El discurso esperado
EL PRESIDENTE Ronald Reagan ha pronunciado el discurso que los c¨ªrculos pol¨ªticos de Washington y la opini¨®n p¨²blica esperaban de ¨¦l. El texto refleja que ha sido redactado por especialistas perspicaces, y Reagan lo ley¨® con aplomo, dando una sensaci¨®n favorable sobre su capacidad para seguir en el cargo.El momento decisivo de esta alocucion era el reconocimiento por parte del presidente de EE UU de su responsabilidad en los graves errores cometidos con el env¨ªo de armas a Ir¨¢n. Errores que la comisi¨®n Tower ha manifestado con pruebas rotundas. Nunca un presidente, desde que en 1961 John Kennedy asumi¨® la decisi¨®n del desembarco en la playa de Cochinos, de Cuba, hab¨ªa hecho un reconocimiento de este g¨¦nero. Que ahora Reagan, tras una vacilaci¨®n de cuatro meses, se haya visto obligado a reconocer p¨²blicamente sus errores demuestra que ha tardado en tomar conciencia de la gravedad de la crisis. Pero demuestra tambi¨¦n que, al fin, presionado por el informe Tower, ha optado por la ¨²nica salida posible: demostrar sinceridad ante el pa¨ªs reconociendo sus culpas. Sin lugar a dudas, ¨¦ste era el rasgo de sinceridad que esperaban los ciudadanos norteamericanos.
El presidente Reagan ha logrado con ello cierta recuperaci¨®n de su imagen y de su autoridad. Las reacciones en el Congreso reflejan satisfacci¨®n, e incluso senadores dem¨®cratas han hecho comentarios favorables al discurso del presidente. Hace falta re clordar que a la estrategia electoral de los dem¨®cratas -y la campa?a presidencial est¨¢ a punto de dar sus primeros pasos- no conviene en absoluto una crisis que pudiese poner en entredicho la permanencia de Reagan en la Casa Blanca. Les conviene que siga este presidente republicano, cuyo.deterioro puede beneficiar la alternativa de un candidato dem¨®crata en 1988. En ese orden, muchos comentarios dem¨®cratas han insistido en que el discurso ha sido bueno, pero que falta ver si la acci¨®n corresponder¨¢ a las palabras.
Por otra parte, la comisi¨®n Tower solamente ha analizado el funcionamiento del Consejo Nacional de Seguridad a la luz de la operaci¨®n con Ir¨¢n. En sus conclusiones, ha dejado muchos cabos sueltos y muchas cuestiones en las que la palabra y la responsabilidad directa de Reagan est¨¢n enjuego. De hecho, sus actos ser¨¢n investigados ahora por el fiscal especial y por dos comisiones, la del Senado y la de las C¨¢mara de representantes. En los pr¨®ximos meses saldr¨¢n a la luz nuevas revelaciones, y quiz¨¢ haya sobresaltos inesperados.
En cuanto a la pol¨ªtica internacional, el presidente, con esta recuperaci¨®n inestable obtenida mediante el discurso, deber¨¢ afrontar una etapa delicada. La aceptaci¨®n sovi¨¦tica de desgajar el tema de los euromisiles de la guerra de las galaxias ha creado grandes esperanzas de que se puede alcanzar en fecha pr¨®xima un acuerdo que suprima los misiles de alcance medio en ambas partes de Europa. El proyecto de tratado presentado por EE UU coincide ampliamente con la posici¨®n de la URSS, y ¨¦sta, contrariamente a lo que ha hecho en ocasiones anteriores, ha adoptado una actitud positiva ante la propuesta norteamericana de establecer medidas de control in situ en caso de acuerdo. Siendo bien venidas las esperanzas, no pueden subestimarse, sin embargo, los serios obst¨¢culos que har¨¢ falta vencer para que el acuerdo pueda materializarse. En Europa, la posici¨®n francesa es por lo menos reticente y, por su parte, Reagan tiene dentro de su misma Administraci¨®n un sector influyente que se opone a los pactos de desarme con la URSS. Por tanto, si Reagan quiere inscribir en el balance de su presidencia un hecho hist¨®rico, como ser¨ªa la supresi¨®n de los euromisiles, tendr¨¢ que demostrar un nivel de autoridad y capacidad de direcci¨®n de las que ha carecido en los ¨²ltimos tiempos. Ni el nuevo equipo instalado en la Casa Blanca para sustituir a los funcionarios m¨¢s comprometidos en el Irangate ni un discurso bien redactado aseguran que Reagan.sea capaz de lograrlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Declaraciones prensa
- Ronald Reagan
- Caso Ir¨¢n-Contra
- Tr¨¢fico armas
- Opini¨®n
- Misiles
- URSS
- Orden p¨²blico
- Bloques pol¨ªticos
- Seguridad ciudadana
- Tratados desarme
- Bloques internacionales
- Delitos orden p¨²blico
- Estados Unidos
- Pol¨ªtica exterior
- Casos judiciales
- Armamento
- Defensa
- Gente
- Sucesos
- Gobierno
- Administraci¨®n Estado
- Delitos
- Justicia
- Administraci¨®n p¨²blica