Siete d¨ªas de enero
Del 16 de enero al 22 del mismo mes de 1983 Andy Warhol visit¨® Madrid por primera y ¨²nica vez. Lo hizo acompa?ado por Chris Makos, fot¨®grafo-estrella de Interview, y Fred Hughes, el hombre de las finanzas. Dinero y popularidad, los dos ingredientes esenciales de Warhol, representados ejemplarmente en un s¨¦quito coherente, servicial y con las dosis de arrogancia suficientes para manifestar su condici¨®n imperial.Fernando Vijande hab¨ªa comprado el total de la exposici¨®n que se exhib¨ªa en su galer¨ªa-garaje por un mill¨®n de d¨®lares (unos 130 millones de pesetas de enero de 1983). Treinta cuadros y once dibujos con un t¨ªtulo definitorio de su contenido: Pistolas, cuchillos y cruces (nada tan descriptivo de Espa?a como esa trilog¨ªa pl¨¢stica, como se?al¨® oportunamente Vicente Molina Foix en El Pa¨ªs Semanal). Sus precios: desde las 780.000 pesetas a los 6.500.000 pesetas.
Para los ciudadanos espa?oles, contemplar a Warhol era, no sin raz¨®n, contemplar a un elemento clave de la mitolog¨ªa de los sesenta, d¨¦cada a su vez -y por m¨²ltiples circunstancias- ejemplar. All¨ª estaba el promotor de la Velvet Underground, el animador cultural de la alta sociedad neoyorquina, el retratista de todos los triunfadores de la segunda mitad del siglo XX, el creador de la Factory, el blanco perfecto de la enloquecida Valerie Solanes y el alma de Interview y tantas cosas.
"El arte de los negocios es el paso que sigue al arte. Empec¨¦ como artista comercial y quiero terminar como artista empresario. Tras hacer lo que se llama arte, o como quiera que se le llame, pas¨¦ al arte de los negocios. Quer¨ªa ser un empresario art¨ªstico o un artista empresario. Ser bueno en los negocios es la m¨¢s faseir¨ªante de las artes". (Andy Warhol, Filosof¨ªa de A a B y de B a A. Nueva York, 1975. Tusquets, 1981).
Los siete d¨ªas de enero de Warhol en Madrid fueron absolutamente respetuosos con esa declaraci¨®n program¨¢tica: estuvo en siete fiestas estelares (March, Coca, Fierro, Hachuel, etc¨¦tera), visit¨® el Museo del Prado (poco m¨¢s de quince minutos a buena marcha), el palacio de Liria, la plaza Mayor, Chinch¨®n y Toledo. Compr¨® un cuadro a un pintor callejero, varias boinas y gorros folcl¨®ricos y refuerzos de plata para los cuellos de las camisas. Conoci¨® a la crema de la sociedad madrile?a, qued¨® fascinado por Pitita Ridruejo, pos¨® para todo fot¨®grafo que se lo requiri¨® y demostr¨® su genio y figura al ponerse encima de sus pantalones vaqueros otros m¨¢s apropiados para cualquiera de las fiestas de etiqueta a las que hab¨ªa sido invitado. Los jeans eran su segunda piel y no quiso renunciar a ellos en ning¨²n momento. La alta sociedad comprender¨ªa despu¨¦s el gesto al comprar desaforadamente los vaqueros de Gloria Vanderbilt o Klein. Adem¨¢s de todo esto realiz¨® las fotograf¨ªas oportunas para confeccionar, ya en Nueva York, tres retratos de triunfadores locales al precio de 3.250.000 pesetas cada uno de ellos. Artista y empresario triunfaron una vez m¨¢s.
Babelia
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