La liberaci¨®n: ?teolog¨ªa o revoluci¨®n?
"El aut¨¦ntico camino de la liberaci¨®n realizada por Jesucristo tiene su verdadero sentido en los necesarios esfuerzos de liberaci¨®n de orden econ¨®mico, social y pol¨ªtico, impidiendo caer al pueblo fiel en nuevas servidumbres. La m¨¢s acuciante preocupaci¨®n de la Iglesia en Per¨² es evidentemente la situaci¨®n socioecon¨®mica". La cita no pertenece, como puede parecer, a uno de los hoy c¨¦lebres te¨®logos de la liberaci¨®n latinoamericanos, sino a quien se le ha representado como el gran inquisidor de la ortodoxia vaticana, el cardenal Ratzinger, prefecto de la Sagrada Congregaci¨®n para la Doctrina de la Fe, durante una visita a Lima en julio del a?o pasado.Al recibir el doctorado honoris causa de la facultad Pontificia de la universidad Cat¨®lica, ceremonia donde estuvo, en tanto que docente, Gustavo Guti¨¦rrez, padre de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, el cardenal Ratzinger asegur¨® que no exist¨ªa en el Vaticano proceso alguno contra ning¨²n te¨®logo de la liberaci¨®n y que la sanci¨®n impuesta al franciscano brasile?o Leonardo Boff fue por sus opiniones sobre la estructura jer¨¢rquica de la Iglesia y no sobre la teolog¨ªa de la liberaci¨®n.
El cardenal abog¨® por la continuaci¨®n del di¨¢logo eclesial para profundizar conjuntamente temas de inter¨¦s, "entre los cuales sobresale por su importancia y repercusi¨®n en el pueblo fiel el tema de la teolog¨ªa de la liberaci¨®n".
En dos largas entrevistas con el presidente peruano, Alan Garc¨ªa, trat¨® sobre Centroam¨¦rica y la situaci¨®n econ¨®mica internacional. La visita, de una semana, fue calificada por los observadores peruanos como un valioso intento de conjugar afirmaciones teol¨®gicas con una buena dosis de cordialidad y distensi¨®n con el episcopado peruano, que se ha negado siempre a condenar la teolog¨ªa de su compatriota Gustavo Guti¨¦rrez.
A la luz del reciente documento vaticano de la Comisi¨®n lustitia et Pax sobre la deuda externa del Tercer Mundo, en el que se enfatiza que "ning¨²n Gobierno puede exigir moralmente de su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad de las personas", parece evidente que ambos hechos son parte de un hilo conductor entre el pontificado de Juan Pablo II y el creciente protagonismo de las iglesias latinoamericanas en el mundo cat¨®lico contempor¨¢neo.
"Injusticia y rebeli¨®n"
Las iglesias chilena y argentina, a pesar de sus opuestas trayectorias en sus relaciones con las dictaduras, comparten esa condici¨®n que el documento describe como "aquellos pueblos m¨¢s indefensos, que sufren en primer t¨¦rmino las repercusiones de los des¨®rdenes del sistema econ¨®mico internacional con un sentimiento de aplastamiento, de latente injusticia y hasta rebeli¨®n".
Las definiciones del Papa sobre puntos de tan dram¨¢tica vigencia en el Cono Sur y el continente suramericano permitir¨¢n apreciar las perspectivas de la apertura social vaticana en relaci¨®n a fen¨®menos como la Vicar¨ªa de la Solidaridad chilena, el m¨¢s avanzado organismo eclesi¨¢stico latinoamericano en un compromiso con la defensa de los derechos humanos en condiciones de intensa represi¨®n y ruptura social.
Quien ha presenciado al Papa por sus viajes suramericanos puede testimoniar la locura que su presencia desencadena.
La situaci¨®n hist¨®rica del eatolicismo en Latinoam¨¦rica, donde el n¨²mero de cat¨®licos bautizados es superior al del resto del mundo, y su relevancia en la sociedad civil han servido de est¨ªmulo para una serie de experiencias nuevas en la reflexi¨®n y pr¨¢ctica religiosas. El proceso iniciado en la conferencia del episcopado latinoamericano, en Medell¨ªn en 1969, en la que particip¨® Gustavo Guti¨¦rrez como asesor teol¨®gico de la Conferencia Episcopal petuana, asumi¨® el catolicismo popular como una expresi¨®n de identidad y una fuerza emergente capaces de servir de mediaci¨®n para un cristianismo comprometido con el eje social y ¨¦tico del Evangelio.
Los'medios acad¨¦micos y pol¨ªticos, partidos populistas y revolucionarios, comenzaron a mirar con m¨¢s respeto las tradiciones religiosas populares. Esta consideraci¨®n, de tremenda audacia si se tiene en cuenta que la religiosidad popular hab¨ªa sido vista por una buena parte de la intelectualidad latinoamericana s¨®lo como resignaci¨®n ante lo que sucede, apunta a formular una resoluci¨®n nueva a la relaci¨®n entre individuo y comunidad.
Los te¨®logos de la era de las comunicaciones de masas no realizan precisiones sobre opciones pol¨ªticas determinadas, pero la participaci¨®n de su audiencia en sindicatos y comunidades eclesiales de base comprueba que en Am¨¦rica Latina la teolog¨ªa responde a problemas muy concretos.
