Comienza el asalto a la Casa Blanca
Gary Hart anunciar¨¢ hoy su intenci¨®n de conquistar la presidencia de EE UU en 1988
Faltan todav¨ªa 20 meses para las elecciones presidenciales, pero Estados Unidos mira ya hacia la era despu¨¦s de Ronald Reagan. Los dem¨®cratas, tras haber perdido en cuatro de los ¨²ltimos cinco intentos, creen que esta vez no se les escapar¨¢ la Casa Blanca. Sienten que el pa¨ªs desea un respiro de reaganismo y est¨¢ dispuesto a aceptar un cambio.. Su candidato m¨¢s conocido, Gary Hart, el hombre de las nuevas ideas de 1984, anunciar¨¢ hoy oficialmente su candidatura. Pero no est¨¢ solo en su intento, y las elecciones de noviembre de 1988 se perfilan como las m¨¢s abiertas de este siglo.
Media docena de dem¨®cratas y otros tantos republicanos aspiran, por ahora, a la nominaci¨®n por sus respectivos partidos. Y nadie destaca a¨²n suficientemente ante la opini¨®n p¨²blica para afirmar que ser¨¢ el candidato definitivo.El Irangate y la p¨¦rdida del Senado por los republicanos han servido para acelerar una tendencia hist¨®rica que convierte a los presidentes en interinos al final de su segundo mandato. La venta de armas a Ir¨¢n y el desv¨ªo de fondos a la contra, una historia pol¨ªticamente inacabada, ha alterado profundamente la carrera presidencial en el bando republicano, y ha afectado sobre todo al vicepresidente, George Bush, que s¨®lo hace seis meses era considerado el heredero natural de Ronald Reagan. Los dem¨®cratas, tras la estrepitosa derrota cosechada por Walter Mondale en 1984, buscan una nueva filosof¨ªa pol¨ªtica centrista, huyendo del viejo evangelio del New Deal y tratando de superar su estigma de partido de los negros, los pobres, el resto de las minor¨ªas y los sindicatos.
Rechazo popular
Aunque es impensable una vuelta al viejo intervencionismo del Estado tan querido de los dem¨®cratas, los d¨¦ficit que dejar¨¢ Reagan no lo permitir¨ªan. Se detecta tambi¨¦n un rechazo popular a sacralizar la filosof¨ªa reaganista de que el Gobierno no es la soluci¨®n, sino el problema. Si las elecciones se celebraran ahora, George Bush y Gary Hart competir¨ªan por la pesada herencia de Ronald Reagan: un d¨¦ficit Presupuestario de 200.000 millones de d¨®lares (unos 26 billones de pesetas) y un fuerte desequilibrio comercial, que amenazan la salud de la econom¨ªa. Esto es lo que dicen los sondeos. Pero tambi¨¦n sugieren que estos dos pol¨ªticos, los m¨¢s conocidos por los electores, es posible que nunca sean presidentes de Estados Unidos y, quiz¨¢, ni siquiera los candidatos de sus respectivos partidos tras las convenciones del verano de 1988.Gary Hartpence (se cambi¨¦ de nombre), ex,senador por Colorado, de 50 a?os, necesita a¨²n demostrar que tiene algo m¨¢s que un cierto estilo kennediano, capacidad intelectual y un paquete de ideas modernas. Su personalidad sigue siendo un enigma y su complejo car¨¢cter hace que se le considere a¨²n un l¨ªder dudoso, inestable y sin madurar del todo. Los norteamericanos, a quien su discurso m¨¢s bien abstracto deja bastante fr¨ªos, todav¨ªa se preguntan qu¨¦ siente este pol¨ªtico enigm¨¢tico y distante y cu¨¢l es su visi¨®n de Am¨¦rica para los a?os noventa. Mondale, que le arrebat¨® la nominaci¨®n dem¨®crata en 1984, defini¨® estas dudas preguntando continuamente, a Hart: "?D¨®nde est¨¢ el bist¨¦?".
Hart, que busca respuestas alejadas de la ortodoxia conservadora o liberal -"Roosevelt nunca quiso que el New Deal fuera una catedral a la que los .dem¨®cratas acuden a rezar", dice-, se declara un antipol¨ªtico en el sentido cl¨¢sico. Es un pragm¨¢tico para quien la pol¨ªtica es, por encima de todo, resolver los problemas.
En cierto modo Hart desprecia la ideolog¨ªa. Cree que los problemas de modernizaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs deber¨¢ resolverlos el futuro presidente actuando como intermediario entre los ejecutivos, los sindicatos y el capital.
Desde hace cuatro a?os Hart se ha preparado concienzudamente, ha recorrido el mundo y se ha entrevistado en el Kremlin con el m¨¢ximo dirigente sovi¨¦tico, Mijail Gorbachov. Es el candidato dem¨®crata con mejores credenciales de pol¨ªtica exterior, terreno en el que defiende una pol¨ªtica internacional de compromiso ilustrado que sustituya a la contenci¨®n del comunismo.
