Carta a un miembro de Herri Batasuna
D¨ªa 18 de febrero de 1987, Bilbao. Luisa S¨¢nchez vuelve del trabajo a casa, y al pasar junto a un establecimiento comercial de Renault una bomba colocada por ETA explosiona y la metralla le destroza la cara, le enuclea los ojos, le arranca una pierna, le produce otras lesiones y poco despu¨¦s fallece.Este hecho difiere poco del caso del s¨²bdito norteamericano que, haciendo deporte por una calle de Madrid, otra bomba explosiona junto a ¨¦l, es tra¨ªdo a nuestro hospital agonizando, falleciendo 48 horas despu¨¦s a causa de las lesiones cerebrales sufridas. Con otros motivos y en otros lugares, este hecho tampoco difiere mucho de los casos de los coches bomba contra autobuses de guardias civiles.
Intentando ponerme en el caso del marido y los hijos de Mar¨ªa Luisa S¨¢nchez, probablemente pueda entender lo del derecho a la auto determinaci¨®n, lo de las injusticias al aplicar la ley antiterrorista, lo de que la bomba colocada por ETA s¨®lo era contra la empresa francesa, etc¨¦tera; podr¨ªa estar de acuerdo con que todas estas ideas se defiendan p¨²blicamente, o de que Yoldi hable en el Parlamento vasco o donde quiera, pero lo que nunca aceptar¨ªa y siempre repudiar¨ªa es a la gente que para conseguir sus fines ideol¨®gicos, buenos o no, pase por encima de la sangre y la muerte de dem¨¢s personas, como ETA, GAL, etc¨¦tera.
Me parece muy bien que cada uno defienda sus ideas, pero a la hora de perseguir nuestros objetivos, una premisa debe permanecer clara, que es la de que no intentar imponer mis ideas a costa de la sangre y muerte de otras personas como tu, yo o los dem¨¢s.
Me despido con un abrazo entra?able a la familia de Luisa S¨¢nchez y, otros tantos.- M¨¦dico objetor de conciencia.
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