Diario de Pernambuco
Una Vez asist¨ª a una conferencia de Camilo Jos¨¦ Cela en un escenario ciertamente original: la facultad de Derecho de Recife, en el Estado brasile?o de Pernambuco. D¨ªas antes hab¨ªa constatado que el Diario de Pernambuco es un digno peri¨®dico que existe realmente, y, no un invento de los tebeos de nuestra infancia, y que adem¨¢s trabajan en ¨¦l, c¨®mo no, hijos de gallegos. Antes del acto, al decano hubo que explicarle muy r¨¢pida pero contundentemente qui¨¦n era aquel importante hombre de letras llegado de allende el oc¨¦ano. Cuando lo present¨®, el decano hizo su papel con entusiasmo: no hab¨ªa en el mundo otro escritor como Cela, grande de las Espa?as y a las puertas del Nobel. A Camilo lo sentaron bajo una especie de palio de terciopelo bermejo; el aparato de megafon¨ªa no funcionaba, los cohetes de fiesta y la m¨²sica a destiempo interrump¨ªan su magistral lecci¨®n, el h¨²medo calor adormec¨ªa a los clientes universitarios que a¨²n no hab¨ªan satisfecho su curiosidad, un camarero vestido de ujier o un ujier vestido de camarero daba vueltas con una bandeja en torno al orador, pero ¨¦ste manten¨ªa el tipo impert¨¦rrito, leyendo con tono tranquilo en medio del rebumbio. Aunque eran cosas muy serias, confieso que no recuerdo nada de lo que entonces dijo Cela, extasiado como estaba con la puesta en escena. De s¨²bito, a derecha e izquierda del estrado se abrieron sendos ventanales, y unas ramas de especie tropical irrumpieron triunfales en el sal¨®n. Cela frunci¨® el ce?o ligeramente y dijo algo as¨ª como: "Por favor, contengan a la naturaleza".Sal y pimienta
La realidad siempre acaba subverti¨¦ndose ante este se?or de Irla Flavia. A veces lo hace adrede, y otras, sin propon¨¦rselo. Y en eso, en su facilidad para salirse de los m¨¢rgenes de la geometr¨ªa cartesiana, radica quiz¨¢ su m¨¢s profundo v¨ªnculo con el pa¨ªs de origen, con la matria, ya que no gallego por lengua literaria. Y es esa disposici¨®n para aventurarse en el mapa de colores donde no manda el se?or oscuro de la l¨®gica matem¨¢tica lo que evita que su obra envejezca. Hay adem¨¢s una parte de su creaci¨®n, puede que la m¨¢s vanguardista, que permanece semioculta y que acabar¨¢n descubriendo nuevos lectores no condicionados por la oferta tel¨ªstica m¨¢s convencional. Este se?or novelista, al que debe divertir sobremanera ser hijo adoptivo de los municipios de media Espa?a y sal Y pimienta en todas las ternas para grandes premios, ha conseguido el raro m¨¦rito de ser algo m¨¢s que un escritor. Se ha impuesto como un personaje en esta sociedad que prefiere al literato encerrado en los circuitos de iniciados o en el ¨¢mbito sepuleral de los libros de texto.
Pas¨® Luis Su¨¢rez, ha pasado Arnancio y pasar¨¢ Butrague?o, pero ah¨ª est¨¢ Cela, metiendo goles cada dos por tres. Le llaman para leer pregones de fiestas en los cuatro puntos cardinales. He descubierto que siempre lee el mismo texto, con liceros retoques y cambiando, claro, el top¨®nimo del pueblo. Pero la gente baila feliz, y ¨¦l tambi¨¦n.
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