"Abandono el tim¨®n, pero no el barco"
?ste es el discurso de Willy Brandt ante la comisi¨®n ejecutiva de su partido, el Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD), de cuya presidencia dimiti¨® a ra¨ªz del nombramiento de una nueva portavoz que no era militante y que fue considerada inadecuada para el puesto. En el texto, que publicamos por gentileza del diario alem¨¢n Die Zeit, que lo public¨® en la RFA, el hist¨®rico l¨ªder socialdem¨®crata alem¨¢n expone una especie de testamento pol¨ªtico, no exento de amargura, enojo y desenga?o por las actitudes intolerantes, estrechas y reaccionarias, adem¨¢s de personalmente ofensivas, manifestadas antes y despu¨¦s de su dimisi¨®n. El documento da una visi¨®n muy directa de la situaci¨®n interna del Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n, as¨ª como de las razones humanas y pol¨ªticas que movieron a Brandt a abandonar, de inmediato y antes de lo previsto, la presidencia del SPD.
El grotesco desarrollo de la discusi¨®n acerca de la portavoz del partido no es m¨¢s que un s¨ªntoma, pero ciertamente un s¨ªntoma importante, de falta de disciplina, incluso entre ciertos miembros responsables y experimentados de nuestro partido; de desconsideraci¨®n con aquellos que se encuentran en medio de una campa?a electoral; de la sinton¨ªa de algunos con ciertos ¨®rganos de opini¨®n m¨¢s o menos contrarios a nosotros, y asimismo del intento de saldar, de una forma velada, viejas cuentas.Lo que se ha tomado como una crisis de direcci¨®n es, para algunos que no quieren reconocerlo as¨ª, el intento consciente y firme de reducir la renovaci¨®n program¨¢tica y personal del partido a un capricho del presidente. En lo sucesivo no estoy disponible para esta forma velada e inaceptable de debates. Y estoy seguro de que la gran mayor¨ªa del partido est¨¢ asimismo harta de c¨®mo se desprecian sus resoluciones y se vulneran sus normas de democracia interna.
En las condiciones actuales no me parece posible seguir cumpliendo hasta el pr¨®ximo congreso ordinario del partido mis deberes como presidente. Por eso ruego que se aprueben las propuestas siguientes:
1. La ejecutiva del partido acuerda convocar antes de las vacaciones del verano, conforme al art¨ªculo 21 del estatuto de organizaci¨®n, un congreso extraordinario. Orden del d¨ªa: elecci¨®n del presidente y, si acaso, tambi¨¦n la de un vicepresidente; elecci¨®n del tesorero (para confirmar el nombramiento interino), a no ser que la ejecutiva considere conveniente someterse toda ella a elecci¨®n (lo que no me parece aconsejable).
2. La ejecutiva encarga a la comisi¨®n de organizaci¨®n que someta a consideraci¨®n, para el pr¨®ximo congreso ordinario del partido, una propuesta de cambio de los estatutos de forma que para la elecci¨®n del presidente se logre tambi¨¦n una representaci¨®n paritaria de hombres y mujeres.
3. La ejecutiva encarga a la comisi¨®n de organizaci¨®n que examine si no ser¨ªa recomendable un cambio en los estatutos, seg¨²n el cual se determine que la elecci¨®n del secretario general la haga el congreso del partido.
4. En el caso actual, que el nuevo nombramiento de secretario general se realice a propuesta del nuevo presidente designado por la ejecutiva del partido.
5. Someto a reflexi¨®n el que los presidentes regionales y comarcales participen en las propuestas a presentar en el congreso extraordinario del partido. (La propuesta de procedimiento que present¨¦ a la ejecutiva del partido el 23 de febrero y que ten¨ªa como finalidad hacer p¨²blico, a final de a?o, el nuevo equipo presidencial del partido ha quedado superada.)
Disputas malintencionadas
Con vistas a la fundamentaci¨®n: con estas propuestas se podr¨¢ conseguir que tanto las campa?as electorales en curso como las que nos esperan a continuaci¨®n queden liberadas de discusiones que para lo ¨²nico que sirven es para crear confusiones o incluso disputas malintencionadas.
Adem¨¢s, puede suponerse que un presidente que se ve obligado, por ejemplo, a luchar por un portavoz a quien ¨¦l considera id¨®neo y que se ha propuesto despu¨¦s de discutirlo previamente -como ha sido norma habitual hasta ahora- con el secretario general no hace m¨¢s que desperdiciar sus fuerzas.
