Un juez decidir¨¢ hoy el destino de 'Baby M'
Al igual que el rey Salom¨®n, un juez de Hackensack (Nueva Jersey) deber¨¢ decidir hoy, martes, el destino de un beb¨¦, Baby M, una ni?a de un a?o que se disputan su madre biol¨®gica y sus padres adoptivos, que pagaron a aqu¨¦lla para traer al mundo a la criatura. Rara vez ha habido una expectaci¨®n semejante ante una sentencia, ya que la decisi¨®n del juez Harvey Sorkop, en este proceso sobre alquiler de ¨²tero, que ha dividido, apasionando y escandalizado a los norteamericanos, puede establecer un precedente para las madres de alquiler.
Tiene los ojos azules, rasgos finos, expresivos. Para la mujer que la ha tra¨ªdo al mundo, Mary Beth Whitelicad, de 29 a?os, se llama Sarah. Para Elisabeth Stern y su marido, William, de 40 anos, cuyo esperma fue utilizado en la inseminaci¨®n de Mary Beth Whitehead, su nombre es Melissa. Pero hasta que se conozca la sentencia, tanto para la justicia como para la opini¨®n p¨²blica norteamericana su nombre es Baby M. Insensible al torbellino que se ha creado en torno a su vida, la ni?a, que el pasado viernes cumpli¨® un a?o, muestra una alegr¨ªa que sorprende a los psiquiatras. ?stos consideran que la agitada historia de su primer a?o de existencia la marcar¨¢ para toda la vida.
Regalo
Los Stern tem¨ªan que un embarazo fuera peligroso para Elisabeth, que sufre una esclerosis, y dado que deseaban tener un hijo, decidieron conseguir una madre de alquiler y por 10.000 d¨®lares contrataron a la se?ora Whitehead.Para ¨¦sta, madre de dos ni?os, engendrar a un beb¨¦ para otra pareja significaba "el mejor regalo de felicidad que se pueda hacer". Pero el matrimonio Stern no hab¨ªa previsto que de pronto se despertar¨ªa en ella el sentimiento maternal, que m¨¢s tarde la llevar¨ªa a no aceptar el dinero ofrecido y a quedarse con la ni?a. Baby M fue primero entregada a los padres adoptivos, que la prestaron despu¨¦s a la se?ora Whitenead por miedo a que ¨¦sta, muy afectada por el asunto, se suicidara. La madre biol¨®gica huy¨® inmediatamente con la ni?a. La intervenci¨®n de la polic¨ªa y del juez devolvi¨® la ni?a a los padres adoptivos y despu¨¦s a una tercera parte neutral.
Tras dos meses de audiencias, el juez Sorkow, de 56 a?os, padre de cuatro hijos debe decidir sobre la validez de contrato y la custodia definitiva del beb¨¦. La batalla jur¨ªdica, sin, embargo, continuar¨¢, dado que la parte que pierda recurrir¨¢ la sentencia.
Al comienzo del caso, la opini¨®n p¨²blica norteamericana parec¨ªa de parte de los Stern, cuyo abogado subray¨® los problemas familiares de los Whitehead, la inestabilidad de Mary, la propensi¨®n a la bebida de su marido, Rick, barrendero, y sus dificultades financieras. Adem¨¢s, ?no hab¨ªa roto Mary un contrato?
Poco a poco, el sentimiento fue cambiando. La familia Stern, acomodada, ?no hab¨ªa ido demasidao lejos en sus cr¨ªticas? ?No era Mary una madre como cualquiera, que quer¨ªa a su hija? Grupos feministas criticaron a las famillas ricas que alquilan a mujeres pobres para tener hijos.
Consecuencias
Debate humano, social y ¨¦tico en el que la decisi¨®n del juez Sorkow tendr¨¢ importantes consecuencias en un pa¨ªs en el que existen, al menos, 500 madres portadoras que ya han vendido a sus hijos.El rey Salorn¨®n descubri¨® a la verdadera madre de un beb¨¦ en disputa al proponer cortarlo en dos mitades. Aunque el juez utilice toda la astucia legendaria del rey de los hebreos, no podr¨¢ aportar, aparentemente, una soluci¨®n definitiva.
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