La revoluci¨®n de los h¨¢bitos
La pol¨ªtica regional y municipal se enfrentar¨¢ en los pr¨®ximos a?os a un cambio cualitativo que, desde una ¨®ptica de progreso, es preciso propiciar. Todo lo hecho desde 1979 en el campo municipal puede resumirse en la palabra recuperaci¨®n. Se ha recuperado la ciudad, se han rescatado los valores culturales, se ha acabado con el utilitarismo avasallador. Barrios enteros de nuestras ciudades y pueblos han sido rescatados en un sentido primigenio. Se ha conseguido que la rehabilitaci¨®n sustituya al derribo. Han venido a tierra edificaciones insufribles, como el scalextric de Atocha; se ha luchado contra la especulaci¨®n y el desarraigo.
El nuevo urbanismo ha conseguido un vuelco en los h¨¢bitos de promotores y constructores. Se ha acabado con el urbanismo especulativo. Los planes generales y las directrices metropolitanas son el marc¨® normativo que es preciso desarrollar, es decir, construir. Recuperar la ciudad implica el paso siguiente, que es acabarla.Se ha de crear el espacio urbano y regional de los a?os noventa, o el espacio urbano y regional que ha de construir la democracia en Madrid. Habr¨¢ de complementarse urbanismo con arquitectura. Miniaturismo urbano, con gran obra civil. Una depuradora tambi¨¦n es una obra cultural, como lo es un puente o un hotel, siempre que se consiga casar est¨¦tica y ¨¦tica.
La ciudad es un espacio de convivencia; la arquitectura y el urbanismo deben de servir a esa ¨¦tica; pero no s¨®lo ellos, los municipios y la Comunidad y, por supuesto, tambi¨¦n la Administraci¨®n central dotan de servicios fundamentales, que han de ser crecientes, para que esa convivencia pueda llamarse tal.
En este mismo sentido ha de construirse una pol¨ªtica de bienestar como elemento configurador del espacio urbano. Pol¨ªtica de bienestar que ha de traducirse en un incremento de los bienes y de los servicios sociales y culturales tendentes a incrementar la calidad de vida. Se trata, en suma, tanto de corregir los desequilibrios existentes como de construir un escenario urbano democr¨¢tico y habitable.
El a?o 2000 aparece a una distancia justa para proyectar una serie de pol¨ªticas estrat¨¦gicas que exigen sentar sus cimientos en 1987, con la renovaci¨®n de los gobiernos regionales y municipales, y hacer realidad sus primeros logros s¨®lidos en 1992.
Todo proyecto pol¨ªtico requiere la formulaci¨®n de un modelo te¨®rico capaz de cumplir una doble funci¨®n: por un lado, ser capaz de explicar la realidad sobre la que se va a operar y, por otra parte, ofrecer un soporte coherente en el que apoyar las acciones que se proponen a la sociedad. Modelo que s¨®lo puede construirse conjugando la experiencia acumulada en la pr¨¢ctica de gobierno con los valores y propuestas transformadoras desde una opci¨®n pol¨ªtica de progreso. En otras palabras: es preciso entender qu¨¦ es Madrid y qu¨¦ queremos hacer de Madrid. Se trata, en primer lugar, de se?alar las corrientes hist¨®ricas que han llevado a Madrid a ser lo que hoy es, y ver de aprovechar esas corrientes en beneficio de ese proyecto progresista. Es preciso partir de una hip¨®tesis: Madrid es una regi¨®n metropolitana marcada por la capitalidad.
Desde el asentamiento de la corte de Felipe II, hecho pol¨ªtico y, por tanto, artificial, el espacio de la actual comunidad aut¨®noma se especializa como "territorio de la capital". Los reales sitios, los cazaderos, la primera conquista de la sierra con el monasterio de El Escorial, las tierras agr¨ªcolas o las de producci¨®n cer¨¢mica son expresi¨®n de esta "geograf¨ªa voluntaria" que todav¨ªa hoy pervive.
La burgues¨ªa de la ¨¦poca isabelina dar¨¢ un paso m¨¢s en este proceso de estructuraci¨®n espacial: se descubre la sierra como gran dep¨®sito de agua, construy¨¦ndose la red de conducciones del canal. Los ferrocarriles catalizar¨¢n las primeras factor¨ªas industriales. El ensanche y los primeros asentamientos obreros ir¨¢n calificando socialmente un espacio central, apoyado en el municipio de Madrid.
Los primeros a?os del siglo, de la mano de una burgues¨ªa progresista, encontrar¨¢n en la sierra no una frontera, sino un espacio incorporado al uso y la cultura de la capital.
Tras los desastres de la guerra civil, durante los largos a?os del franquismo, un capitalismo desarrollista vinculado muy directamente al poder pol¨ªtico promueve un ¨²ltimo salto en esa configuraci¨®n, hoy el m¨¢s visible y problem¨¢tico: anexi¨®n de los municipios perif¨¦ricos a la villa para construir el "gran Madrid". Concentraci¨®n industrial y del capital sin precedentes, que es, de nuevo, m¨¢s expresi¨®n de una voluntad pol¨ªtica que vocaci¨®n geogr¨¢fica. El salto de sus l¨ªmites urbanos y la explosi¨®n de los municipios perif¨¦ricos como asentamiento de las clases populares o de "urbanizaciones. residenciales" para las clases enriquecidas.