Por desgracia, he constatado que algunos que se consideran de derechas y que, en todo caso, se tienen por figuras importantes quer¨ªan imponer un cambio de rumbo, a pesar de que carecen para ello de una mayor¨ªa. En esos c¨ªrculos -pero tambi¨¦n en otros que se tienen a s¨ª mismos por especialmente izquierdosos- se da m¨¢s valor a ciertos intereses concretos que a los intereses de todo el partido. Algunos destrozan la imagen p¨²blica de la socialdemocracia para a continuaci¨®n quejarse p¨²blicamente de que el partido no vaya mejor.
Helmut Schmidt ha exigido, ahora tambi¨¦n p¨²blicamente, retirarle al comit¨¦ directivo la direcci¨®n pol¨ªtica del partido. Esto forma parte del intento de llevar a cabo, de una forma oculta, un cambio de rumbo. Prevengo seriamente contra una operaci¨®n as¨ª. La democracia interna y la multiplicidad de opiniones no pueden ser arrolladas, sino que, guardando el respeto debido a las resoluciones, deben poder desarrollarse. Partido y fracci¨®n parlamentaria son dos organizaciones complementarias entre s¨ª; subordinar el uno a la otra est¨¢ condenado a fracasar.
Desde las ¨²ltimas elecciones generales, pero tambi¨¦n ya antes, me he convertido en blanco de aquellos que, con sus ataques, pretend¨ªan desviar la atenci¨®n de las propias y falsas propuestas y valoraciones. Tambi¨¦n yo soy, ciertamente, responsable de alguna que otra afirmaci¨®n inadecuada. Sin embargo, quien haya cre¨ªdo poder empujarme al papel de chivo expiatorio se ha equivocado. Primero en Berl¨ªn, y m¨¢s tarde, desde 1961 hasta 1972, en toda la Rep¨²blica, demostr¨¦, junto con otros, c¨®mo pueden ganarse elecciones. No dejar¨¦ de contradecir la formaci¨®n de ciertas leyendas, ni tampoco aquellas afirmaciones que buscan enga?ar o difamar y seg¨²n las cuales es ¨²nicamente a m¨ª a quien debe carg¨¢rsele la responsabilidad de que el 25 de enero no hayamos logrado mejores resultados. Entre Johannes Rau y yo tampoco es posible meter en este punto una cu?a de divisi¨®n.
Ya era conocido -y se hab¨ªa dado a conocer antes del congreso del partido en Nuremberg, y no durante el congreso, como le gusta propagar a una parte determinada que dispone de dinero suficiente para por lo menos investigar correctamente los datos- que yo no presentar¨ªa de nuevo mi candidatura en el congreso del partido de 1988. A todos aquellos que consideraban ventajoso el hecho de que se me retirara demostrativamente y antes de tiempo la confianza deb¨ªa complacerlos acelerando aquel proceso. Mi resignaci¨®n -en lo que concierne al proceso, no en lo que concierne a las convicciones- podr¨ªa favorecer a los socialdem¨®cratas y las socialdem¨®cratas que se encuentran ahora ante elecciones regionales: quisiera contribuir a aligerar su carga; a todos ellos no quisiera ¨²nicamente transmitirles mi saludo solidario, sino transmitirles tambi¨¦n mi disposici¨®n a seguir estando a su lado, independientemente de mi funci¨®n.
De lo expuesto aqu¨ª se sigue l¨®gicamente para m¨ª que no puedo responsabilizarme de la nueva comisi¨®n program¨¢tica m¨¢s all¨¢ del primer boceto ya presentado. Ruego a la ejecutiva del partido que tome esto en consideraci¨®n.
Al mismo tiempo quisiera informar a la ejecutiva -a la vista del cambio de responsabilidad dentro del propio partido- que yo dejar¨¦ a la decisi¨®n de los gremios competentes que dispongan como crean conveniente acerca de la presidencia de la Internacional Socialista hasta el congreso de 1989.
En la discusi¨®n acerca de la nueva portavoz que hab¨ªamos previsto me ha molestado de forma especial lo que he percibido o sentido como una rebeli¨®n de la estrechez mental y de la cerraz¨®n y encogimiento burgueses. Se ha visto, en todo caso, que una parte de la opini¨®n p¨²blica y del propio partido ha vuelto a caer en actitudes que yo cre¨ªa superadas. Por eso mismo, mi agradecimiento hacia aquellos que comprendieron qu¨¦ era lo que pretend¨ªa y me mov¨ªa es mucho m¨¢s grande.
