Cobaya en equilibrio
Pauline Dani?Is (Holanda)Programa de solos: Blind Sight. Mark Tompkins; Dream of joumeys: Viola Farber; 1/5: Mark Varirunxt; The boxer spook: Matthew Hawkins. V¨ªdeoconcepto: Hans van Manen. M¨²sica: Harry de Wit. Teatro Zorrilla, Valladofid, 11 de mayo.
La bailarina comienza haciendo alarde de sus conocimientos pantom¨ªmicos al tocar la luz desde fuera de un cenital, en unos ejercicios fr¨ªos, calculados, donde el motor biomec¨¢nico opera r¨¢pidamente, pero sin convicci¨®n hacia el espectador, una distancia asaz provocada, pero de efecto contraproducente en un opening danc¨ªstico.
Las complejas luces no terminan de dibujarle el escenario propicio a un programa ecl¨¦ctico que apoya su conducci¨®n en la persona y la pantalla de v¨ªdeo como hilatura. El espect¨¢culo carece de una cohesi¨®n convencional, y est¨¢ claro que ha sido concebido de esta manera entre displicente y atonal.
Pauline Dani?Is ha servido de cobaya para que varios core¨®grafos (unos maduros, como Viola Farber, y otros de ¨²ltima generaci¨®n, como el belga Vanrurixt, nacido en 1960) exploten sus cualidades, un caudal abundante de m¨²sculos bien modelados en el culto culturista, una calistenia que ha terminado por entrar en el intelecto de la danza. La Dani?Is hace gala de un equilibrio de eje diagonal, practicado seg¨²n el parecer de Merce Cunningham, y lo explota en variaciones tangentes, casi de desaf¨ªo. Sus giros en el aire, a la manera de un tour a¨¦reo masculino, y cierto esquema de brazos en la segunda posici¨®n cl¨¢sica enfatizan el postulado de b¨²squeda de un lenguaje en evoluci¨®n que no desprecia en lo absoluto el pasado (reciente y remoto), sino que lo machaca en un intento de actualizaci¨®n.
El cuerpo de la bailarina, lo s¨®lido por excelencia (maciza, que dir¨ªa un castizo), genera un volumen abstracto frente al espacio compuesto por la luz y el sonido. Hay una ley f¨ªsica del desplazamiento que es controlada hasta el final, merced a una t¨¦cnica y, casi podr¨ªa decirse, a un estilo. La ductilidad de la int¨¦rprete queda patente, y los solos van ganando en sentido a medida que se proyectan hacia el final.
El v¨ªdeo, como pausa, es burdo, pero como racionamiento distanciador es muy v¨¢lido. Todo est¨¢ compuesto con refinamiento est¨¦tico, haci¨¦ndose acompa?ar de la poes¨ªa sonora de Harry de Wit.
Babelia
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