Para dejar de llorar
En Euskadi, de momento y salvo los profesionales de la l¨¢grima, hemos dejado de llorar. Desde los ¨²ltimos a?os del franquismo, agudiz¨¢ndose la transici¨®n, se ha venido agravando nuestra capacidad de llanto frente a las adversidades realmente existentes. Quiz¨¢ no de llanto f¨ªsico, pero s¨ª de lamento continuado. Todo el mundo nos odiaba y nos envidiaba al mismo tiempo. Se multiplicaban las conjuras, las conspiraciones, trampas, artima?as y trucos chinos para humillarnos; y cuanto m¨¢s se radicalizaba el nacionalismo, m¨¢s lloraban Hemos llorado por los presos que se niegan a salir de las c¨¢rceles aceptando el desarme; por la patria cautiva; por la lengua a duras penas recuperada; por los refugiados, algunos de los cuales han visto el cielo abierto con las expulsiones francesas que les devuelven a casa sin cargos y sin la amenaza de sus pares; por la falta de estatuto, por la necesidad de otro estatuto, por el estatuto mismo. En Euskadi hace tiempo que comprendimos la descripci¨®n del jud¨ªo Philip Roth sobre el permanente lamento de sus hermanos: "Gene ralmente mi madre llora en la cocina, mi padre llora en la sala de estar -ocultando sus ojo detr¨¢s del Newark News-, Hanna llora en el cuarto de ba?o y yo lloro por el camino entre nuestra casa y la m¨¢quina tragaperras de la esquina".Un d¨ªa, me imagino que una ma?ana radiante, un pol¨ªtico in dudablemente nacionalista, se pregunt¨® por fin: ?qu¨¦ sabemos hacer los vascos adem¨¢s de oponernos? Quiz¨¢ la ¨²ltima respuesta obtenida hasta ahora -ha habido otras- sea precisamente la formaci¨®n del nuevo Gobierno vasco, modelo de pragmatismo: los primeros con los segundos, los centralistas con los nacionalistas, los de izquierdas con los de derechas. Ahora, bien que mal, hemos dejado de llorar. Por lo menos, el 83% de la poblaci¨®n, que es un porcentaje muy digno, somos provisionalmente, hasta ver c¨®mo van las cosas, vascos de secano.
Las negociaciones para poner punto final a los disgustos han sido tan largas que por el camino nos hemos dejado muchas historias que cobraron en su momento su tributo. Nos hemos dejado los misterios y las consecuencias del secuestro de Jaime Caballero, un secuestrado humanamente prendado de sus secuestradores; nos hemos dejado amistades pol¨ªticas que parec¨ªan fundamentales para el cambio del pa¨ªs m¨¢s all¨¢ de la hegemon¨ªa del nacionalismo conservador, que se alza ahora con medio santo y buena parte de la limosna, situado de forma inmejorable para ganar las elecciones municipales, mantener el poder en las diputaciones y dejar a los socialistas que negocien con los socialistas, los de Vitoria con los de Madrid. Que los muertos entierren a sus muertos y que los socialistas convenzan a sus socialistas.
La combinaci¨®n de los dos colores nos permitir¨¢ catalogar un cuadro que por ahora lleva una traza vivamente contradictoria. ?El nuevo Gobierno ser¨¢, en sus actuaciones, mitad socialista, aun con todas las moderduras que el tiempo, las necesidades, los factismos, las oportunidades y los oportunismos han causado a lo que se entend¨ªa por socialismo, y mitad conservador, con toda la solidez que s¨ª tiene a¨²n ese concepto en el Partido Nacionalista Vasco? ?Vamos a tener una pol¨ªtica, y se va a intentar construir una sociedad, medio progresista, medio conservadora o en unas ¨¢reas conservadora y en otra. progresista? ?Ser¨¢ un Gobierno de claroscuros o de mitad claros y de mitad oscuros seg¨²n para qu¨¦ ciudadanos? Y menos mal que no han formado Gobierno los nacionalistas democr¨¢ticos con Herri Batasuna., porque ahora tendr¨ªamos la. perspectiva de un ejecutivo mitad conservador, mitad revolucionario. Ya el joven Yoldi propuso con admirable tozudez nacionalizar la banca, y no pidi¨® todo el poder para los soviets precisamente porque a ese joyen Yoldi lo de los soviets no le suena, y el texto se lo escribi¨® e ala maquillada del partido.
