Reagan dice que sigue al mando y que no volver¨¢ a caer en los errores del 'Irangate'
Los norteamericanos, la Prensa y la clase pol¨ªtica quieren creer que Ronald Reagan controla de nuevo la situaci¨®n, y reaccionaron ayer favorablemente a su primera conferencia de prensa tras el estallido del Irangate, en la que el presidente afirm¨® que ¨¦l fija la pol¨ªtica en la Administraci¨®n, que no volver¨ªa a repetir su pol¨ªtica de venta de armas a Ir¨¢n y que nadie le inform¨® del desv¨ªo de fondos a la contra.
Reagan, que esta vez hab¨ªa aprendido bien su papel, no cometi¨® errores de bulto y, triunf¨® en el estilo de la intervenci¨®n, pero no resolvi¨® los principales interrogantes del esc¨¢ndalo y continu¨® ofreciendo la imagen de un pol¨ªtico incapaz de comprender lo que ha ocurrido. Su tono, de anciano afable y preocupado, dando incluso pena a veces, y la apariencia de sinceridad, llena de lagunas de memoria, en sus respuestas, ha tenido un primer efecto reconfortante en un p¨²blico que quiere creer y salvar en ¨²ltima instancia al presidente.Esta era la impresi¨®n generalizada ayer en Washington tras la dif¨ªcil prueba ante la Prensa, en la madrugada del viernes (hora de Madrid), en la que se formularon 22 preguntas (de un total de 29) a Reagan en las que cuestion¨® su credibilidad y su competencia.
Nadie quiere una nueva presidencia fracasada. Existe en Estados Unidos una evidente y generosa reserva de buena voluntad dispuesta a perdonar al presidente m¨¢s popular de los ¨²ltimos tiempos.
Reagan -que se apoy¨® m¨¢s que nunca en papeles escritos, que le permitieron citar fechas y argumentar sin equivocarse- defendi¨® con fuerza su pol¨ªtica inicial de realizar una apertura estrat¨¦gica a Ir¨¢n y tratar, al mismo tiempo, de liberar a los rehenes, vendiendo armas a Jomeini. "Si no hubiera cre¨ªdo al principio que era correcto, no lo habr¨ªa iniciado", explic¨®. Pero, dijo, "no volver¨¦ a repetir ese camino", no porque la pol¨ªtica fuera un error desde el principio, sino porque le sali¨® mal. El presidente, en el fondo de su mente, a¨²n cree que no se pag¨® un rescate a los secuestradores. "A¨²n pienso", se?al¨®, "que si alguien en mi familia es secuestrado y yo contratara a alguien que creo que pudiese traerlo sano y salvo a casa, eso no ser¨ªa un rescate".
Reagan defendi¨® su estilo descuidado de gobernar, culpable seg¨²n el informe Tower del desastre iran¨ª. "Creo que el mundo de los necocios dir¨ªa que es correcto. Coges la mejor gente posible y no te dedicas a mirar continuamente por encima de su hombro lo que est¨¢n haciendo. Estableces una pol¨ªtica, y yo establezco la pol¨ªtica en esta Administraci¨®n. S¨®lo intervienes cuando hay pruebas irrefutables de que no se est¨¢ siguiendo'".
En la conferencia de prensa, Reagan hizo bien lo que ha hecho toda su vida: seguir un gui¨®n realizado por otros. Pero apareci¨® confuso en bastantes ocasiones, cometi¨® una serie de impresiciones y, sobre todo, no consigui¨® zafarse del esc¨¢ndalo. Ning¨²n periodista quiso saber qu¨¦ piensa de Gorbachov y de una nueva cumbre. En su ¨²nica respuesta a temas de control de armamentos, el presidente defendi¨® una interpretaci¨®n amplia del Tratado Antimisiles Bal¨ªsticos (ABM), que permitir¨ªa probar en el espacio elementos de la guerra de los galaxias.
Reagan no es, en absoluto, el l¨ªder seguro de hace s¨®lo seis meses, que ten¨ªa la iniciativa. El Irangate le convierte en un presidente interino. Se le ha perdido el respeto. Al concluir la conferencia de prensa, los periodistas, algo inconcebible hasta ahora, le gritaron: "La pr¨®xima vez venga con algo m¨¢s", y "siga leyendo". Parece a la defensiva da la misma apariencia que Nixon, que estaba totalmente ocupado con el Watergate; ¨¦l est¨¢ totalmente preocupado con Ir¨¢n", afirma Richard Viguerie, un l¨ªder ultraconservador que apoya la "revoluci¨®n Reagan".
Ataque de Carter
El ex presidente Jimmy Carter realiz¨® ayer un ins¨®lito ataque contra su sucesor, desde, El Cairo, denunciando el "liderazgo perdido" en Washington. Prefiere soluciones militares que acuerdos negociados en las disputas de pol¨ªtica exterior, afirm¨® Carter.Reagan sigue sin acordarse cu¨¢ndo aprob¨® el primer env¨ªo de armas a Ir¨¢n, y en la conferencia de prensa incluso dud¨® de d¨®nde se encontraba cuando dio luz verde y si esta fue directamente a su consejero de Seguridad Nacional o por tel¨¦fono. Dijo que no cree que le llamara Robert McFarlane por tel¨¦fono, sino que la autorizaci¨®n se produjo en el hospital, en julio de 1985, donde el presidente se encontraba convaleciente tras una operaci¨®n de c¨¢ncer de colon. Preguntado por si tambi¨¦n pudo no recordar que le hab¨ªan informado que se estaba desviando, ilegalmente, dinero para los contras, Reagan recuper¨® la memoria afirmando que era imposible que se hubiera olvidado de una cosa as¨ª.
"Si me hubieran dicho esto, lo hubiera contado en seguida. Todav¨ªa estoy esperando a saber de d¨®nde sali¨® el dinero extra para las cuentas corrientes y, a d¨®nde fue a parar". No quiso afirmar que John Poindexter y Oliver North, los principales protagonistas del Irangate, le mintieron. Tampoco sabe si cre¨ªan que actuaban con el respaldo presidencial al montar la "red privada" de ayuda a los antisandinistas y canalizar dinero procedente de la venta de armas a Jomeini. "No me dijeron lo que estaba pasando", declar¨® rotundamente.
La cuesti¨®n clave del esc¨¢ndalo, a¨²n sin respuesta, es determinar si Reagan autoriz¨® en alg¨²n momento, directa o indirectamente, a los fontaneros del Consejo de Seguridad Nacional la b¨²squeda de fondos para los contras por cualquier v¨ªa, legal o ilegal.
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