Un inexplicable aplazamiento
EXISTEN SUFICIENTES testimonios, muchos de ellos conocidos ya por la opini¨®n p¨²blica, sobre lo ocurrido el pasado d¨ªa 16 de abril en Reinosa como para deducir que el comportamiento de la Guardia Civil fue aquel d¨ªa incompatible con la misi¨®n que la ley atribuye a las fuerzas de seguridad. El rocambolesco aplazamiento de la comparecencia -por llamarlo de alguna manera- del director general de la Guardia Civil, Luis Rold¨¢n, ante la comisi¨®n de Interior del Congreso no servir¨¢ para modificar la negativa imagen que de esos hechos se deriva, pero da?a a la imagen de algunas instituciones democr¨¢ticas. ?se es el balance del sorprendente desenlace de la iniciativa del Grupo Popular de volverse atr¨¢s en su intenci¨®n de pedir explicaciones al responsable de la Guardia Civil sobre los sucesos de Reinosa.Demasiado sorprendente como para no pensar en un arreglo bajo cuerda entre las dos primeras fuerzas parlamentarias tendente a evitar al Gobierno el sofoco de explicar lo inexplicable: que casi un mes despu¨¦s del negro Jueves Santo vivido en la localidad c¨¢ntabra, y cuando ya ha perdido la vida una de las decenas de personas que resultaron heridas, nadie haya dado la cara todav¨ªa para responder pol¨ªticamente de los desmanes.
La iniciativa del primer partido de la oposici¨®n era m¨¢s que razonable. En un sistema parlamentario, una de las funciones principales de la c¨¢mara es controlar el uso hecho por el Gobierno del poder que ejerce: El director general de la Guardia Civil estaba moralmente obligado a responder a cuestiones como: por qu¨¦ se mantuvo, contra los m¨¢s elementales criterios de prudencia pol¨ªtica, la decisi¨®n de seguir encomendando a dicho cuerpo la salvaguardia del orden p¨²blico en Reinosa tras la experiencia de lo ocurrido un mes antes; qu¨¦ criterios determinaron la intervenci¨®n indiscriminada contra el conjunto de la poblaci¨®n el d¨ªa 16, y qu¨¦ medidas se hab¨ªan adoptado contra los n¨²meros y oficiales responsables de la intervenci¨®n policial.
El Grupo Popular se adelant¨® a solicitar la presencia del director general de la Guardia Civil y del delegado del Gobierno en Cantabria. El rechazo por parte de la Mesa del Congreso de la comparecencia del delegado del Gobierno fue la raz¨®n esgrimida por los populares para retirar su petici¨®n, seg¨²n se supo ayer. Otros grupos de la oposici¨®n, cuyos l¨ªderes hab¨ªan expresado p¨²blicamente su preocupaci¨®n por lo ocurrido, indicaron tambi¨¦n su intenci¨®n de intervenir en la comisi¨®n, y entre ellos Izquierda Unida, que propuso adem¨¢s el visionado por los miembros de la comisi¨®n de un v¨ªdeo con testimonios de algunas de las v¨ªctimas. La negativa del portavoz del Grupo Popular a ofrecer mayores explicaciones de su decisi¨®n abona la hip¨®tesis de un acuerdo soterrado. Tal vez alg¨²n d¨ªa se sepa a cambio de qu¨¦. Pero ya en el colmo de las piruetas y sinsentidos, las ¨²ltimas noticias de ayer informaban del deseo del director general de la Guardia Civil de comparecer voluntariamente en el Congreso. ?Para qu¨¦ tantas vueltas y revueltas?
La democracia por s¨ª sola no basta para producir las transformaciones sociales que eviten las desigualdades sociales. Ni siquiera para evitar que en per¨ªodos de crisis y ajuste miles de trabajadores pierdan su empleo. Es posible que la sociedad espa?ola depositara esperanzas desmesuradas en lo que le aportar¨ªa el ,cambio. Pero por mucho que se reduzca el significado real de ese concepto, es exagerado admitir que los ciudadanos deban aceptar que una nube de silencio cubra, como en el pasado, comportamientos posiblemente il¨ªcitos de quienes por mandato constitucional est¨¢n obligados a cumplir y hacer cumplir las leyes. Por ello no estar¨ªa de m¨¢s que el se?or Barrionuevo Pe?a, al parecer ya un ministro sin cartera, asumiera la responsabilidad pol¨ªtica de su departamento y no dejara en manos de sus subalternos el dar la cara en el Congreso.
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