El poder m¨¦dico
El declinar del poder m¨¦dico parece evidenciarse m¨¢s cada d¨ªa, no solamente en la paulatina y poco apreciable decadencia de los ¨²ltimos a?os, sino en acciones como las protagonizadas ¨²ltimamente, que concreta en foto fija aquel declinar.Las im¨¢genes vistas por televisi¨®n y reflejadas en la Prensa escrita de un grupo de m¨¦dicos arrojando con ¨¢nimo sus batas al aire es un ejemplo. Ejemplo demasiado period¨ªstico, pero elocuente. Est¨¢ presente ah¨ª una cuesti¨®n de dignidad. ?No es una autoafrenta ese despojo cl¨¢sico de una prenda tan fuertemente arraigada en la imagen del m¨¦dico? ?Es la Imagen de testimonial renuncia?
Dejemos la imaginer¨ªa y acudamos al discurso. Podemos
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pensar que est¨¢ establecida desde la Administraci¨®n una insistente restricci¨®n, a ese poder m¨¦dico en cuestiones como los limitados salarios (incluso menores que otros trabajadores sin cualificar), no participaci¨®n en la gesti¨®n y programas sanitarios (ahora en manos de economistas y soci¨®logos).
Pero esa restricci¨®n y merma no es s¨®lo ajena, es tambi¨¦n propia: ?no parece, al menos, cuestionable con esas acciones desaforadas de manifestaciones y concentraciones -no digo derecho a la huelga- el promover la resoluci¨®n de las cuestiones planteadas? La sensaci¨®n de desasistencia a la poblaci¨®n va a te?er un efecto contrario al buscado, limando a¨²n m¨¢s aquel poder m¨¦dico.
De las indicaciones, consejos t¨¦cnicos y actuaciones propias de la ciencia m¨¦dica que es el bagaje terap¨¦utico, se ha pasado, malentend¨ªendo los avances cient¨ªficos, a un autodeterioiro y dejaci¨®n, como, por ejemplo, haciendo equivalente el trabajo m¨¦dico a recetar f¨¢rmacos -que incluso en los ambulatorios de la Seguridad Social es la enfermera quien los expende.
Nos hemos preguntado ?cu¨¢l es la parte de responsabilidad de los m¨¦dicos en el auge en los ¨²ltimos tiempos de las llamadas medicinas alternativas, conjunto de brujer¨ªa, preciencia y orientalismo?
R¨¢pidamente podr¨ªamos decir que el poder m¨¦dico cl¨¢sicamente conocido sobre vida y muerte del enfermo debe ser entendido aut¨¦nticamente como -capacidad para curar. Es decir, pasemos, pues, de una consideraci¨®n omnipotente y seud¨®div¨ªna -de la cual quiz¨¢ recelan con envidia otras profesiones con poder f¨¢ctico ( ... )- a los m¨²ltiples y peque?os actos m¨¦dicos, que son los que promueven la salud del paciente, la dignidad del m¨¦dico y el mejor funcionamiento sanitario.
Habr¨ªa que recordar que la autoridad del m¨¦dico para curar no es proveniente de ninguna div¨ªna gracia, sino, adem¨¢s de la titulaci¨®n, de la autorizaci¨®n que el propio enfermo concede al facultativo (reconocimiento, confianza, etc¨¦tera). Esa autorizaci¨®n, esa autoridad est¨¢, desde diferentes lugares, puesta en entredicho.-
M¨¦dico psiquiatra. Getxo.
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