V¨ªsperas fiscales
LA LLEGADA de la primavera suele marcar el inicio de una campa?a de intimidaci¨®n fiscal destinada a atemorizar a quienes se ven asediados por la duda a la hora de cumplir sus obligaciones con el fisco. Se refrescan as¨ª las enmohecidas conciencias fiscales mediante la amenaza de la sanci¨®n y, en su caso, de la c¨¢rcel. Este a?o, la campa?a se inici¨® espectacularmente con el paso por el juzgado de Lola Flores, y se ha continuado con el anuncio del env¨ªo al fiscal del Estado de 130 expedientes de ciudadanos recalcitrantes en el impago de sus deudas a la Hacienda p¨²blica.En este marco tambi¨¦n se puede incluir el censo especial para aquellas personas de renombre social que gozar¨¢n de un seguimiento fiscal espec¨ªfico. Los responsables de la Administraci¨®n justifican esta forma peculiar de la mercadotecnia fiscal por la desdichada tendencia del ciudadano espa?ol a no pagar los impuestos si no se esgrime el fantasma de la sanci¨®n. La consecuencia de todo ello son las truculentas declaraciones de los responsables administrativos cuando llega la hora de rellenar los impresos.
Cabe, sin embargo, preguntarse si esta actitud es la m¨¢s adecuada y si los ciudadanos espa?oles de este ¨²ltimo cuarto de siglo que pagan religiosamente sus impuestos -y hay muchos- no tienen raz¨®n en quejarse del autoritarismo de una Administraci¨®n que, aparentemente, ha renunciado a explicar a los administrados qu¨¦ hace con sus impuestos, c¨®mo los gasta, en qu¨¦ y con qu¨¦ criterios, de tal manera que la declaraci¨®n de la renta se asemeja m¨¢s a una extorsi¨®n primaveral que a la contribuci¨®n solidaria a las cargas originadas por la solidaridad y la convivencia. La discusi¨®n del presupuesto en el Parlamento no es respuesta suficiente, entre otras cosas, porque la ley Presupuestaria es ininteligible incluso para la mayor¨ªa de los parlamentarios y, en muchos aspectos esenciales de la pol¨ªtica econ¨®mica, escasamente relevante. Por otra parte, el injustificado e injustificable retraso de ayuntamientos y comunidades aut¨®nomas a la hora de presentar sus cuentas (a¨²n no se conoce en qu¨¦ gastaron estas administraciones el dinero que los contribuyentes les confiaron el pasado a?o) no ayuda al despertar de la conciencia fiscal de los espa?oles.
Pero no es ¨¦ste el ¨²nico agravio que tiene el contribuyente espa?ol cuyos ingresos figuran en una n¨®mina y son declarados por terceros. Seg¨²n los ¨²ltimos datos hechos p¨²blicos por la Administraci¨®n, los ingresos del impuesto sobre la renta de las personas fisicas est¨¢n creciendo a unas tasas superiores al 30%, algo que no tiene nada que ver con el crecimiento de las rentas de los asalariados, principales protagonistas de esta historia, que aumentan a un ritmo del orden del 10%. Una parte de la soluci¨®n de este notable enigma puede encontrarse en la lucha contra el fraude fiscal, que ha hecho aflorar ingresos antes ocultos, pero la mayor parte del aumento proviene del persistente rechazo por parte de la Administraci¨®n de modificar las escalas impositivas en funci¨®n de la inflaci¨®n, que se convierte as¨ª en un poderoso agente recaudador. Si con tasas de aumento de los ingresos fiscales superiores al 30% la Administraci¨®n se lanza a campa?as de intimidaci¨®n, cabe preguntarse qu¨¦ suceder¨¢ el d¨ªa en que estas tasas se moderen hasta cifras m¨¢s compatibles con las viejas promesas de mantenimiento de la presi¨®n fiscal.
Los ingresos derivados del impuesto sobre la renta de las personas fisicas est¨¢n creciendo a tasas muy superiores a la progresi¨®n de las rentas de los asalariados. El que la Administraci¨®n cante victoria en la lucha contra la evasi¨®n fiscal no debe hacer olvidar la existencia de numerosas bolsas de fraude que quedan a¨²n por descubrir, ni tampoco el hecho fundamental de que la inmensa mayor¨ªa de los asalariados ha visto crecer la carga fiscal directa mucho m¨¢s de prisa que sus remuneraciones. Tal vez haya llegado el momento de que la voracidad recaudadora, que se ejerce prioritariamente sobre este colectivo, ceda el paso a la explicaci¨®n clara y convincente del destino del dinero recaudado y un mayor rigor en el afloramiento de las rentas ocultas. Tambi¨¦n parece llegada la hora de plantearse una simplificaci¨®n de un impuesto cuya creciente complejidad lo aleja cada vez m¨¢s de la comprensi¨®n del com¨²n de los mortales.
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