"Quiero provocar revulsivos, a ver si se vomita de una vez todo lo malo del teatro actual"
Tres a?os hace que rod¨® La barraca por Valencia. De aquella noche vibrante de Fuenteovejuna, en la Libertad, ac¨¢, el poeta que hace de cinco lavanderas cinco G¨®ngoras, seg¨²n la expresi¨®n feliz de Alejandro Gaos, ha recorrido mucho mundo.Encuentro al poeta dramaturgo en el cuarto del Principal de Margarita Xirgu, la actriz ¨²nica. Examina los figurines que acaban de traerle para Bodas de sangre. Los ha dibujado, prodigiosamente, un muchachillo, un ni?o casi, Jos¨¦ Caballero, que aprendi¨® al lado de V¨¢zquez D¨ªaz y que ya dio una muestra de su llama ilustrando Llanto por S¨¢nchez Mej¨ªas (-).
Pregunta. D¨ªgame, Federico, para la mejor comprensi¨®n de su teatro por el p¨²blico, si sus tipos y, en general, los personajes de sus dramas, son reales o simb¨®licos.
Respuesta. Son reales, desde luego. Pero todo tipo real encarna un s¨ªmbolo. Y yo pretendo hacer de mis personajes un hecho po¨¦tico, aunque los haya visto alentar alrededor m¨ªo. Son una realidad est¨¦tica. Por esa raz¨®n gustan tanto a Salvador Dal¨ª y a los surrealistas.
P. La burgues¨ªa y la gran mesocracia, que componen la zona m¨¢s extensa del p¨²blico -los obreros no van al teatro-, le reprochan la crudeza del lenguaje.
R. No hay tal crudeza. So pena que se llame as¨ª a trasplantar la vida como es. Las gentes a quienes espanta mi realidad son fariseos que viven sin asustarse la misma realidad de mi teatro.
Temas horribles
P. Tambi¨¦n algunos cr¨ªticos le acusan de cierto prurito de querer epatar con expresiones que parecen escandalosas.R. Las empleo porque me salen de dentro. Sin fingimiento ni c¨¢lculo malicioso. Pero, adem¨¢s una de las finalidades que persigo con mi teatro es precisamente aspaventar y aterrar un poco. Estoy seguro y contento de escandalizar. Quiero provocar revulsivos, a ver si se vomita de una vez todo lo malo del teatro actual.
P. ?Qu¨¦ labor inmediata prepara?
R. Me sale al camino de autor que empieza a andar- una monta?a de cosas por hacer. Voy a llevar a la escena temas horribles, El p¨²blico a que usted ha aludido antes se va a aspaventar mucho m¨¢s. (...) Tengo un asunto de incesto, La sangre no tiene voz, ante cuya crudeza y violencia de pasiones Yerma tiene un lenguaje de arc¨¢ngeles.
P. D¨ªgame algo de Do?a Rosita.
R. Do?a Rosita es un drama sencillo con apariencia de comedia blanca. Un drama doliente para familias. Una eleg¨ªa, matizada y triste, de la mujer soltera. En la casa donde no hay una hay dos. Siempre me ha causado una gran pena ver en Espa?a que para que una muchacha se case necesitan sacrificarse 20 v¨ªrgenes.
P. ?Cu¨¢les son los puntos cardinales del teatro en nuestros d¨ªas?
R. Hoy no interesan m¨¢s que dos clases de problemas: el social y el sexual. La obra que no siga una de esas direcciones est¨¢ condenada al fracaso, aunque sea muy buena. Yo hago la sexual, que me atrae m¨¢s. Pudiera escribir otras cosas porque es ¨¦se mi gusto intelectual. Pero prefiero hacerme con ellas un bonito libro. Dada la preocupaci¨®n del mundo contempor¨¢neo, con otra clase de asuntos, por ahora no se puede especular con la escena viva.
P. ?Qu¨¦ inspiraciones o fuentes, aparte del modelo griego, tiene su teatro?
R. La ra¨ªz de mi teatro es calderoniana. Teatro de magia. En la romer¨ªa de Yerma salto de lo real a lo real simb¨®lico, en el sentido po¨¦tico de obtener ideas vestidas, no puros s¨ªmbolos. Entre mis ecos han notado la huella de Lope, pero se les ha escapado la sombra de Quevedo en mi, amargura. Yo soy un poeta tel¨²rico, un hombre agarrado a la tierra, que toda creaci¨®n la saca de su manantial.
P. A su juicio, ?cu¨¢l es su mayor acierto en Yerma?
R. Creo haber tenido varios. El mejor acto es el de las dos mujeres enlutadas. Aunque para m¨ª lo m¨¢s interesante de mi drama es el proceso obsesivo de la mujer, que habla igual desde que sale hasta que desaparece, y que he cuidado de acompa?arla de una musicalidad mon¨®tona.
P. Si me consiente, me gustar¨ªa oponerle a Yerma algunos reparos que me asaltan.
R. Me alegra que se me discuta m¨¢s que imponerme sin discusi¨®n.
P. Por ejemplo: he echado de menos un hombre con m¨¢s seguridad en la r¨¦plica y con m¨¢s consciencia de su destino que el marido.
R. Si pongo un hombre de pelo en pecho me ahoga el drama de Yerma. El marido es "un hombre d¨¦bil y sin voluntad". No lo he querido presentar de otra manera porque hubiera sido desplazar el drama de protagonista, con lo que habr¨ªa resultado una obra distinta, de la que conceb¨ª
P. Al lado de la angustia y del misterio del hijo desconocido, considero un drama peque?o el de la mujer que quiere tener un hijo... El drama lo veo precisamente en la zozobra del hijo temido que no viene...
