Damas
Lamento estar perdi¨¦ndome el d¨²o de damas que sin duda deben de haber entablado en Mosc¨² Margaret Thatcher y Raisa Gorbachova. Ah¨ª hay mucho tomate, si se me permite utilizar una met¨¢fora tan sumamente roja en momentos en que el Kremlin tira m¨¢s bien hacia la salsa t¨¢rtara. Reconocer¨¢n, sin embargo, que algo turbio existe entre Mijail y la vieja Maggie. Tan turbio como que ella se ha plantado en Mosc¨² con un repertorio de prendas de vestir del tipo ortodoxo-fin de semana en Siberia que para qu¨¦ les cuento. Fuentes de confianza indican que la Thatcher ha viajado tambi¨¦n con el estuche que contiene los 12 rulos antiinflamables del apocalipsis y el secador a pilas que le deja ese casco capilar a lo Capit¨¢n Trueno que tanto la favorece, as¨ª como con las babuchas con pomp¨®n Nuit de R¨¦ves y un juego de saltos de cama especial para tercera edad de Mark & Spencer. La se?ora Margaret, cuentan en c¨ªrculos diplom¨¢ticos, se prepar¨® previamente para este traslado que es m¨¢s bien un transporte leyendo en sus horas nocturnas las obras completas de Barbara Cartland. Est¨¢ clar¨ªsimo que quiere ligarse al Hombre de la Mancha, porque una cosa es que una sea de derechas y otra que no tenga su corazoncito. Como suele decirse: cuerpo fren¨¦tico y retoz¨®n no conoce ideolog¨ªa.
Ante semejante ataque de la premier brit¨¢nica, la hermosa Raisa ha pasado a la defensiva. Lo suyo es otra cosa. Largas conversaciones sobre filosof¨ªa, apasionantes an¨¢lisis en torno a la posible redistribuci¨®n de la vodka en polvo: una intelectual, en suma. Con abrigo de pieles, pero intelectual al fin. Es posible que Mijail, un poco harto de tanta inteligencia, contemple con buenos ojos el asedio de una buena jaca procedente de la dulce Albi¨®n.
Desde esta columna me permito recomendarle a Raisa, esa gran mujer que por el momento no se ha declarado a favor de los misiles, que tenga santa paciencia. Los hombres siempre vuelven con la se?ora, incluso cuando pierden el oremus ligando con un primer ministro.
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