An¨¢lisis de la crisis sanitaria
Las huelgas de m¨¦dicos convocadas en todo el pa¨ªs constituyen el punto cr¨ªtico de una cadena de protestas de todos los sectores sociales, incluidos los enfermos y el mismo sindicato ugetista, reiteradamente manifestadas ante la falta de voluntad pol¨ªtica para resolver el caos de la sanidad espa?ola.La sanidad es v¨ªctima de un sistema en quiebra, iniciado en los a?os cuarenta, con un grado de estatalizaci¨®n no sufrido por ning¨²n otro sector y sobre el que, lejos de ponerse en marcha una aut¨¦ntica reforma, han reca¨ªdo cada vez mayores dosis de burocratizaci¨®n, desprofesionalizaci¨®n, presiones pol¨ªticas y estructuras directivas, autocr¨¢ticas. Todo ello sin olvidar que en los ¨²ltimos a?os la salud ha sido la cenicienta a la hora de los repartos presupuestarios.
En un tema de tan trascendental demanda social no son de extra?ar las protestas contra la inactividad para resolverlo. Incluso en una mayor¨ªa de ocasiones han sido los propios pacientes quienes han puesto de manifiesto las deficiencias del sistema sanitario p¨²blico. Deficiencias que con anterioridad, y de modo reiterado, hab¨ªan sido objeto de denuncias de los profesionales, basadas en los conocimientos t¨¦cnicos y cualificados.
Ante este caos, m¨¢s all¨¢ de las simples reivindicaciones laborales o salariales, los m¨¦dicos no piden otra cosa que la reforma de un sistema que hasta el momento ha dado todas las muestras de ser inoperante.
Quienes llegamos a la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial (OMC) con un talante de di¨¢logo y cooperaci¨®n ten¨ªamos confianza en que la reciente renovaci¨®n en los puestos de responsabilidad del ministerio hubiera servido para abrir un camino a la tan deseada reforma sanitaria.
De hecho, desde nuestra organizaci¨®n intentamos evitar alguno de los actuales conflictos, ofreciendo la mediaci¨®n de nuestra representatividad profesional, vehiculizando, cient¨ªfica y documentalmente, alternativas para la amplia serie de problemas y tensiones aparecidas en los distintos colectivos m¨¦dicos de la geograf¨ªa espa?ola.
En numerosas ocasiones hemos insistido en que la salud, por encima de ideolog¨ªas concretas, debe ser afrontada por cualquier Gobierno como un aut¨¦ntico tema de Estado, ya que, de lo contrario, no podr¨ªa hablarse de cambio y modernidad.
A?adamos a ello las graves condiciones en las que el m¨¦dico se ve obligado a desempe?ar su tarea: escasez de medios, tecnolog¨ªa obsoleta, deshumanizaci¨®n, consultas y hospitales masificados, ausencia de participaci¨®n en las decisiones t¨¦cnicas y, en medio de carencias de libertad, ser el blanco de todas las cr¨ªticas y responsabilidades.
Durante nuestra reciente entrevista con el presidente del Gobierno ya le informamos que, de no dar un giro a esta situaci¨®n, de no abrir un resquicio a la esperanza, a la incentivaci¨®n y a la ilusi¨®n de los profesionales, la crispaci¨®n podr¨ªa desembocar en un conflicto de consecuencias imprevisibles.
No cabe olvidar que mientras crecen las listas de espera, se multiplican las camas en los pasillos y despachos o fallan los suministros, la labor de los m¨¦dicos sigue ofreciendo uno de los indicadores sanitarios m¨¢s satisfactorios, reconocidos por la propia Administraci¨®n. As¨ª, una reciente encuesta realizada por el Insalud confirmaba que m¨¢s del 80% de los usuarios considera que el trato recibido de los facultativos es bueno o muy bueno. Los profesionales de la medicina, por tanto, son uno de los estamentos de mayor eficiencia.
Casos excepcionales
En estas circunstancias, y cuando el pa¨ªs asiste a una generalizaci¨®n de paros y protestas en los m¨¢s diversos sectores, resulta incomprensible que se pretenda calificar de corporativista o pol¨ªtica la actitud de unos profesionales que han recurrido a su derecho legal a la huelga ¨²nicamente cuando se han visto desbordados y cuando con anterioridad se han hecho o¨ªdos sordos a sus peticiones.
Ser¨ªa absurdo no reconocer los excepcionales casos que, como en todos los colectivos, pudieran hacer pensar en incumplimientos, errores o apego a los privilegios. Pero nunca estas minor¨ªas distorsionadas pueden servir de base para generalizar una opini¨®n del conjunto de los profesionales, al que la sociedad reconoce su permanente entrega y dedicaci¨®n ante el enfermo.
Por lo que a la OMC se refiere, hemos de reiterar una vez m¨¢s que nuestros objetivos no son otros que la defensa de los pacientes y que es necesario en las circunstancias actuales llegar a un pacto social que permita alcanzar la mejor sanidad para los ciudadanos. Los grandes problemas exigen grandes respuestas, y resulta imprescindible que todas las fuerzas implicadas participen en la soluci¨®n a esta profunda crisis, para que todos los espa?oles puedan disfrutar del derecho constitucional a la protecci¨®n de la salud.
El doctor
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