S¨¢bato: "Soy partidario de la reconciliaci¨®n nacional sobre la base de la justicia"
Casi tres a?os despu¨¦s de haber presidido la Comisi¨®n, Nacional sobre la Desaparici¨®n de Personas (Conadep) en Argentina, que elabor¨® el informe titulado Nunca m¨¢s, el escritor Ernesto S¨¢bato (76 a?os) ha podido comprobar, durante la reciente sublevaci¨®n militar, c¨®mo el t¨ªtulo de ese libro se convirti¨® en bandera de la sociedad civil movilizada contra el golpismo. Sobre el significado de ese amotinamiento, la probable reglamentaci¨®n de los l¨ªmites de la obediencia debida de los militares que participaron en la represi¨®n durante la pasada dictadura militar y las perspectivas de futuro de su pa¨ªs. S¨¢bato ha conversado en Madrid con EL PAIS, antes de recibir, esta semana, dos homenajes: uno en la universidad de Murcia y otro en la Sorbona, de Par¨ªs.
Pregunta. La pol¨¦mica producida estos d¨ªas en Argentina sobre la obediencia debida de los militares y sobre ciertos proyectos de amnist¨ªa ?es consecuencia de la sublevaci¨®n de la pasada Semana Santa? ?Pudo haber un acuerdo entre el presidente Alfons¨ªn y los amotinados para que ¨¦stos depusieran las armas?R. De ninguna manera. Desde el balc¨®n de la Casa de Gobierno Alfons¨ªn dijo, entre otras palabras memorables, que "ni la democracia ni la Constituci¨®n se negocian"; y la ovaci¨®n de la multitud revel¨® que el pa¨ªs refrendaba sus palabras. Luego fue a Campo de Mayo [donde estaban los sublevados], en un acto de inmenso coraje, e intim¨® la rendici¨®n. S¨®lo los malintencionados pueden afirmar la existencia de un pacto secreto. La prueba es que los amotinados fueron detenidos inmediatamente y luego sometidos a juicio. Y ¨²nicamente los que tienen escasa memoria olvidan que los proyectos de punto final y de obediencia debida se vienen manejando desde muchos meses antes de ese mot¨ªn.
P. ?Cree que habr¨¢ una ley o resoluci¨®n de la Suprema Corte para establecer los l¨ªmites de la obediencia debida?
R. Seguramente.
P. ?Cu¨¢l es su criterio?
R. Las fuerzas armadas de cualquier pa¨ªs se basan en el principio de la subordinaci¨®n y la obediencia a los superiores. Pero en toda comunidad civilizada los reglamentos militares tienen que someterse a ciertos principios ¨¦ticos absolutos. Si un subalterpo recibe la orden de torturar, no s¨®lo puede, sino que debe resistir esa orden. As¨ª, cualquier futura reglamentaci¨®n debe respetar este principio.
P. ?De modo que un torturador debe ser condenado?
R. ?se es mi punto de vista..
P. ?C¨®mo entiende la reconciliaci¨®n nacional en Argentina?
R. Por supuesto que soy partidario de esa reconciliaci¨®n. Pero sobre la base de la justicia, sin la cual no puede levantarse una comunidad civilizada. El perd¨®n s¨®lo puede otorgarse al que se arrepiente de sus cr¨ªmenes. En mi pa¨ªs, ninguno de los principales responsables de los horrendos cr¨ªmenes cometidos ha mostrado arrepentimiento. Por el contrario, han justificado con orgullo y hasta con soberbia lo que perpetraron.
P. ?Qui¨¦nes son, a su juicio, los militares culpables?
R. S¨®lo los que instrumentaron la metodolog¨ªa de la represi¨®n y la ¨ªnfima minor¨ªa de torturadores. Precisamente por eso es indispensable la justicia, porque ser¨¢ la ¨²nica forma de levantar cualquier sospecha sobre la inmensa mayor¨ªa. As¨ª, nuestras fuerzas armadas podr¨¢n recuperar la honrosa tradici¨®n que empieza en los tiempos de la independencia.
Gesta civil
P. ?Es usted optimista respecto del futuro de Argentina?R. Por supuesto que s¨ª. El mot¨ªn de Semana Santa y la reacci¨®n de la naci¨®n entera marcar¨¢ un hito fundamental en nuestra historia: el de la victoria de un pueblo inerme sobre las minor¨ªas que quisieron, con la fuerza de sus armas, retrotraemos a una ¨¦poca tenebrosa. Soy optimista, adem¨¢s, porque ha mostrado el triunfo de los valores morales y porque ha revelado la extrema madurez del pueblo argentino, madurez que es la consecuencia positiva de una gran calamidad, la que se abati¨® en nuestra tierra con la dictadura militar. Los males son siempre aleccionadores y cat¨¢rticos. As¨ª, un pueblo entero, millones de hombres y mujeres Y muchachos, se lanzaron a todas las plazas de la Rep¨²blica para gritar "Nunca m¨¢s", y hasta para ofrecer sus pechos frente a los fusiles y ametralladoras de los amotinados, aun mujeres con sus peque?os en brazos. ?C¨®mo no ser optimista? ?C¨®mo no ser optimista con un presidente que actu¨® con semejante grandeza y coraje en un momento tan dram¨¢tico de nuestra historia? ?C¨®mo no ser optimista cuando en esa gesta civil lo hemos visto acompa?ado por todos los l¨ªderes de la oposici¨®n democr¨¢tica?
P. ?Cu¨¢l es su balance de la democracia instaurada hace ya m¨¢s de tres a?os?
R. Profundamente positivo. Primero, porque recuperamos ese bien supremo del hombre que es la libertad. Segundo, porque se hizo algo que no se llev¨® a cabo en ninguna parte del mundo contempor¨¢neo, con el enjuiciamiento y castigo de la c¨²pula militar. Porque ?c¨®mo y cu¨¢ndo se enjuiciaron a los culpables de las atrocidades cometidas durante la guerra de liberaci¨®n en Argelia? ?O a los culpables de los genocidios en Vietnam y en Afganist¨¢n? El juicio de Nuremberg fue hecho por el Ej¨¦rcito m¨¢s poderoso de todos los tiempos contra un pueblo derrotado. Pero, ?cu¨¢ndo un gobierno civil ha condenado a prisi¨®n perpetua a hombres que eran due?os de los tanques y los aviones? Cualesquiera sean las inevitables falencias en el ajusticiamiento futuro, lo hecho quedar¨¢ como un hermoso acontecimiento de las democracias contra las dictaduras.
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