Un libro curioso y en ocasiones ins¨®lito ha sido el a?o pasado un enorme ¨¦xito de librer¨ªa en todos los pa¨ªses americanos de habla hispana: Fidel y la religi¨®n. En ¨¦l, un sesent¨®n y reflexivo Fidel Castro conversa con el dominico brasile?o Frei Betto sobre la necesidad de cambiar el enfoque de la izquierda latinoamericana sobre el hecho religioso.
El viejo patriarca revolucionario llega a confesar su admiraci¨®n por la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, defini¨¦ndola como "el reencuentro del cristianismo con sus ra¨ªces, con su historia m¨¢s heroica, de tal magnitud que ello obliga a toda la izquierda de Am¨¦rica Latina a tener eso en cuenta como acontecimiento fundamental de nuestra ¨¦poca".
"Lo podemos decir as¨ª", agrega Castro, "porque tiende precisamente a privar a los explotadores del instrumento tal vez m¨¢s precioso con que pueden contar para confundir y enga?ar a las masas. A decenas de millones de pobres en Am¨¦rica Latina lo ¨²nico que a duras penas se les concede es el reconocimiento de que tienen alma. Pero si partimos de que tienen alma, creo que las posiciones de cristianos como t¨², al proclamar y exigir los mismos derechos para todos, constituyen un acontecimiento hist¨®rico de la mayor trascendencia".
Las oligarqu¨ªas locales han mirado con recelo el rumbo de los acontecimientos. Am¨¦rica Latina no ha experimentado ¨¦pocas anticlericales en las dimensiones europeas. Por ello la influencia social de la Iglesia tiene caracter¨ªsticas comparables al caso polaco.
?Una teolog¨ªa bastarda?
La dimensi¨®n p¨²blica del mensaje cristiano cobra en este contexto la importancia de un tema vivo. La Iglesia es continuamente interpelada a fin de que puntualice las exigencias de la justicia social y de la solidaridad, frente a las situaciones de cada pa¨ªs latinoamericano.
Un libro-entrevista del cardenal Ratzinger publicado en 1984 abunda en conceptos sobre este punto: "La teolog¨ªa de la liberaci¨®n, en las formas que se inspiran en el marxismo, no es un producto aut¨®ctono de Am¨¦rica Latina. Europeos o alumnos de las universidades europeas son quienes las hicieron crecer en Am¨¦rica Latina".
El debate se centra en gran medida en la originalidad de un pensamiento y el modo en que desvirt¨²a o no una tradici¨®n que la Iglesia guarda celosamente. La utilizaci¨®n de un considerable bagaje de conceptos te¨®ricos provenientes de las ciencias sociales es un rasgo caracter¨ªstico de los principales trabajos de los te¨®logos que se inscriben en una l¨ªnea liberacionista.
Frei Betto, en Fidel y la revoluci¨®n, declara abiertamente que "nadie puede hoy hablar con honestidad de las contradicciones sociales sin rendir alg¨²n tributo a las concepciones sistematizadas por Marx".
Gustavo Guti¨¦rrez, en La fuerza hist¨®rica de los pobres, realiza un an¨¢lisis estructural de la sociedad latinoamericana refiri¨¦ndose a esquemas de indiscutible raigambre marxista, lo que para muchos representa una inapelable posici¨®n her¨¦tica. Guti¨¦rrez, doctorado en las universidades cat¨®licas de Lovaina y Ly¨®n, se defiende diciendo que "la gente que acusa de marxismo cuando uno habla de injusticia parece que tiene un gran aprecio por el marxismo. Desde luego, m¨¢s aprecio del que yo tengo. Seg¨²n ellos, los cristianos no pueden hablar as¨ª".
"Lo que intenta la teolog¨ªa de la liberaci¨®n", agrega, "es apelar a las ciencias sociales, con todo lo elemental y provisional que tienen, para alcanzar un mayor conocimiento de la situaci¨®n social y de las causas de la pobreza. En ning¨²n caso se ha pretendido una s¨ªntesis entre fe cristiana y marxismo. Un pensamiento responde a un contexto cultural. El estilo est¨¢ marcado por una mentalidad europea, pero esto no es suficiente para descalificarlo".El problema de la identidad
La religi¨®n no est¨¢ en este sentido aislada de una realidad que toca algo que ha sido y es el problema central de todo tipo de reflexiones latinoamericanas: el de la identidad.
Tema poli¨¦drico, la identidad mestiza penetra todos los intentos de asurnir un ser cultural y una proyecci¨®n hist¨®rica. El pasado y la necesidad de la memoria conservan aqu¨ª la vigencia de lo inmediato. En M¨¦xico y Per¨² el pasado convive en forma sensible con el siglo XX, entrecruz¨¢ndose y fecund¨¢ndose continuamente con ¨¦l. Los vestigios de un drama a¨²n no concluido asaltan de improviso a quien se inclina sobre una realidad bullente, que no s¨®lo tiene historia, sino que es historia. Quechuas, nahuals, aimaras, chibchas, mapuches, conservan tradiciones vivas que siguen proporcionando inagotables vetas para el investigador.
El an¨¢lisis de las circunstancias que originaron el ser latinoamericano por la cercan¨ªa del quinto centenario del descubrimiento de Am¨¦rica ha adquirido una importancia mayor a¨²n, si cabe, y las iglesias suramericanas han invertido en ¨¦l ingentes recursos para investigar y divulgar uno de los aspectos fundamentales de la colonizaci¨®n espa?ola de Am¨¦rica: la evangelizaci¨®n de los ind¨ªgenas americanos.
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