Ferrero contradice lo que afirm¨® hace una semana
Ram¨®n Ferrero, aceitero de Alcorc¨®n (Madrid) para quien el fiscal pide m¨¢s de 10.000 a?os de c¨¢rcel, contradijo ayer las declaraciones que hizo en el juicio de la colza hace una semana. En la tarde de ayer se?al¨® que ¨¦l mismo entreg¨® al intermediario Jordi Pich, en Barcelona, una muestra de aceite refinado, cuando el martes hab¨ªa sostenido que el agente comercial la recogi¨® en un hotel de Madrid. Este renuncio supone uno de los datos m¨¢s significativos hasta ahora en el juicio.
La intenci¨®n de los acusadores se centra en demostrar que esta entrega de aceite es la prueba de que exist¨ªa una connivencia entre los Bengoechea y los Ferrero para derivar la colza industrial al consumo humano. La muestra referida ser¨ªa entonces el medio para comprobar que el refinado fraudulento daba el resulta o que tanto unos como otros esperaban.Los acusadores mostraron especial inter¨¦s el martes pasado en preguntar a Ferrero por qu¨¦ ten¨ªa necesidad de enviar una muestra a sus proveedores, si no era de la incumbencia de ellos la calidad final del aceite refinado. Ferrero, gerente de la empresa Raelca, no dio especial importancia a esa comprobaci¨®n. Dijo que se la hab¨ªa pedido el intermediario Pich y que se la llev¨® personalmente al hotel Cuzco de Madrid, pero mostrando que no tuvo especial inter¨¦s en ello porque casualmente ten¨ªa que desplazarse desde Alcorc¨®n para hacer otras gestiones y le pillaba de paso.
En cambio, ayer sostuvo el siguiente di¨¢logo con el acusador Fernando Salas:
"Me dijo Pich que era amigo o socio de Bengoechea (el importador del aceite) y que si pod¨ªa darle una muestra del aceite que yo hab¨ªa refinado. Le dije que ten¨ªa que bajar a Madrid y que se la dejaba all¨ª. Le di la muestra en el hotel Cuzco".
"?No es m¨¢s cierto que esa muestra se la llev¨® usted en un viaje que hizo a Barcelona?".
"No, no...".
"Le repito la pregunta: ?no es m¨¢s cierto que usted realiza un viaje a Barcelona?".
"s¨ª, s¨ª, s¨ª, s¨ª...".
"?... Y usted se va con la botella en el bolsillo para llevarle al se?or Pich esa muestra que le ha pedido ... ?".
"Ni me acordaba...".
."? .. Que era aceite de Rapsa que le ha mandado Bengoechea?".
"Ni me acordaba. S¨ª, fui a Barcelona y en uno de los viajes se lo dej¨¦. Ni me acordaba; han pasado ya seis a?os".
"?Y va usted expresamente a esto?".
"Fui a otras cosas, de pl¨¢sticos o no s¨¦ qu¨¦...".
"?Qui¨¦n pag¨® este viaje?".
"Lo pagu¨¦ yo".
"?Y le pareci¨® normal que un desconocido le pidiera una muestra?".
"No me llam¨® la atenci¨®n".
"No tuvo usted la curiosidad de llamar a Bengoechea para preguntarle qu¨¦ pasaba?".
"No. Es que, la verdad, ya ni me acuerdo, ni me acordaba".
"?Y usted se va a Barcelona con una botella de aceite en la mano ... ?".
"Me ratifico en mis declaraciones".
A partir de ese momento, Ferrero permaneci¨® en silencio durante varias preguntas.
En el interrogatorio a cargo del letrado Iganacio Uriarte (representante de la OCU), el procesado dio ya los primeros s¨ªntomas de nerviosismo.
"?No es m¨¢s cierto que ustedes quer¨ªan ocultar el mercado de aceite de colza como aceite de semillas?". La voz de Ferrero hizo retumbar el micr¨®fono: "?Mentira!". El presidente del tribunal, Jos¨¦ Antonio Jim¨¦nez Alfaro, le reconvino: "Por favor, deje de emplear la palabra mentira y conteste correctamente". Cada admonici¨®n del magistrado presidente cambiaba el semblante del procesado, que dejaba su acaloramiento y sus voces destempladas para decir sumisamente: "Perd¨®n, perd¨®n".
Ferrero perdi¨® la paciencia varias veces en el interrogatorio de la letrada Doris Benegas. La abogada acusadora se preguntaba a qu¨¦ se habr¨ªa debido el espectacular aumento en las ventas de Raelca. "Porque ve¨ªan que era bueno el aceite que Raelca vend¨ªa", respondi¨® Ferrero. Los murmullos no se hicieron esperar, la tensi¨®n subi¨® y Doris Benegas dijo: "?No es m¨¢s cierto que las ventas aumentaron porque usted lo vend¨ªa como de oliva?". Y Ferrero, nuevamente exaltado: "?Mentira ... ! Perd¨®n: no es cierto".
Doris Benegas se centr¨® tambi¨¦n en resaltar que Jos¨¦ Luis Garrote, el delegado de los Bengoechea en Madrid, no estuvo presente, casualmente, en las dos ocasiones en que Ferrero escuch¨®, seg¨²n su relato, que el importador guipuzcoano le ofrec¨ªa aceite comestible. En la primera ocasi¨®n, en mayo o junio de 1980, cuando Bengoechea visita Raelca, Garrote se acababa de ir al servicio, y en la segunda, cuando los tres se re¨²nen en una cafeter¨ªa de Getafe, Garrote, ¨²nico testigo de ambas situaciones, est¨¢ "enrollado" con el camarero. A tenor de esta explicaci¨®n, o Bengoechea esper¨® para hacer esa afirmaci¨®n a que Garrote no estuviera o Ferrero tuvo verdadera mala suerte en aquel momento, que le habr¨ªa servido ahora para contar con un testigo de que efectivamente le enga?aron.
El procesado Ram¨®n Ferrero fue el primero que acept¨® contestar a preguntas de los defensores. Su letrado, Jos¨¦ Mar¨ªa Serret, le pregunt¨® en tono ir¨®nico: "?Se gastaba dinero en m¨¢quinas y en etiquetas para tenerlas de adorno?". "?Pagaron al ayuntamiento el impuesto de radicaci¨®n?". "?Sabe usted que Tabacos de Filipinas es una empresa de porcelanas?" (en alusi¨®n a su ignorancia de las actividades de Rapsa). "?Le han preguntado el n¨²mero de habitantes de Alcorc¨®n?". "?Sabe usted la superficie de Estados Unidos?". Las respuestas eran obvias.
El¨ªas Ferrero, hermano de Ram¨®n y copropietario de Raelca, fue llamado despu¨¦s a declarar, pero se neg¨® a responder. Las preguntas, como hab¨ªa ocurrido la pasada semana con Juan Miguel y Fernando Bengoechea, y como varias decenas de las dirigidas a Ram¨®n Ferrero, volvieron a quedar en el aire.
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