Gorbachov pone de nuevo a Reagan a la defensiva
Ronald Reagan, que en la noche del jueves, en su rancho de California, fue informado por George Shultz de las conversaciones de Mosc¨², ha sido colocado de nuevo a la defensiva por las ofertas de Mijail Gorbachov, que suponen una pr¨¢ctica desnuclearizaci¨®n de Europa.El secretario de Estado no regresa, como esperaba la Casa Blanca, con una fecha para una nueva cumbre, deseada por la Casa Blanca para zafarse de la sombra del Irangate. Pero Reagan conf¨ªa a¨²n en que el "acuerdo al alcance de la mano" que ha hilvanado Shultz en Mosc¨², haga posible este a?o el viaje de Gorbachov a Washington y la firma del primer tratado de su presidencia para la reducci¨®n de armas nucleares.
Las conversaciones son prometedoras para un acuerdo sobre euromisiles en "un futuro no muy lejano", afirm¨® un comunicado del presidente hecho p¨²blico el jueves. La Administraci¨®n ha convertido el optimismo de hace unos d¨ªas en una prudente cautela, asegurando que no ofrecer¨¢ una respuesta inmediata a la URSS. Washington responder¨¢, a partir del pr¨®ximo jueves, en la mesa de negociaciones de Ginebra, y se ve obligada ahora a presentar una dif¨ªcil contraoferta, que aten¨²e el alcance de la desnuclearizaci¨®n ofrecida por Gorbachov, sin aparecer como la parte culpable de impedir un acuerdo de reducci¨®n de armas at¨®micas.
Arrinconado
"Gorbachov gana de todas las formas", explica un alto funcionario norteamericano. "Si consigue un acuerdo se apunta el tanto y obtiene una posici¨®n militar superior. Si no hay acuerdo, Occidente ser¨¢ responsable del fracaso". La impresi¨®n generalizada en Washington es que el l¨ªder sovi¨¦tico, aprovech¨¢ndose de la necesidad de pol¨ªtica interna que empuja a Reagan a un acuerdo antes del final de su presidencia, ha arrinconado al presidente norteamericano al aceptar resolver el ¨²ltimo obst¨¢culo que presentaba Washington: los cohetes de corto alcance (entre 500 y 1.000 kil¨®metros).
Reagan tiene tres alternativas, ninguna de ellas f¨¢cil. Forzar a los aliados de la OTAN a aceptar un trato que les disgusta y les sit¨²a en una situaci¨®n militar desventajosa; firmar a pesar de las quejas europeas, como ha hecho en otras ocasiones, pensando sobre todo en la rentabilidad a nivel de pol¨ªtica interna y de su lugar en la historia; o rechazar el acuerdo y confirmar, ante una opini¨®n p¨²blica occidental que desea un desarme nuclear, las denuncias de Mosc¨² de que Estados Unidos no quiere realmente la paz.
Pero todav¨ªa se desconoce qu¨¦ precio est¨¢ dispuesto a pagar Washington, si quiere pagar alguno, por un acuerdo.
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