Paz
Me emociona el haber podido ser testigo del magno acontecimiento de estos d¨ªas; del trascendental hecho hist¨®rico que pone fin a un resquemor de siglos. Ya se ve¨ªa venir, porque los franceses est¨¢n ¨²ltimamente harto modosos, en plan pelillos a la mar y hacerse amigos. Pero ha sido ahora, con la concesi¨®n de las tres estrellas de la gu¨ªa Michelin a un restaurante espa?ol, cuando al fin se ha culminado la paz franco-espa?ola.Porque ni las bellaquer¨ªas de Francisco I de Francia cuando la paz de Madrid, ni Pepe Botella y sus muchachos, los 100.000 Hijos de San Luis, los camiones de lechugas por los suelos o las victorias espa?olas que aparecen en el Arco del Triunfo parisiense como batallas ganadas por Napole¨®n, cosas todas ellas que fastidian much¨ªsimo el orgullito patrio, resultan tan vejatorias como el desd¨¦n de la Michelin. A los .espa?oles, pueblo instalado en la decadencia desde hace tres siglos y en la derrota total desde hace uno, nos quedaban, entre el mare m¨¢gnum de desastres, dos vanaglorias postreras y casi p¨®stumas: el sol y la cocina. Porque, s¨ª, pod¨ªamos ser pobres, incultos, subdesarrollados y sometidos a una dictadura impresentable, pero j nuestro aceite de oliva? ?Y nuestra tortilla de patatas? Con una gula metaf¨ªsica nacida de hambrunas seculares, los espa?oles idealizamos la suculencia de nuestra gastronom¨ªa, como si el esp¨ªritu de la raza anduviera metido en las cazuelas, como dir¨ªa santa Teresa; en la paella siempre incomparable, en la fabada, en el cocidito madrile?o glosado con tanto sentimiento por los cantantes populares. Pues bien, sin tener en cuenta este misticismo del garbanzo, llegaban los pedantes de la gu¨ªa Michelin y, zasca, nos daban donde m¨¢s nos escoc¨ªa. No cabe imaginar afrenta m¨¢s perversa.
Digo yo que ha debido de ser cosa del El¨ªseo. Que Mitterrand ha llamado a los badulaques de la Michelin y les ha dicho que hab¨ªa que acabar con la batalla. Sea como fuere, las tres estrellas han sido al fin concedidas y el tratado de Zalaca¨ªn est¨¢ firmado. Viva la paz hispano-gala.
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