El Real Madrid, semifinalista
El Real Madrid no se jugaba el t¨ªtulo; no, se jugaba el fracaso. El Estudiantes no domin¨® nunca el partido pero s¨ª domin¨® el drama. El Madrid cosech¨® 16 rebotes m¨¢s que su rival, pero gan¨® s¨®lo por 12 tantos. Era el salario del miedo. El Madrid lleg¨® a tener 24 tantos de ventaja en la primera mitad y 28 en la segunda, para llegar, tras un parcial de 23-6 favorable.al conjunto estudiantil, a un dram¨¢tico 89-79 a falta de 3.30 minutos. ?Hab¨ªa pasado algo sustancial, alguna bruja, alguna maldici¨®n, una maldita y retorcida y aguda decisi¨®n t¨¢ctica?. No. Solo fue que el Estudiantes, con hombres frescos, sin pedigree, sin pecado, actu¨® decidido y el Madrid no pod¨ªa resistir demasiado a un rival clarividente o simplemente dispuesto.Ninguna novedad alter¨® el comienzo del partido, con Rodr¨ªguez insistiendo en su marcaje sobre Spriggs. El Madrid apur¨® su defensa, forz¨® el rebote y trat¨® de marcar el tiempo del partido.
Nadie quiso cometer un descuido, ni siquiera Lolo S¨¢inz, m¨¢s atento a los cambios y al banquillo que otras veces. Con 47-21 a favor, nadie pod¨ªa dar un duro por el Estudiantes, m¨¢xime cuando Russell se sentaba en el banquillo.
Pero Garrido tom¨® una decisi¨®n acertad¨ªsima: usar gente fresca, Ant¨²nez, Coll, Rementer¨ªa y dejar a Gil, Russell y hasta Pinone en el banquillo. Garrido busc¨® algo muy sencillo: gente lista para seguir luchando porque hab¨ªa adivinado el sentimiento tr¨¢gico con que jugaba el Madrid, su tensi¨®n, s¨®lo aliviada en las acciones de Branson, el m¨¢s seguro, y en la paciencia de Corbal¨¢n. El Madrid alcanz¨® 28 tantos de ventaja (89-77), pero no ten¨ªa ganado el partido. Garrido ped¨ªa, una y otra vez, que sus huestes insistieran en la lucha, que hurgaran en el rival.
Tras este tanteo pudo pensarse que el Madrid bajaba un poco la guardia para expulsar su tensi¨®n. Pero, en cuanto solt¨® las amarras, el equipo se fue a pique, desapareci¨® la defensa, el orden, los sistemas de ataque y hasta el rebote. El Madrid estaba roto y Ant¨²nez y Coll y ahora Russell, la mente clara, despierta disposici¨®n, ¨¢nimo resolutivo y ganas de ir para alante, acortaron tajantemente. Era el tercer acto, el ¨²ltimo, y el Madrid no hab¨ªa resuelto su miedo. ?Por qu¨¦?, porque muchos de sus jugadores no conoc¨ªan el fracaso, la miserable condici¨®n del mediocre, el aplauso caritativo. Con el Estudiantes han vivido en el purgatorio viendo las puertas del infierno.
El s¨¢bado, el Barcelona, en semifinales, en el Palau Blaugrana, eliminatoria a cinco partidos. Pero esa es otra historia. No es neorrealismo, es la pel¨ªcula de siempre, con los guiones de siempre, en interiores. Con el Estudiantes, neorrealismo puro, vieron la calle de cerca.
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