Sin duda ninguna, podr¨¢n repararse los da?os ocasionados en las ¨²ltimas semanas. Quiero prestar mi contribuci¨®n a ello. Quisiera alentar a muchos otros a no ceder a los intentos reaccionarios.
Evidentemente, casi siempre es posible tener opiniones distintas acerca de las propuestas de nombramientos. Siento no haber dejado bien claro qu¨¦ razones, y por qu¨¦, me interesaba establecer un signo de liberalidad; tambi¨¦n un signo de una nueva renovaci¨®n generacional; tambi¨¦n un signo en la lucha por los socialdem¨®cratas de fuera del partido, por los que, en una medida considerable, he sido comprendido y que, por lo dem¨¢s, no se encuentran s¨®lo en esa zona denominada rot-gr¨¹n (rojiverde).
Me resulta comprensible que se discuta la cuesti¨®n de cu¨¢ndo ha de entrar a formar parte del partido alguien que desempe?a una actividad dentro de ¨¦l. Entre nosotros esto ha sido practicado en los a?os pasados, con respecto al gremio de prensa, de forma m¨¢s flexible que con respecto a otros gremios. As¨ª se hizo tambi¨¦n esta vez cuando el secretario general se puso a buscar una periodista apropiada. El asunto se convirti¨® claramente en un problema s¨®lo a partir del momento en el que yo hab¨ªa nombrado a una mujer joven que todav¨ªa no dispon¨ªa de la nacionalidad alemana, que tampoco estaba casada, sino que s¨®lamente ven¨ªa deuna familia de antifascistas griegos amigos m¨ªos. Por lo dem¨¢s, no logro, por desgracia, ver ninguna desventaja en el hecho de que alguien aporte, para la tarea en cuesti¨®n, una buena formaci¨®n, un examen brillante, conozca varios idiomas e incluso haya demostrado que puede arregl¨¢rselas con ¨¦xito y muy bien en una empresa econ¨®mica moderna. Por lo que se ve, para algunos esto era ciertamente demasiado, y un n¨²mero no peque?o de personas, en todo caso, ha escrito cartas terribles, o se ha hecho o¨ªr de la forma m¨¢s grosera; ha habido, sin embargo, tambi¨¦n muchas cartas agradables, cr¨ªticas y aprobatorias; las aprobatorias, no s¨®lo de extranjeros.
Desconocimiento
Algunos periodistas, que, por razones m¨¢s o menos buenas o malas no conocen bien por dentro el partido, han transmitido a su p¨²blico la impresi¨®n de que una portavoz tiene una tarea orientada hacia dentro del propio partido, lo que, naturalmente, es absurdo. Por otra parte, ha intentado utilizarse en provecho propio a una denominada base del partido, o de nombrarse a s¨ª mismo parte componente del c¨ªrculo de los que intervienen en la decisi¨®n. Eso es un error: yo estoy a favor de abrir las puertas y contra la consanguinidad.
Mi sugerencia de esa persona para el cargo, sugerencia de la que se trat¨® el 16 de marzo en la reuni¨®n de la ejecutiva del partido, se la hab¨ªa dado a conocer a los vicepresidentes y a Oskar Lafontaine el 13 de febrero (la fecha es muy importante para m¨ª). La propuesta puede aceptarse o rechazarse, pero la forma con que se ha reaccionado ante ella no s¨®lo me resulta lamentable, sino vergonzosa. Hemos estado ya mucho m¨¢s avanzados.
Apelo a la ejecutiva y al partido completo a no aceptar y conformarse con la cortedad mental y con la simpleza. Ese tipo de populismo lo entienden mejor otros, y lo mejor que podemos hacer nosotros es no tener nada que ver con ¨¦l.
Para que no queden dudas: abandono el puente, pero no me marcho de a bordo. Con la experiencia que he ido adquiriendo y en la libertad, que pronto tendr¨¦ a mi disposici¨®n, quisiera seguir ayudando a la socialdemocracia alemana y europea tanto como sea capaz. Sobre las cuestiones de contenido me permitir¨¦ volver en mejor ocasi¨®n.
Traducci¨®n de Luis Meana.
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