Una posibilidad no desde?able es que se trate de un Gobierno para ganar tiempo. De un Gobierno para dejar de lloral en la medida en que Madrid y, Vitoria van a tener interlocutores parejos. Un Gobierno para proporcionarnos un momento de respiro y abandonar el muro de las lamentaciones. Y a¨²n es posible que se trate de un Gobierno de transici¨®n para retrasar la repetici¨®n de unas elecciones auton¨®micas que supon dr¨ªan poner a la ciudadan¨ªa vasca entre la espada de la necesidad pol¨ªtica y la pared de la caricatura de esa misma necesidad; adem¨¢s de la victoria de las tesis catastrofistas de Herri Batasuna, que pretende la exclusiva del llanto pol¨ªtico. Unas tesis catastrofistas que quiz¨¢ se agraven con la desaparici¨®n de Txomin Iturbe, a quien siempre se ha presentado como el hombre vagamente partidario de un di¨¢logo dif¨ªcil, apartado ahora por los duros, aunque al parecer en conversaci¨®n, al ocurrir su muerte, precisamente con dos representantes de la violencia pura. Pero nada de esto altera el futuro Gobierno, ni lo refuerza el hecho de que desaparezca un nacionalista puro en beneficio de los revolucionarios, ni lo debilita. El nuevo Gobierno obedece a otras necesidades.
La teor¨ªa de que al actual pacto se ha llegado porque era la idea primera del partido socialista, que ¨²nicamente ha estado dando celos al PNV, utilizando a Euskadiko Ezkerra de alternadora, no cambia la situaci¨®n; aunque sea veros¨ªmil y un ejemplo de lo cuidadosos que deben ser los j¨®venes cuando hacen amistad con los mayores. El supuesto de que el Gobierno de Madrid prefer¨ªa y ha forzado que sea el PNV el que lleve "el frente vasco" en igualdad de responsabilidades y se encargue de pacificar la regi¨®n, tampoco es descabellado. Pero la situaci¨®n real es que existe un Gobierno, posiblemente ef¨ªmero, en todo caso dif¨ªcil, formado por los dos partidos mayoritarios, tradicionalmente enfrenta, dos salvo en breves etapas de acuerdo en el antifranquismo. Pero en el antifranquismo est¨¢bamos casi todos de acuerdo; incluso con nosotros mismos, mientras que ahora se nos disloca el mundo de los sue?os y los recuerdos del mundo de las necesidades y las urgencias.
Si se quer¨ªa eso, eso se ha conseguido. Y subrayo que la soluci¨®n nos deja a los ciudadanos vascos con las l¨¢grimas moment¨¢neamente en suspenso. Salvo a quienes confunden pol¨ªtica con sufrimiento y Euskadi con un valle de l¨¢grimas. Aun as¨ª, quedan demasiados silencios y algunas amenazas por parte de quienes, teniendo clara la distinci¨®n entre terrorismo y lucha armada, secuestros y retiros espirituales, extorsiones y pr¨¦stamos, pedradas y ladrillazos, viven m¨¢s felices cuanto m¨¢s pueden lamentarse de la apocal¨ªptica situaci¨®n de Euskadi. Repartidos entre los que lloran en Ir¨²n o Hendaya, los que lloran por la amnist¨ªa, los que lloran por la revoluci¨®n que no llega, los que lloran por los muertos que les causan y no por los que causan y los que lloran entre la ikastola y la m¨¢quina tragaperras de la esquina.
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