La sanidad catalana, en el punto de partida
La reforma est¨¢ dise?ada, pero apenas se ha comenzado a aplicar
La peculiar estructura de la sanidad en Catalu?a ha, obligado a la Generalitat, a afrontar de forma diferente a como lo ha hecho el Insalud la problem¨¢tica del sector sanitario. Porque, adem¨¢s de la insuficiencia presupuestaria, de efectos similares a los provocados en el resto de Espa?a, en Catalu?a la herencia sanitaria recibida estaba en peores condiciones. La Generalitat recibi¨® en 1981 lo que Laporte define como una "sanidad de peaje", es decir, Lirla sanidad gestionada por marios ajenas: s¨®lo el 15% de las camas hospitalarias pertenec¨ªan a la Seguridad Social.En estos momentos, de las 19.102 camas, s¨®lo 4.633 pertenecen a los hospitales del Instituto Catal¨¢n de la Salud (ICS), de modo que la mayor parte de los servicios que utiliza la Seguridad Social son concertados y escapan, por tanto, al control directo del ICS, que es el equivalente catal¨¢n del Insalud.
Nadie discute que la Generalitat recibi¨® una herencia sanitaria depauperada, con un exiguo sector propio muy descapitalizado -una auditor¨ªa realizada en 1981 revel¨® que la puesta al d¨ªa de estos hospitales precisar¨ªa una inversi¨®n de 20.000 millones- y un extenso sector concertado, ca¨®tico y desfasado. Los dos primeros a?os de gesti¨®n sanitarla fueron de aterrizaje, lo que no impidi¨® que la Administraci¨®n aut¨®noma permitiese, e incluso favoreciese, una expansi¨®n sin precedentes del sector concertado, con ayudas al sector e inversiones p¨²blicas a fondo perdido.
El sector concertado fue el primero en que estall¨® la crisis. Cuando en 1983 el ICS comprob¨® que el presupuesto que recib¨ªan del Insalud no cubr¨ªa gastos, decidieron congelar las tarifas de los conciertos. Al cabo de tres a?os, muchos de los hospitales concertados estaban al borde de la quiebra.
La crisis que ahora aborda el resto de Espa?a ha sido en Catalu?a especialmente dura. En los a?os anteriores a la transferencia de competencias, el Insalud hab¨ªa invertido en Catalu?a hasta el 17,2% de su presupuesto. En 1982, el porcentaje cay¨® hasta el 15,3% y ahora, tras unas tensas negociaciones, apenas alcanza el 16,2%. A ello hay que a?adir que el propio presupuesto del Insalud creci¨® dos puntos por debajo de la inflaci¨®n en 1983 y 1984 y que, en este per¨ªodo, la Seguridad Social incorpor¨® en Catalu?a a 300.000 nuevos beneficiarios sin ninguna contrapartida econ¨®mica. El resultado ha sido un d¨¦ficit de 40.000 millones en el sector concertado y de 28.000 m¨¢s en el propio ICS.
S¨®lo a partir de 1986 la Generalitat ha demostrado controlar la situaci¨®n y tener instrumentos para hacerle frente. El principal de estos instrumentos es un plan de reordenaci¨®n hospitalaria que aborda una dr¨¢stica racionalizaci¨®n del sector y una redistribuci¨®n de los recursos. La sanidad catalana adolece de una estructura macroc¨¦fala, con una excesiva concentraci¨®n de hospitales de alto nivel de tecnificaci¨®n en la capital, Barcelona, y una escasa y mal distribuida red asistencial en el resto de Catalu?a.
El principal objetivo del plan es reducir el n¨²mero de camas de alto nivel y primar la descentralizaci¨®n asistencial, al tiempo que aumenta la productividad de sector mediante una mayor dedicaci¨®n del personal sanitario y un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles. Formalmente, la aplicaci¨®n del plan se encuentra a la espera de negociaci¨®n con la Administraci¨®n central, de la que se esperan los recursos necesarios para llevarlo a cabo (17.000 millones para costes de ejecuci¨®n y alguna f¨®rmula que permita absorber a largo plazo el d¨¦ficit acumulado).
En espera de esta negociaci¨®n, que Laporte ve con optimismo dado el talante m¨¢s dialogante del nuevo ministro, Garc¨ªa Vargas, el ICS ha comenzado a actuar imponiendo ¨¹ste a?o un nuevo modelo de concertaci¨®n que constituye el primer instruniento de aplicaci¨®n soterrada del plan de reordenaci¨®n.
Acusaciones de agravio
Este modelo consiste en que el ICS fija a cada hospital la cantidad y, tipo de asistencia que precisa concertar, para la cual establece un presupuesto previo cuyo cobro est¨¢ condicionado, al final del ejercicio, al cumplimiento estricto de los par¨¢metros asistenciales fijados previamente por la autoridad sanitaria (n¨²mero de hospitalizaciones, estancia media, etc¨¦tera), de manera que cualquier desviaci¨®n es causa de penalizaci¨®n econ¨®mica. El nuevo sistema ha sido utilizado tambi¨¦n para primar a los hospitales comarcales (en su mayor¨ªa de titularidad p¨²blica) y favorecer la descentralizaci¨®n.
La aplicaci¨®n de estas medidas ha permitido tranquilizar y pacificar el sector concertado. No ha sucedido lo mismo, sin embargo, en los diez hospitales del ICS, donde el malestar es creciente. Las escasas inversiones realizadas no han permitido paliar la descapitalizaci¨®n galopante, que ya comienza a afectar seriamente a la calidad asistencial. El personal sanitario se siente agraviado y acusa al ICS de favorecer, mediante esta pol¨ªtica, los intereses de las cl¨ªnicas privadas y las poderosas mutualidades, sectores que cuentan con una destacada presencia en la sectorial de Sanidad del partido que gobierna la Generalitat.
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