Medio bill¨®n por Rumasa
MIENTRAS EL candidato Ruiz-Mateos hace campa?a para las elecciones europeas, los espa?oles hemos sabido que la aventura Rumasa ha costado medio bill¨®n de pesetas a los contribuyentes. En efecto, cuatro a?os despu¨¦s de la expropiaci¨®n del holding, y casi ultimada la reprivatizaci¨®n de las empresas del grupo, el coste total de la misma puede cifrarse en unos 500.000 millones de pesetas, resultado de restar los fondos obtenidos de la venta de las empresas (65.000 millones) y los 100.000 millones ingresados en las arcas de la Seguridad Social y la Hacienda, de los 660.000 millones invertidos por la Administraci¨®n en el saneamiento de las empresas.?Mucho dinero? Depende de c¨®mo se mire. A menudo se suele olvidar el origen del problema Rumasa: la absoluta heterodoxia de su fundador, un self made man que hizo mangas y capirotes de toda la legislaci¨®n mercantil espa?ola. En el momento de la expropiaci¨®n, el d¨¦ficit contable patrimonial del grupo se elevaba a 260.000 millones de pesetas, mientras sus p¨¦rdidas acumuladas ascend¨ªan a 346.000 millones y sus deudas frente a terceros a 1,08 billones de pesetas. S¨®lo en 1982, las p¨¦rdidas del grupo fueron evaluadas por Arthur Andersen en 100.000 millones, y el grupo estaba metido en una cuesta abajo imparable.
Pero si la situaci¨®n era desastrosa, contin¨²a siendo una interrogante el acierto en la elecci¨®n de la medicina empleada. Es m¨¢s que dudoso que factores de improvisaci¨®n, y hasta de acaloramiento pol¨ªtico, no influyeran en la medida expropiatoria. Y es m¨¢s que discutible que no existieran otros caminos, menos perjudiciales para el erario p¨²blico, y en definitiva para los ciudadanos, a los que el asunto les ha costado una media de 50.000 pesetas por contribuyente.
El balance de la operaci¨®n ofrece claroscuros, comenzando por la oportunidad de la expropiacion misma, a la que se recurri¨® para acreditar una firmeza sin fallas, tal vez muy rentable en t¨¦rminos pol¨ªticos pero discutible desde una perspectiva de eficacia econ¨®mica. Especialmente teniendo en cuenta que se renunci¨® a la previa utilizaci¨®n de otras posibles medidas de presi¨®n contra la resistencia de Ruiz-Mateos a autorizar las auditor¨ªas, como por ejemplo la exclusi¨®n de los bancos del grupo del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos e n tanto no se realizasen esas auditor¨ªas. Tambi¨¦n es discutible la decisi¨®n de reprivatizaci¨®n de todo el grupo. Pero aun admitiendo ese principio, resulta injustificado el mantenimiento de la determinaci¨®n de devolver a los depositantes la totalidad del principal con sus intereses. Hubiera resultado aconsejable hacer asumir a los depositarios una parte, al menos, del riesgo inherente a toda operaci¨®n mercantil.
La prioridad otorgada por el Gobierno al criterio de actuar con rapidez fue el motivo de algunos de los errores cometidos, en el proceso, el m¨¢s clamoroso de los cuales ha sido el de Hispano Alemana de Construcciones. Con el dinero p¨²blico entregado a los diversos adjudicatarios se habr¨ªa conseguido una empresa fuerte y saneada manteni¨¦ndola en la esfera p¨²blica, simplemente poniendo al frente de la misma a un gestor adecuado. Pero de ah¨ª a hablar de corrupci¨®n en el proceso reprivatizador media un abismo. Algunas gentes, reci¨¦n llegadas a las t¨¦cnicas contables, se han empe?ado en ver fantasmas donde no los hab¨ªa. Por ejemplo, cuando se se?alan las diferencias entre acuerdos del Consejo de Ministros adjudicando empresas y la firma del correspondiente contrato ante notario. En ese ¨ªnterin, generalmente de varios meses, las empresas segu¨ªan funcionando, y por tanto perdiendo dinero en la mayor¨ªa de los casos, de forma que era preciso actualizar las cifras a la misma fecha de la firma del contrato, como ya se hac¨ªa constar en los acuerdos del Consejo. Por lo dem¨¢s, la argumentaci¨®n de que algunas empresas se han regalado suena a broma. No s¨®lo por la existencia de una comisi¨®n amplia y heterog¨¦nea como garant¨ªa de la limpieza del proceso, sino porque, dada la situaci¨®n de la mayor¨ªa de las empresas, ¨¦stas se han vendido como se ha podido, despu¨¦s de sanearlas.
Lleno de claroscuros, en sus or¨ªgenes y en sus resultados, el caso Rumasa no pasar¨¢ a la historia como una manera ejemplar de gobernar, pero s¨ª como un paradigma de especulaci¨®n empresarial por parte del creador del imperio. La pregunta de si era necesario gastar tanto dinero p¨²blico en salvar tantas torpezas de ¨¦ste quedar¨¢ ya, para siempre, sin respuesta.
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