La opci¨®n cero no es solamente aritm¨¦tica
Las cr¨ªticas realizadas contra la posici¨®n de la Administraci¨®n norteamericana con respecto al las iniciativas sovi¨¦ticas en tomo a la limitaci¨®n de armamentos son similares a las que se han formulado contra la llamada opci¨®n cero, seg¨²n el autor, quien en este art¨ªculo responde a tales cr¨ªticas.
Ciertos detractores han criticado algunos argumentos expuestos por m¨ª en defensa de los planteamientos de la Administraci¨®n de Reagan sobre el control de armamentos. Las cr¨ªticas se sit¨²an en la misma l¨ªnea de otras formuladas contra la opci¨®n cero en el ¨¢mbito de los proyectiles de alcance medio; se pregunta por qu¨¦, si hay otros sistemas nucleares desplegados en Europa que bastan para engarzar las defensas norteamericanas a la OTAN, Estados Unidos se anticip¨® a desplegar los proyectiles de crucero y Pershing II.La respuesta tiene dos vertientes y est¨¢ netamente inscrita en la doble decisi¨®n aprobada por la OTAN en 1979. En primer lugar, la alianza determin¨® que necesitaba proyectiles que estuvieran instalados en el teatro y fueran capaces de amenazar objetivos situados en territorio sovi¨¦tico, a causa del despliegue por la URSS de unos proyectiles de alcance inferior al intercontinental -los SS-20-, que amenazan a los pa¨ªses de la OTAN desde el territorio sovi¨¦tico. En segundo lugar, que la Alianza determin¨® que la eliminaci¨®n de los SS-20 y otros proyectiles sovi¨¦ticos de la misma clase evitar¨ªa la necesidad de efectuar despliegues por el lado de la OTAN. En otras palabras, que la finalidad de los proyectiles INF norteamericanos era la de ofrecer a los aliados nuevas seguridades sobre el mantenimiento de la eficacia de la estrategia disuasoria de la OTAN frente a los SS-20. Los mismos aliados hicieron constar que, dada la aportaci¨®n norteamericana a la defensa de la OTAN, tal confirmaci¨®n iba a ser innecesaria en caso de que se eliminaran los SS-20, precisamente lo que prev¨¦ la opci¨®n cero.
Tambi¨¦n en esas cr¨ªticas se descalifica mi apreciaci¨®n de la opci¨®n cero como ejemplo de buena reducci¨®n asim¨¦trica y se afirma que ¨¦sta representa un planteamiento de control de armamentos meramente contable, mediocre, falto de fondo s¨®lido.
Si el juicio que nos merezca un acuerdo sobre control de armamentos tuvi¨¦ramos que sustentarlo exclusivamente en las cifras de la reducci¨®n, desde luego que estar¨ªamos ante un irresponsable ejercicio de contabilidad. De otro lado, las cifras son un factor que ha de tomarse en cuenta junto con otros aspectos -militares y pol¨ªticos- que afectan nuestra seguridad y la de nuestros aliados. En el caso de los proyectiles de alcance medio-largo, en los que el desequilibrio es de cinco a uno, las reducciones asim¨¦tricas van significativamente en favor nuestro. Que la situaci¨®n final sea de igualdad en esta categor¨ªa de armamento es otro factor significativo. Y otro es que la cifra final sea de cero en Europa. Cuarto factor: que la OTAN mantendr¨ªa m¨¢s de 4.000 cabezas nucleares en Europa en soporte de su doctrina de respuesta flexible y como garant¨ªa del mencionado engarce. (Conviene advertir aqu¨ª que la Administraci¨®n hab¨ªa rechazado previamente las propuestas sovi¨¦ticas de reducci¨®n asim¨¦trica en la categor¨ªa INF porque el resultado final hubiera sido desigual y desfavorable a nosotros.) Adem¨¢s, las reducciones asim¨¦tricas de INF sentar¨ªan un positivo precedente para las reducciones asim¨¦tricas que deber¨ªan preven unos acuerdos aceptables sobre fuerzas convencionales y armas qu¨ªmicas.
En cuanto al ¨¢mbito estrat¨¦gico, se critica a la Administraci¨®n de Reagan el haber ofrecido en Reikiavik el mantenimiento del respeto al Tratado ABM durante 10 a?os, lo que, seg¨²n las cr¨ªticas en cuesti¨®n, pondr¨ªa en peligro la SDI, a cambio de reducciones en las armas ofensivas, lo que, seg¨²n esas mismas cr¨ªticas, ser¨ªa meramente sim¨¦trico.
Un programa robusto
Ninguna de ambas afirmaciones se tiene en pie. La oferta de Estados Unidos en Reikiavik se formulaba condicionada a la eliminaci¨®n de los proyectiles bal¨ªsticos ofensivos y habr¨ªa permitido el avance de un robusto programa de investigaci¨®n y desarrollo con una meta clara en su horizonte: la del despliegue despu¨¦s de 1996, en caso en que los medios defensivos creados satisfacieran los criterios que ya hemos establecido. El respaldo del Congreso a la SDI no est¨¢ en peligro por las ofertas que hemos hecho; antes bien, lo pondr¨ªa en peligro el que Estados Unidos se cerrara en banda a todo examen del asunto.
En el ¨¢mbito defensivo y a la hora de proceder ambos lados a las reducciones del 50%, los subl¨ªmites propuestos por Estados Unidos obligar¨ªan a efectuar reducciones asim¨¦tricas precisamente de las armas que consideramos m¨¢s da?inas para la estabilidad, esto es, las cabezas de los proyectiles bal¨ªsticos, en especial las de los intercontinentales, apartado en el que la Uni¨®n Sovi¨¦tica nos aventaja en etos momentos.
En efecto, la URSS ha convenido ya en reducir en un 50%, la, cifra de cabezas nucleares sobre proyectiles bal¨ªsticos intercontinentales pesados, los m¨¢s amenazadores de todos, y de los cuales posee en estos momentos 3.000, mientras que nosotros no tenemos ninguno. En esas cr¨ªticas se afirma que el hecho de tener menos armas nucleares no supone autom¨¢ticamente un aumento de la estabilidad estrat¨¦gica. Esto es cierto, pero no procedente en lo que se refiere nuestra propuesta.
Finalmente, tambi¨¦n esas cr¨ªticas prefieren hacer o¨ªdos sordos al llamamiento de Kissinger a la adopci¨®n inmediata de una decisi¨®n de despliegue de la SDI -que yo hab¨ªa criticado por prematura hasta que se determine si las defensas creadas cumplen los criterios de rentabilidad y supervivencia, y, por tanto, tienen capacidad estabilizadora- y defienden a Kissinger con el argumento m¨¢s general de que habria que suprimir la SDI del temario de asuntos a negociar con la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Tendr¨ªan que admitir esos cr¨ªticos que esta propuesta no es realista. El negarse a negociar sobre la SDI con la URSS dar¨ªa seguramente al traste con toda posibilidad de estabilizar las reducciones estrat¨¦gicas ofensivas y situar¨ªa al programa mismo de la SDI en mala posici¨®n ante el Congreso.
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