La mujer y la izquierda ganan
LAS ELECCIONES que acaban de celebrarse en Islandia indican un giro hacia la izquierda. Por su importancia estrat¨¦gica y la base norteamericana de Keflavik, situada en su territorio, las oscilaciones de la pol¨ªtica islandesa han preocupado a la OTAN. Sin embargo, las campa?as contra la base de EE UU han perdido peso en el debate pol¨ªtico y el actual avance de la izquierda se debe m¨¢s bien a causas econ¨®micas. El Gobierno de coalici¨®n de conservadores y agrarios ha realizado un "saneamiento" de la econom¨ªa en un sentido neoliberal, con resultados indudables. Pero los electores han expresado su oposici¨®n a las severas medidas de austeridad y no quieren renunciar a los beneficios de un Estado de bienestar.
Por otra parte, estas elecciones han puesto de relieve un fen¨®meno pol¨ªtico num¨¦ricamente limitado, pero que reviste un inter¨¦s general en Europa: el ¨¦xito de la Agrupaci¨®n de las Mujeres, un partido de mujeres que ha doblado sus votos y su representaci¨®n en el Parlamento (de tres a seis diputadas desde las elecciones de 1983).
El resultado no ha sido una sorpresa en Islandia. Pero desde Espa?a puede sorprender el triunfo de esta formaci¨®n en un pa¨ªs que tiene leyes progresivas en lo referente a la igualdad de derechos de las mujeres, el divorcio y el aborto.
De hecho, los avances mismos de las reivindicaciones femeninas en t¨¦rminos legales hacen m¨¢s insoportable la permanencia de discriminaciones en la vida real. A la vez se pone sobre el tapete el abismo entre una igualdad proclamada y la casi total ausencia de mujeres en las instituciones en las que se decide. La Agrupaci¨®n de Mujeres naci¨® para luchar contra estos hechos y para descartar las maniobras de la pol¨ªtica masculina. Muchas de sus tesis se asemejan a las de los movimientos ecologistas, y los resultados demuestran que ha captado votos fuera del electorado propiamente feminista.
Asistimos en los ¨²ltimos a?os, en Europa, a un incremento visible de la participaci¨®n de las mujeres no ya en las luchas sociales y pol¨ªticas, sino en las instituciones de la democracia pol¨ªtica. Pero las desigualdades son llamativas. La presencia femenina en los Parlamentos de los diversos pa¨ªses alcanza el 34% en Noruega, 30% en Suecia y 23% en Dinamarca, y, en cambio, el 4% en Grecia, 6% en Francia o 6,3% en Espa?a. Los partidos de izquierda otorgan en general un mayor lugar a las mujeres en sus listas electorales, pero la verdad es que todos los partidos tienden a reflejar en su funcionamiento el machismo que domina en la cultura social y frenan la presencia femenina en las instituciones. Ello ha dado lugar a diversas experiencias feministas para romper esas barreras: en Islandia, la aparici¨®n del partido de mujeres en 1983 determin¨® un cambio en la actitud de los otros partidos, y el n¨²mero de mujeres en el Alting pas¨® s¨²bitamente de un 3% a un 15%. Los verdes en la Rep¨²blica Federal de Alemania han reflejado tendencias semejantes, como lo confirm¨® el ¨¦xito de su candidatura, exclusivamente femenina, en las ¨²ltimas elecciones de Hamburgo. En Noruega, los laboristas han realizado un cambio sensacional en las estructuras del Estado: no ya un alto porcentaje en el Parlamento, sino que ocho ministros de un Gobierno de 18 son mujeres. Lo han logrado no s¨®lo gracias al clima cultural, sino a medidas organizativas: el Partido Laborista Noruego estableci¨® en 1984 un m¨ªnimo del 40% para el porcentaje de otro sexo -hombres o mujeres- en sus candidaturas y en cualquier organismo o empresa regido por socialistas. Se avanza hacia una presencia m¨¢s igualitaria de hombres y mujeres en los ¨®rganos de decisi¨®n. Lecciones a aprender en esta Espa?a de pretendida democracia avanzada en la que la inercia del machismo pesa a¨²n sobre todos nosotros como una losa capaz de asfixiar a la sociedad.
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