La ambici¨®n imperial de Damasco naci¨® en Beirut
Fue en Beirut donde en 1938 se public¨® El nacimiento de las naciones, la obra en la que Anton Saade expuso su proyecto de la gran Siria. Han sido y son libaneses los m¨¢s ardientes partidarios de una entidad estatal, con capital en Damasco, que agrupe a Siria, L¨ªbano, Jordania e incluso a Chipre e Irak. Es el en¨¦simo sin sentido de L¨ªbano, muchos de cuyos habitantes apenas han sustituido por el temor su tradicional menosprecio por sus vecinos.
Saade naci¨® en Siria, hijo de padre liban¨¦s de religi¨®n cristiana greco-ortodoxa. En 1932 fund¨® el Partido Popular Sirio, conocido hoy como Partido Sirio Nacionalista Social (PSNS). En El nacimiento de las naciones expuso su teor¨ªa de que los habitantes del creciente f¨¦rtil no son ¨¢rabes, sino descendientes de un supuesto pueblo que habitaba la regi¨®n desde tiempos prehist¨®ricos.Era un doble desaf¨ªo. En primer lugar, para. la principal minor¨ªa cristiana libanesa, la maronita, empe?ada en esos tiempos en conseguir de Francia un Estado independiente que le evitara sumergirse en el mayoritario oc¨¦ano musulm¨¢n de Oriente Pr¨®ximo. En segundo lugar, para el naciente nacionalismo pan¨¢rabe, expresado en Siria por la ideolog¨ªa baazista. Como era de esperar, las ideas de Saade, de corte fascista por lo dem¨¢s, se enfrentaron a serios problemas en uno y otro lado.
En 1949 los militantes del PSNS se liaron a tiros con los kataeb, o falangistas maronitas de Pierre Gemayel, padre del actual presidente liban¨¦s. Anton Saade fue juzgado por un tribunal militar liban¨¦s y ejecutado al d¨ªa siguiente de la sentencia. Su partido traslad¨® su base a las orillas del r¨ªo damasceno Barada, donde fue proscrito en 1955, tras entrar en conflicto con los baazistas, en ascenso.
Los defensores de la gran Siria se replegaron de nuevo a L¨ªbano, donde hoy forman un peque?o y s¨®lido partido en el que, como desde los primeros tiempos, son mayoritarios los cristianos greco-ortodoxos, siempre preocupados por diferenciarse de los maronitas. El PSNS ha abandonado las peregrinas ideas raciales de su fundador, y ahora insiste en el car¨¢cter ¨¢rabe de la entidad siriolibanesa que propone construir.
Bajo el liderazgo de Hafez el Asad, el baazismo tambi¨¦n ha terminado por acercarse a las posiciones del PSNS. El actual Partido Baaz sirio conserva la referencia te¨®rica a una lejana unidad de toda la naci¨®n ¨¢rabe, pero por el momento se centra en la construcci¨®n de una entidad siria que, incluya a L¨ªbano y tal, vez a Jordania.
Estos d¨ªas los soldados sirios arrancan de las paredes de Beirut oeste los carteles del ayatol¨¢ iran¨ª Ruhol¨¢ Jomeini y colocan otros de Asad con este texto: "Consideramos los intereses de los libaneses como los nuestros. Sentimos su dolor cuando ellos lo sienten y nos alegramos cuando ellos lo hacen".
La aproximaci¨®n de las posiciones del Baaz sirio a las del PSNS liban¨¦s, afirman Laurent y Annie Chabry en Pol¨ªticas y minor¨ªas en Oriente Pr¨®ximo, ha sido obra de los alau¨ªes, el grupo confesional al que pertenecen Asad y los principales gobernantes de Damasco. Los alau¨ªes son una secta del islam shi¨ª. Suponen algo m¨¢s de un mill¨®n de personas, aproximadamente el 10% de la poblaci¨®n siria.
El ascenso alau¨ª
Muy perseguidos por los musulmanes sun¨ªes, mayoritarios en Siria, los alau¨ªes se atrincheraron desde el siglo. IX en el yebel (monte) Ansariy¨¢. Su aparici¨®n en la pol¨ªtica damascena se produjo cuando, a partir de, la independencia siria, los hijos de los campesinos pobres y peque?os burgueses de confesi¨®n alau¨ª se adhirieron primero al PSNS y luego al, Baaz.
Ambos partidos eran muy atractivos para los miembros de una minor¨ªa confesional oprimida, al relegar a un segundo plano el factor musulm¨¢n sun¨ª: el PSNS, por su proyecto de la gran Siria; el Baaz, por su car¨¢cter laico y socializante.
En los a?os sesenta, los alau¨ªes se hicieron con el control del Estado sirio a trav¨¦s de su peso en el Baaz y en las fuerzas armadas. La carrera militar fue el principal modo de promoci¨®n social para las familias alau¨ªes modestas, como los Asad.
La primera vez que las botas sirias pisaron suelo liban¨¦s, en 1976, fue para salvar a los falangistas maronitas, al borde de la derrota frente a una coalici¨®n de palestinos y musulmanes progresistas. Aquello fue visto como una traici¨®n al arabismo y al islam, y Siria conoci¨® disturbios callejeros y rebeliones en el partido y el Ej¨¦rcito.
Pronto los maronitas creyeron ver en el socorro de Hafez el Asad el primer paso para establecer su hegemon¨ªa en L¨ªbano. La alianza fracas¨® y Damasco pas¨® a ayudar a los palestino-progresistas. No obstante, Damasco protege hoy con esmero a la ciudad de Zahle, en el valle de la Bekaa, donde son mayoritarios los cristianos.
En los a?os ochenta Asad ha encontrado una nueva carta en L¨ªbano, los shi¨ªes. Los alau¨ªes, al fin y al cabo, son primos de los partidarios de Al¨ª, en base a su matrimonio de intereses con Ir¨¢n y a trav¨¦s del movimiento Amal ( Esperanza), cuyo l¨ªder, Nabih Berri, acaba de regresar a Beirut tras cuatro meses de residencia en Damasco. Siria ha repartido de nuevo el juego en el rompecabezas liban¨¦s. Hace pocos d¨ªas las tropas sirias entraron en el sector musulm¨¢n de Beirut, y de un plumazo terminaron con una brutal guerra callejera y proclamaron el "fin del reino de las milicias" en las numerosas zonas libanesas que controlan. De momento no han ocupado los suburbios meridionales de la capital, feudos de los shi¨ªes de Amal y el Hezbol¨¢ (Partido de Dios).
De nuevo vuelve a hablarse de una pax siritina para L¨ªbano. Las condiciones del Gobierno de Damasco son reducir el poder de su presidente, tradicionalmente un maronita, e institucionalizar que el pa¨ªs debe sostener "relaciones privilegiadas con Siria"; es decir, debe aceptar su tutela pol¨ªtica y militar. Es una modesta y realista concreci¨®n del objetivo de la gran Siria y, seg¨²n Damasco, el ¨²nico modo de evitar que los libaneses se deg¨²ellen entre s¨ª.
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