Hartos de ideolog¨ªa
Los polit¨®logos coinciden en que en 1988 el pa¨ªs puede estar harto de ideolog¨ªa y listo para un r¨¦gimen tecnocr¨¢tico, en el que lo que importe sean no las soluciones de izquierda o derecha, sino la eficacia o la ineficacia en restaurar la compet¨ªfividad perdida de Estados Unidos.En este terreno del pragmatismo, Hart no est¨¢ ni mucho menos solo. Otros dos candidatos dem¨®cratas, Bruce Babbit, de 48 a?os, ex gobernador de Arizona, y el congresista Richard Gephardt, de 46, han anunciado sus candidaturas. Ambos introducen en sus campa?as la bandera del comercio justo, son conscientes de los l¨ªmites de lo que puede ha cer el Gobierno federal y, sobre todo Gephardt, hablan de proteccionismo comercial.
Tras la autoexclusi¨®n de la carrera del gobernador de Nueva York, el ¨ªtalo-norteamericano Mario Cuomo, un genuino repre sentante de la vieja filosof¨ªa dem¨®crata intervencionista y de compasi¨®n por los m¨¢s desheredados, otro gobernador de un Estado industrial del Este, Michael Dukakis, de Massachusetts, podr¨ªa recoger su bandera y sus votos. Dukakis, hijo de emigrantes griegos, utilizar¨¢ su ¨¦xito en dar la vuelta econ¨®mica mente a su Estado, que ha pasa do de la depresi¨®n a ser uno de los m¨¢s pr¨®speros del pa¨ªs.
Jackson de nuevo
Los dem¨®cratas tambi¨¦n tienen al candidato m¨¢s izquierdista, el pastor bautista de raza negra Jesse Jackson, campe¨®n de las minor¨ªas, partidario de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), defensor de Fidel Castro y de Daniel Ortega. Su coalici¨®n Arco Iris logr¨® el 18% de los votos en las primarias de 1984. Controla, sobre todo, el voto negro, pero pretende ampliar su espacio a los trabajadores industriales y a los agricultores, granjeros, afectados por la crisis.Y si no es el vicepresidente George Bush, de 62 a?os, ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), incapaz de proyectar una imagen pol¨ªtica propia diferente a la del presidente, ?qu¨¦ republicano suceder¨¢ a Reagan como candidato y eventual titular de la Casa Blanca?
Si el Irangate y los fallos de su personalidad confirman que George Bush no es el hombre Robert Dole, de 63 a?os, l¨ªder de la minor¨ªa republicana en el Senado, est¨¢ esperando su oportunidad.
Ya en los sondeos se acerca a Bush. Ha aprovechado muy h¨¢bilmente la, crisis de Ir¨¢n para distanciarse del presidente sin traicionar los principios del reaganismo. Para los republicanos el principal problema es que la herencia de Reagan es demasiado pesada y, al mismo tiempo nadie se atrever¨¢ a rechazarla frontalmente.
S¨®lo el congresista Jack Kerrip, de 51 a?os, uno de los padres intelectuales de la reaganomics (la filosof¨ªa econ¨®mica de Reagan), se declara el aut¨¦ntico sucesor de la revoluci¨®n reagan¨ªana, que pretende seguir y ampliar, sobre todo desplegando la guerra de las galaxias cuanto antes y derrocando de una vez a los sandinistas en Nicaragua. Kemp, un antiguo jugador profesional de f¨²tbol americano, es el aut¨¦ntico candidato de la derecha republicana m¨¢s conservadora. Pero su gancho popular es muy escaso y es superado, por su derecha, por el predicador televisivo Pat Robertson, de 57 a?os, que tambi¨¦n aspira a la Casa Blanca empujado por los votos radicales de la mayor¨ªa silenciosa.
Un general retirado
Y si todo les falla a los republicanos, siempre les queda acudir a un general retirado de cuatro estrellas, Alexander Haig, ex comandante supremo de la Oraganizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte (OTAN), el regente de los d¨ªas finales de Nixon en la Casa Blanca y el primer secretario de Estado de Reagan. Haig, de 62 a?os, famoso por su apresurada declaraci¨®n en la Casa Blanca -"ahora yo estoy al mando aqu¨ª"-minutos despu¨¦s del atentado contra Reagan en 1981, es muy conocido, pero no tiene base electoral en que apoyarse.Tambi¨¦n los republicanos tienen un candidato archimillonario, Pierre Du Pont, de 52 a?os, heredero del imperio qu¨ªmico del n¨²smo nombre y gobernador de Delaware. Y sin olvidar a su candidato imposible, el jefe del gabinete presidencial, Howard Baker, de 61 a?os, quien muchos creen que podr¨ªa ser, sin intentarlo formalmente y sin someterse a las primarias, el verdadero aspirante a la presidencia elegido por aclamaci¨®n en la convenci¨®n republicana como el salvador del partido y de la presidencia de Ronald Reagan.
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