R. He recibido cartas de ginec¨®logos y neur¨®logos ilustres, que dan autoridad y fe cl¨ªnica a mi caso. Deliberadamente he cuidado de eliminar todo producto de elaboraci¨®n mental. No me interesa. Tengo dos obras que no doy por demasiado intelectuales. Entrego ¨¦sta al fresco instinto, al gemido m¨¢s primario de la naturaleza. Pude plantear un conflicto, hacer una obra de tesis. No quise. Nada de an¨¢lisis, que es lo que m¨¢s f¨¢cilmente hubiera logrado con mi disposici¨®n psicol¨®gica para ahondar de un modo tremendo en las causas.
Preocupaci¨®n por el ritmo
P. ?Por qu¨¦ en la estructura elemental de sus temas da tanto espect¨¢culo, atm¨®sfera exterior y vistosa? ?Por qu¨¦ lleva los coros a escena?R. El coro lo utilizo para dar el argumento. Trato de evitar que el poeta desmenuce su sentido preciso, para no incurrir en lentitud, porque tengo la preocupaci¨®n de que todo tenga un gran ritmo.
P. Pol¨ªticamente su drama es insurgente; pero en realidad puede parecer reaccionario, porque se mantienen criterios tan conservadores como el de la honra tipo.
R. Yo soy cristiano. Mi protagonista tiene limitado su arbitrio, encadenada por el concepto, que va disuelto en su sangre, de la honra espa?ol¨ªsima.
P. ?Y c¨®mo se explica hacer la exaltaci¨®n de un instinto que cae vencido por una convenci¨®n?
R. Yerma es un ser desgarrado, un personaje que canta su instinto y su exaltaci¨®n dolorida a la naturaleza. Porque hay dos naturalezas para los seres humanos. La naturaleza que los sostiene, hermana y madre, y la naturaleza sorda, enemiga del hombre, arrollando a miles de criaturas que no est¨¢n conformes con sus leyes.
P. Se le atribuye un teatro sensorial.
R. Mi tragedia no se restringe a porciones de naturaleza e instinto. Cuando mi protagonista est¨¢ sola con V¨ªctor exclama, tras un silencio: "?No sientes llorar a un ni?o?". Lo que significa que aflora la ilusi¨®n prendida a sus recuerdos de adolescencia, del eco subconsciente que lleva dentro. Otros atisbos psicol¨®gicos hay en mi obra, apenas insinuados, que no he querido acentuar.
P. ?Qu¨¦ misi¨®n cumple su met¨¢fora?
R. Mi teatro tiene dos planos: una vertiente del poeta, que analiza y que hace que sus personajes se encuentren para producir la idea subterr¨¢nea, que yo doy al buen entendedor, y el plano natural, de la l¨ªnea mel¨®dica, que toma el p¨²blico sencillo para quien mi teatro f¨ªsico es un gozo, un ejemplo y siempre una ense?anza. El hombre que dice que ahonde el marido -a la mujer marchita expresa una doble idea, como la que surge de la interpretaci¨®n del crep¨²sculo. Mientras para el campesino es un signo exterior del universo, en el que agoniza la luz y le se?ala la hora de cesar en el trabajo y de comer, el espectador agudo y sentidor se ve reposando en un ata¨²d con los gusanos eternos.
P. ?Cu¨¢l es su actitud y su esfuerzo reflexivo en el advenimiento de un teatro revolucionario popular?
R. De eso no quiero hablar yo todav¨ªa. Es prematuro. Aspiro a ense?ar al pueblo y a influir en ¨¦l. Tengo ansia porque me quieran las grandes masas. Es una idea nietzscheana. Por eso a m¨ª Nietzsche me lastima el coraz¨®n.
Teatro subversivo
P. ?Pero qu¨¦ extensi¨®n popular, qu¨¦ innovaci¨®n revolucionaria, subversiva, aporta su teatro?R. En lo formal, acabo de terminar un acto completamente subversivo que supone una verdadera revoluci¨®n de la t¨¦cnica, un gran avance
P. Alg¨²n cr¨ªtico ha dicho que se halla su teatro lejos de lo esencial del drama popular. Que no posee un verdadero pensamiento dram¨¢tico ( ... ).
R. No lo intento ahora, aunque lo estoy rondando. Yo creo, por el contrario, que la m¨¦dula de mi obra es de dramaturgo, y me desasosiega dar a luz la tragedia soterrada ( ... ).
P. Pero ?qu¨¦ autoridad tienen aquellos que han expresado que la gracia de su voz po¨¦tica no hiere el meollo de la tragedia, el recio hond¨®n manadero?
R. Yo no he alcanzado un plano de madurez a¨²n. Ser¨ªa una exigencia desmesurada pedirme obras definitivas y geniales. Me considero todav¨ªa un aut¨¦ntico novel. Estoy aprendiendo a manejarme en mi oficio. Yerma es mi cuarta obra. Hay que ascender por pelda?os. Nadie se encarama de pronto en lo alto de una escalera. Lo contrario es pedir a mi naturaleza y a mi desarrollo espiritual y mental lo que ning¨²n autor da hasta mucho m¨¢s tarde. Sin embargo, alrededor de Yerma -ha hecho notar un cr¨ªtico italiano- se ha movido la misma discusi¨®n que en torno a Casa de mu?ecas. Mi obra apenas est¨¢ comenzada. La veo a lo lejos, como un orbe denso, con firmeza de pulso para acercarme a ella.
El Mercantil Valenciano, 15 de noviembre de 1935.
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