El borr¨®n del bajonazo
El Torero / Ni?o de la Capea, Ortega Cano, MendesToros de El Torero: desiguales de presencia y juego. Ni?o de la Capea: pinchazo hondo, rueda de peones, pinchazo y tres descabellos (silencio); estocada (oreja). Ortega Cano: bajonazo descarado (silencio); bajonazo (petici¨®n y vuelta). V¨ªctor Mendes: estocada corta atravesada y dos descabellos (aplausos y saludos); bajonazo (ovaci¨®n). Plaza de la Maestranza, 2 de mayo (tarde). 12? corrida de feria.
JOAQU?N VIDAL ENVIADO ESPECIAL
A Ortega Cano le contrari¨® mucho que la presidencia no le concediera la oreja del quinto toro y a punto estuvo de renunciar a la vuelta al ruedo, que ped¨ªa con fuerza el p¨²blico. Ortega Cano hab¨ªa toreado a ese toro con temple y gusto, reunido, despacio -m¨¢s despacio imposible-, subrayando con esmero cada tiempo del redondo, del natural, del pase de pecho, del ayudado. Hab¨ªa dibujado con primor la caligrafia de toreo y es normal que su orgullo de pendolista reclamara el justo premio. Pero, conclu¨ªda la exquisita pieza, Ortega Cano la emborron¨® con un bajonazo.
La suerte de matar -suerte suprema- es fundamental en el toreo y los propios matadores la han llevado a su decadencia, a mandoble limpio y minimiz¨¢ndola con actitudes como la de Ortega Cano ayer. Hay que matar y hay que matar bien. Pero tambi¨¦n hay que torear toros. Pues el ejemplar que templ¨®, reunido y primoroso, Ortega Cano, era un inv¨¢lido, sin m¨¢s fuerza que la justita para seguir d¨®cilmente, mortecinamente, la trayectoria de la muleta.
El toro anterior, cuarto de la tarde, se col¨® de forma pavorosa por el pit¨®n derecho y el Ni?o de la Capea, lejos de arrugarse, estir¨® cuerpo y ¨¢nimo, volvi¨® a citar por ese lado, fij¨® y embarc¨® la incierta embestida. Y por el otro, que era boyante, cuaj¨® naturales largos, templados y meritorios. Finalmente, mat¨® de una estocada arriba. La oreja que pidi¨® el p¨²blico por aclamaci¨®n y concedi¨® el presidente era merecida porque el diestro hab¨ªa toreado hondo y hab¨ªa matado bien a su toro.
Con estos claros balances, obviamente el Ni?o de la Capea estaba exultante, se re¨ªa durante la alborozada vuelta al ruedo, mientras Ortega Cano la dio con cara de funeral. Sin embargo har¨ªan bien en no envanecerse demasiado uno, otro en no lamentar su mala suerte, pues en plazas menos silenciosas y m¨¢s severas ninguna de las dos faenas hubiera sido posible, porque el p¨²blico habr¨ªa rechazado ambos toros: el del Ni?o de la Capea portrap¨ªo, el de Ortega Cano por inv¨¢lido.
Los tres primeros, muy flojos todos ellos, desarrollaron sentido en el ¨²ltimo tercio y los espadas s¨®lo pudieron porfiar unos cuantos pases, librar tarascadas y entrar a matar. El sexto tambi¨¦n punteaba y V¨ªctor Mendes lo hubo de torear en redondo muy pendiente de la colada que se ve¨ªa venir y a veces Reg¨®. Ni con la muleta ni con el capote estuvo lucido V¨ªctor Mendes. En cambio brind¨® dos tercios de banderillas excepcionales. Prendi¨® cuatro pares de poder a poder emocionantes, reuniendo en la cara con mucha autenticidad, y sobre todo dos por los terrenos de dentro que pusieron al p¨²blico en pie. Esos dos pares alcanzaron la categor¨ªa de memorables y la afici¨®n de la Maestranza, a?os futuros, los va a tener de gu¨ªa para juzgar a los especialistas del tercio de banderillas que hayan de venir.
Entre estos pares de banderillas, aquel despacioso toreo reunido, la importante faena del torero al que no arrug¨® una colada, la corrida de ayer fue entretenid¨ªsima. Ya era hora, porque la feria est¨¢ siendo un dolor. Queda, no obstante, la corrida de hoy, que es "la del siglo", seg¨²n se anuncia. Nada menos que Espartaco, ¨²nico espada, con los miuras. Las localidades disponibles est¨¢n en manos de los reventas y no las sueltan si no es a cambio de una fortuna. Despu¨¦s de hoy, reventas y banqueros se hablar¨¢n de tu y de turur¨².
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.