De Tiziano a Chagall
La mejor colecci¨®n privada de nuestro pa¨ªs y sin duda una de las mejores del mundo, los tesoros art¨ªsticos de la Casa de Alba, no desmerecen de la alcurnia ni de la ejecutoria hist¨®rica de tan noble estirpe. Se acrecienta el valor de este patrimonio fabialoso porque la mayor¨ªa de nuestros t¨ªtulos aristocr¨¢ticos; no han sabido dar continuidad a sus colecciones art¨ªsticas o en no pocas ocasiones, lo que es mucho peor, no han sabido ni siquiera conservarlas. Asombra, por tanto, al lector de nuestros antiguos tratadistas, desde Carducho hasta Ponz, que se hac¨ªan lenguas sobre las mejores pinacotecas del pa¨ªs, comprobar c¨®mo unos cuantos vaivenes en la ¨¦poca contempor¨¢nea lograron deshacer lo que a veces se hab¨ªa tardado siglos en reunir.?ste no ha sido, desde luego, el caso del patrimonio art¨ªstico de la Casa de Alba, que significativamente alarga el arco hist¨®rico de sus fondos desde Tiziano hasta Chagall, por poner tan s¨®lo un par de ejemplos entre los muchos existentes en esta excepcionalmente amplia colecci¨®n. En cierta manera, el acto generoso de exhibir una selecci¨®n de sus fondos en p¨²blico tiene, por tanto, un cariz de leg¨ªtimo orgullo: m¨¢s que por el poder en s¨ª de la riqueza art¨ªstica acumulada, por lo que ¨¦sta refleja de fidelidad a un principio cuya perdurabilidad en el tiempo le hace adquirir un aura moral.
Por lo dem¨¢s, si no me equivoco, esta exposici¨®n de El arte en las colecciones de la Casa de Alba, si no la ¨²nica, s¨ª ha sido la m¨¢s importante de cuantas ¨²ltimamente han promovido los duques con su patrimonio. Inaugurada ahora en Barcelona y posteriormente abierta tambi¨¦n para el p¨²blico de Madrid en las salas que posee en ambas ciudades la prestigiosa Fundaci¨®n Caja de Pensiones, creo que ha sido un acierto el esfuerzo realizado por la Casa de Alba, que as¨ª va a h¨¢cer accesible a miles de aficionados un conjunto de obras repartidas por los principales palacios que la familia ducal tiene en diversos lugares de nuestro pa¨ªs.
Una de las caracter¨ªsticas m¨¢s notables de esta colecci¨®n es, c¨®mo lo dir¨ªa, su naturalidad. Una buena parte est¨¢ constituida por retratos, recordatorios familiares, o son piezas que guardan casi siempre una relaci¨®n testimonial con las vidas de los sucesivos representantes de la Casa o de quienes han acabado confluyendo en ella. No se trata, por tanto, de una colecci¨®n fruto de la pasi¨®n enf¨¢tica por coleccionar, sino el resultado de una historia; eso s¨ª, una historia nada com¨²n. Como apunta certeramente Jos¨¦ Hierro en uno de los textos del cat¨¢logo sobre los retratos familiares, son s¨®lo eso, pero con la particularidad de que est¨¢n firmados por Tiziano, Rubens o Goya.
Dada la particularidad, ?por d¨®nde empezar el recuento de lo elogiable art¨ªsticamente? Es ciertamente una situa ci¨®n comprometida en un art¨ªculo de estas caracter¨ªsticas Con todo, he aqu¨ª un simple adelanto a modo de resumid¨ªsimo ¨ªndice. Hay piezas excepcionales de los italianos Mantegna, Tiziano, Allori, Vaccaro, Furini, etc¨¦tera; de los flamencos Rubens, Van Dyck y Jordaens; de los holandeses Rembrandt, Ruysdael, Van de Velde; de Durero y Mengs; de Reynolds y Rommey; de Ingres, Courbet, Boudin, Fantin-Latour, Renoir; de Ribera, Murillo, Goya, Alenza, Madrazo, Ferrant, Zuloaga, Benlliure, Emiliano Barral, etc¨¦tera. Por haber, hay hasta un Chagall, con lo que ni siquiera est¨¢ ausente la pintura de vanguardia de nuestro siglo.
Babelia
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