De dos a tres

El sabio doctor J. E. Berendt acaba de reconocer en Tete Montoli¨² al "tal vez m¨¢s negro de los pianistas europeos". Sin duda, Bobby Hutcherson abogar¨ªa por esta tesis. Desde el tema de entrada, Sunday my prince will come, cancioncilla disneyana que Davis incorpor¨® al repertorio jazz¨ªstico, hasta el Salt peanuts final, todo se desarroll¨® en el ¨¢mbito de la lecci¨®n creativa. En medio, un recorrido por Monk en el que Tete confirm¨® la nueva densidad de su energ¨ªa.Bennie Wallach sali¨® apabullando, alargando su tenor hasta las c¨²spides de los registros m¨¢s altos. Su bajista, Reggie Johnson, apareci¨® algo perdido y no por las alturas. El baterista Alvin Queen no abandon¨® al maestro en ning¨²n momento. Wallach es un hombre en plena construcci¨®n de una muy brillante carrera y parece querer dar lo mejor de s¨ª mismo en cada concierto. Si siempre se habl¨¦ de Hawkins, Byas y Webster en la definici¨®n de su sonido, hoy se muestra m¨¢s pr¨®ximo a Rollins, el eslab¨®n intermedio. Y no s¨®lo por su pasi¨®n por los calypsos y los tr¨ªos sin piano, desde luego. Tambi¨¦n acab¨® en Gillespie -A night in Tunisia- y fij¨® se?as de identidad en su propia v¨ªa de acercamiento a diversos est¨¢ndares. Wallach, ya se dijo, un maestro de los ochenta.