relucir en los medios de comunicaci¨®n social.
Unos airean el conservadurismo recatado de monse?or Suqu¨ªa, el arzobispo de Madrid, que dicen los maliciosos que suele autotitularse en el extranjero "el cardenal de Espa?a". Otros, queriendo superar en alguna medida la involuci¨®n que pretende ahora Roma en todo pa¨ªs cat¨®lico, quernan hacer un esfuerzo por conservar a don Gabino D¨ªaz Merch¨¢n. Y, por ¨²ltimo, hay quien opina que pueda salir, en esta lucha soterrada, un tercero en discordia: el moderado Delicado Baeza; o incluso se habla del tranquilo y apacible monse?or Roca, figura de erudito inclinado al escepticismo pr¨¢ctico en su acci¨®n. Figuras estas dos ¨²ltimas que en nada molestar¨ªan a Roma y probablemente muy poco a nuestro Gobierno socialista, especialista en moderaci¨®n gubernativa.
Al final, el ciudadano mira un poco asombrado este ruidoso aparecer de los obispos en la cotidiana palestra informativa. No acaba de comprender por qu¨¦ puede ser tan importante tener a un obispo o a otro al frente de un estamento social como ¨¦ste, que ya no posee la fuerza social que tuvo hasta hace bien pocos a?os.
Porque, por mucho que le parezca al editorialista de EL PA?S hace pocos d¨ªas, el asunto no es tan importante para la sociedad espa?ola. Para quienes puede ser m¨¢s decisivo es para muchos cat¨®licos espa?oles, que est¨¢n inquietos por el rumbo hacia atr¨¢s que est¨¢ adquiriendo poco a poco el conjunto d¨¦ la Iglesia espa?ola.
Hasta hace pocos a?os, una veintena de obispos m¨¢s avanzados se reun¨ªa entre s¨ª para preparar las conferencias episcopales y hacer inteligente presi¨®n sobre sus compa?eros m¨¢s retr¨®grados. Hoy, en cambio, mucho ser¨¢ que media docena se re¨²na para intentar que el carro eclesi¨¢stico no se incline persistentemente hacia atr¨¢s.
Los aldabonazos de Roma en cuesti¨®n sexual, o en la batallona materia de las anulaciones matrimoniales, apenas repercuten en nuestro pueblo, pero desaniman a la mayor¨ªa de nuestros cat¨®licos, que querr¨ªan ver claramente retratada en la Iglesia la apertura que supuso el Concilio Vaticano II, con tanta intervenci¨®n llena de perspectivas de progreso hacia el futuro, voceada por la mayor¨ªa de los 2.500 obispos de todo el orbe all¨ª reunidos.
J¨®venes
Habr¨ªa que preguntarse sinceramente: ?qu¨¦ pretenden las alturas eclesi¨¢sticas de Roma y de nuestra Pen¨ªnsula e islas adyacentes? ?Creen que la juventud les sigue? ?Piensan que los sumisos fieles de ayer van a seguir brotando otra vez por generaci¨®n espont¨¢nea entre los m¨¢s j¨®venes de hoy y, sobre todo, entre los adolescentes que ma?ana gobernar¨¢n el pa¨ªs pol¨ªtica, social, econ¨®mica y profesionalmente?
El que mira siempre hacia atr¨¢s termina por perder el tren. Y me parece que esto es lo que nos est¨¢ ocurriendo desde hace a?os a los cat¨®licos espa?oles en general: los pilotos de su nave no quieren ver los arrecifes que est¨¢n situados ante la proa del barco. Y as¨ª, un d¨ªa se van a encontrar con que el buque se ha embarrancado definitivamente y va a ser muy dif¨ªcil volver a ponerlo en marcha.
Y as¨ª, no ser¨ªa extra?o que un pa¨ªs con tanta tradici¨®n cat¨®lica se convierta el d¨ªa de ma?ana en un erial religioso si se persiste en presentar a las generaciones. futuras una Iglesia sin vida ni atractivo, ni ilusi¨®n de porvenir.
Lo que, desde luego, no tiene sentido es que a algunos les parece improcedente hablar de corrientes dentro de la Conferencia Episcopal. No ser¨ªan humanos nuestros obispos si no tuvieran distintas opiniones y orientaciones. Y.si en los c¨®nclaves para elegir al Papa las hay y se producen luchas de grupos y personas, ?por qu¨¦ a nivel nacional no se tiene que producir el mismo fen¨®meno? Y de hecho se produce, moleste a quien moleste el que se diga. Porque si no ser¨ªa todav¨ªa peor: nos encontranamos con un grupo de obispos anodino.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.