Xavier Rubert de Vent¨®s afirma que el jesuitismo le seduce y le aterra
El eurodiputado socialista reivindica la actuaci¨®n de la Compa?¨ªa de Jes¨²s en Am¨¦rica
Xavier Rubert de Vent¨®s acaba de publicar El laberinto de la Hispanidad (Planeta), obra ganadora del Premio Espejo de Espa?a de ensayo. En ella reivindica la actuaci¨®n de los jesuitas en Am¨¦rica, aunque afirma que la orden le "seduce y aterra" al mismo tiempo. Rubert de Vent¨®s es diputado socialista en el Parlamento Europeo. Antes de ser elegido en las listas socialistas para el Congreso, en 1982, fue catedr¨¢tico de filosof¨ªa. Ha presentado programas en la televisi¨®n. Fund¨® el Collegi de Filosofia de Barcelona y ha sido animador constante de la vida cultural catalana.
Rubert de Vent¨®s estudi¨® con los jesuitas y, ahora, tras abordar su historia en Am¨¦rica, antes de que la pel¨ªcula Misi¨®n la pusiera de moda, ha vuelto a sentir emociones de la infancia. M¨¢s racionalizadas, pero no exentas de pasi¨®n. No tiene reparo en reconocer: "El jesuitismo me seduce y me aterra. Toda pasi¨®n de unidad me aterroriza. Pero hay algo que es impresionante en los jesuitas". Unos hombres cuya actuaci¨®n en las antiguas colonias espa?olas califica de progresista.Los jesuitas comparten con Rousseau la idea de que se puede organizar una sociedad sin pagar el precio de adorar fetiches. "El liberalismo, el marxismo moderno", explica, "matan unos fetiches para crear otros, aparece el mercado como mito, la propiedad, la Revoluci¨®n, el Estado, el Pr¨ªncipe. Sustuyen a Dios, al Papa o al derecho divino. Los jesuitas intentan no servir a los nuevos fetiches, de ah¨ª que luchen contra el mercado, contra el Estado patrimonial medieval sin convertirse al moderno. Incluso llegan a decir que si el Pr¨ªncipe establece precios injustos se puede hacer trampa en las pesas; afirman que la propiedad privada es convencional y, por lo tanto, se puede usar a conveniencia; no caen en el fetichismo ideol¨®gico del liberalismo. Con su distancia respecto a los nuevos fetiches, representan una actitud progresiva. No se casan con nadie. Son los ¨²nicos renacentistas que no se pasan al idealismo moderno".
En su opini¨®n, los jesuitas no son representantes de la Espa?a negra sino de la Espa?a ilustrada "de verdad". Los caudillos de la liberaci¨®n y la independencia colonial, explica, "son ilustrados, salvo en M¨¦xico, donde la hacen los curas. En los otros pa¨ªses decretan las naciones militarmente, 'en nombre de Rousseau, decreto que esto es una naci¨®n', y s¨®lo pueden apoyarse en un tejido capilar formado por los caciques y vertebrado por el ej¨¦rcito. El militar-caciquismo responde al car¨¢cter hispano-ilustrado que los caudillos aprenden de Espa?a. En cambio, Brasil empalma con la monarqu¨ªa portuguesa y M¨¦xico, con el clericalismo".
Protecci¨®n del indio
Este libro es una muestra de la distancia que hubo entre la ley y su cumplimiento. Algo que ha hecho reflexionar a quien, durante una legislatura completa, fue miembro del legislativo espa?ol y lo es ahora en el Parlamento Europeo. Seg¨²n ¨¦l mismo explica, las disposiciones legales eran sumamente benevolentes y protectoras del indio, pero las estructuras en las que se introdujo la ley la hac¨ªan casi siempre incumplible. La Corona legislaba para proteger a los indios, pero los jesuitas "se dieron cuenta de que si no hay una infraestructura adecuada, todo queda en palabras".Esto le lleva a pensar que la actual Constituci¨®n espa?ola es bastante buena: "Si algo me gusta de nuestra Constituci¨®n es que no es tan bonita como las anteriores. Creo que consagra una tendencia a la evoluci¨®n, no a la involuci¨®n. La Constituci¨®n de C¨¢diz es mucho m¨¢s bonita que la actual, pero, como dec¨ªa Maeztu, 'no hemos nacido para kantianos', no hemos nacido para matices. Esta Constituci¨®n es una Constituci¨®n pactada y, por lo tanto, con menor posibilidad de que haya distancia entre la ley y el cumplimiento".
Rubert describe el descubrimiento de Am¨¦rica como un encuentro que produce influencia mutua y como un regalo envenenado. As¨ª pues, las afirmaciones de que Espa?a no supo aprovechar el per¨ªodo para fundar una industria carecen de sentido: "Yo dudo que ninguna otra naci¨®n hubiera descubierto Am¨¦rica y se hubiera reconvertido industrialmente. Carlos Mart¨ªnez Shaw, que ha historiado muy bien ese per¨ªodo, me comentaba que lo ¨²nico barato en Espa?a era el dinero y ?qui¨¦n trabaja si el dinero es barato? Nadie. Era un regalo envenenado".
La evoluci¨®n de las colonias se explica tambi¨¦n porque "cuando la superestructura no est¨¢ donde la infraestructura, las cosas no funcionan. Y en Espa?a hab¨ªa un complejo mon¨¢rquico-se?orial separado de los gremios, las ciudades, las Cortes. Catalu?a ten¨ªa gremios, ciudades y Cortes, pero no supo dotarse de un proyecto pol¨ªtico. Y Catalu?a no pudo dotarse de ese proyecto porque no hubo solidaridad: ni con los valencianos cuando las german¨ªas, ni con los aragoneses cuando fue perseguido su Justicia, ni siquiera entre los mismos catalanes. En Portugal s¨ª hubo unidad. All¨ª hicieron pi?a y aqu¨ª and¨¢bamos a pinyes (bofetadas). Y lo que llega a Am¨¦rica es una estrucutra legalista maravillosa que no puede funcionar".
Rubert de Vent¨®s sabe que la idea de la hispanidad tiene, en muchos sectores y, especialmente en Catalu?a, connotaciones negativas, pero no le preocupan porque, afirma,: "La idea de hispanidad, a diferencia de la de Espa?a, entra por Emp¨²ries, mi pueblo, y sale por Palos. Creo que es una idea suficientemente din¨¢mica. Viene de Roma y va hacia Am¨¦rica. Espa?a en cambio se ha quedado aqu¨ª. Roma da la ciudadan¨ªa, Espa?a la estatal¨ªa. Cu¨¢ndo se habla de hispanidad la gente piensa en Franco, pero hispanidad viene de Hispania y ¨¦ste es un t¨¦rmino inventado por los romanos. Quiz¨¢ esto cotribuya a apaciguar la pol¨¦mica de si los italianos descubrieron Am¨¦rica. Si no lo hicieron, descubrieron la hispanidad".
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