Hoy, la suma de estos procesos hace de la Comunidad Aut¨®noma de Madrid un complejo mosaico espacial, que s¨®lo puede interpretarse como el de un territorio metropolitano. La plaza Mayor y la sierra; los pol¨ªgonos industriales de Getafe y el centro comercial de Azca; las vegas del Jarama y el barrio del Pilar, etc¨¦tera, son piezas de un sistema regional que funciona a los impulsos de necesidades metropolitanas y est¨¢n marcados por los comportamientos de la capital.Espacio equitativoEste entendimiento de la Comunidad de Madrid como regi¨®n metropolitana ofrece un soporte conceptual para dirigir una acci¨®n concertada de gobierno, que tienda a la construcci¨®n de un espacio integrado eficaz y solidariamente equitativo.
Visi¨®n regional integral que tiene sus precedentes en el plan Besteiro de 1932 y atisbos m¨¢s t¨ªmidos y parciales en el Plan Metropolitano de 1963. La bondad de esta opci¨®n se pone de manifiesto, aunque no se agota, en los siguientes cinco puntos:
1. Un espacio atractivo y competitivo en y con el sistema de ciudades y ¨¢reas metropolitanas europeas:
La posibilidad de ofertar como un todo el territorio regional de Madrid supone incrementar su atractivo frente a otras regiones urbanas europeas. La posibilidad de sumar El Escorial con el Museo del Prado; la sierra y Aranjuez con la Castellana; M¨¦ndez ?lvaro con Tres Cantos o Villalba; las ¨¢reas centrales de alta densidad con las ¨¢reas rurales metropolitanas, supone una oferta diversificada y vers¨¢til; coincidente con las demandas de las actividades m¨¢s "innovadoras", que aventaja a la oferta de una sola ciudad, aunque ¨¦sta sea Madrid, o a una oferta fragmentada por municipios.
2. Un espacio m¨¢s igualitario.
El entendimiento de la Comunidad Aut¨®noma como una regi¨®n metropolitana es la ¨²nica forma de superar una l¨®gica neoliberal y discriminatoria que provocar¨ªa una fragmentaci¨®n social y una segregaci¨®n espacial entre una ciudad rica y unas ciudades pobres; un espacio culto en el Norte y un espacio degradado en el Sur (Madrid frente a Paria, El Escorial frente a las urbanizaciones ilegales).
3. La regi¨®n metropolitana como territorio capitalino.
Madrid capital puede considerarse como la plaza Mayor de la comunidad.
Es preciso conseguir que Madrid capital sea sentida por todos los ciudadanos de la comunidad, no ya como el "espacio coactivo" al que hay que ir a trabajar o a pasar por la ventanilla, sino como el "espacio liberador" en el que divertirse y disfrutar de la cultura. El eje cultural de la Castellana debe convertirse en su s¨ªmbolo m¨¢s visible.
Como contrapartida, la regi¨®n aporta a la capital su asiento territorial y la posibilidad de complementar sus funciones productivas o de servicios: la sierra y los huertos de ocio. La segunda residencia y los grandes pol¨ªgonos industriales.
4. Un territorio y un Gobierno regionales constituyen los elementos m¨¢s eficaces para superar las insuficiencias que a¨²n aquejan al conjunto de de Madrid, complementando la acci¨®n continuada de los ayuntamientos con actuaciones de car¨¢cter supramunicipal.
El ejercicio de la acci¨®n de gobierno que tiende a hacer realidad el proyecto de un territorio integrado de toda la Comunidad Aut¨®noma, entendida como una regi¨®n metropolitana, deber¨¢ superar la pr¨¢ctica compartimentada y jerarquizada de las distintas instituciones para conseguir una planificaci¨®n concertada.
No se trata de dise?ar un nuevo marco institucional; se trata de articular y garantizar unos modos de hacer pol¨ªtica, m¨¢s pr¨®ximos a la concertaci¨®n que a la imposici¨®n. Modos que no pueden suponer un relajamiento de la direcci¨®n p¨²blica de este proyecto, sino que apuesta por un Gobierno potente, pero compartido.
De lo expuesto se deducen estas conclusiones pol¨ªticas relevantes:
a) Entender y gobernar el territorio madrile?o, desde la ¨®ptica metropolitana, es la ¨²nica forma de aprovechar el relanzamiento econ¨®mico y cultural que se anuncia, difundi¨¦ndolo a todos los ciudadanos y municipios de la Comunidad Aut¨®noma de Madrid, garantizando la hegemon¨ªa de una cultura y una pr¨¢ctica pol¨ªtica de izquierdas inequ¨ªvocamente igualitaria. Los ¨²nicos mecanismos para una pol¨ªtica de este tipo son aquellos que consigan "difundir centralidad" en todo el territorio regional, dirigiendo la localizaci¨®n de los nuevos equipamientos y actividades econ¨®micas en puntos nodales de la regi¨®n y garantizando una alta accesibilidad no discriminatoria entre todos los puntos de la Comunidad de Madrid.
b) No hay una contradicci¨®n entre el desarrollo de la capital y el desarrollo de la periferia. Es preciso aprovechar el impulso-Madrid en beneficio del desarrollo integral del sistema metropolitano. La descentralizaci¨®n cultural, pol¨ªtica, burocr¨¢tica, etc¨¦tera, debe nacer de la necesidad que los n¨²cleos no capitalinos generen, necesidad que debe ir por delante de las decisiones pol¨ªticas que cubran dicha necesidad.
c) La Comunidad de Madrid es el instrumento pol¨ªtico adecuado para hacer viable una pol¨ªtica metropolitana. La suma de pol¨ªticas municipales, por muy acertadas que ¨¦stas sean, no arroja como resultado una pol¨ªtica metropolitana coherente. Desde la ¨®ptica metropolitana, la Comunidad de Madrid es una necesidad que no choca con, sino que ayuda y eleva de nivel las pol¨ªticas municipales. No puede haber dos discursos: uno auton¨®mico y otro municipal, es el mismo discurso con niveles competenciales complementarios.
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