Alabanza y dem¨¦rito de Juan Mars¨¦ por culpa del pubis de Maribel Verd¨²
El novelista catal¨¢n Juan Mars¨¦ descubre los domingos en EL PA?S la personalidad de dos famosos o populares fi¨¢ndose de sus fotograf¨ªas. Resultan, semana a semana, unos brillantes retratos literarios. Sin embargo, esta secci¨®n, Se?oras y se?ores, naci¨® con problemas, y un perspicaz lector, Ferr¨¢n Man Mar¨ªn Mic¨®, los ha captado y desde Gand¨ªa confiesa al ombudsman sus desilusiones.El comunicante cuenta claramente: "He adivinado en la p¨¢gina 28 de Domingo, en la edici¨®n del 26 de abril, una suerte -extra?a, habida cuenta de la seriedad de EL PAIS- de censura, desconozco si practicada desde la alevos¨ªa, el descuido, el despiste de un maquetador o un p¨²dico sentimiento de alg¨²n redactor del peri¨®dico. Se trata de la imagen de la deliciosa actriz Maribel Verd¨², publicada originalmente en la revista Intervi¨² a doble p¨¢gina y a todo color. Las diferencias entre ambas presencias fotogr¨¢ficas son notables ( ... ). El efecto impacto que produce en el lector una imagen pol¨ªcroma es bien distinto al producido por esa misma imagen reproducida en tonos blancos. y negros ( ... ). As¨ª,, o Juan Mars¨¦ es adivino o posee una mirada extraordinaria cuando escribe en EL PA?S que 'Ileva un camis¨®n estricto con tres lacitos y una cadena en el cuello. La piel transpira la luminosidad del jacinto que la adorna".
Sin embargo, de este tema lo que parece preocuparle m¨¢s a Mar¨ªn Mic¨® es que la foto original en color del semanario, cuyo autor es C¨¦sar Lucas, no fue publicada ¨ªntegramente en el diario, donde se evitaba "la prolongaci¨®n del espl¨¦ndido cuerpo de Maribel Verd¨², una culotte tenuemente rosada que deja entrever parte del vello p¨²bico, celosamente guardado por las piernas brevemente cruzadas con medias un palmo por encima de la rodilla; cuerpo coronado por un gr¨¢cil osito de peluche. Tengo la impresi¨®n de que, arbitrariamente, EL PA?S nos ha hurtado el pubis de Maribel Verd¨², su contemplaci¨®n quiero decir. Y al leer la secci¨®n de Mars¨¦, creo que su autor tampoco lo ha contemplado, o cuando menos lo disimula bien cuando se refiere a la postura de Maribel Verd¨² ( ... ). En cualquier caso, me permitir¨ªa recomendarles que esta secci¨®n, en la que tan importante resulta la imagen, fuera trasladada al entra?able color¨ªn El Pa¨ªs Semanal, lo cual posibilitar¨ªa un mayor disfrute de los trabajos de Juan Mars¨¦ por las razones ya referidas. En lo relativo al pubis de Maribel Verd¨², o a lo que de ¨¦l se intuye en la reproducci¨®n de EL PA?S, bueno ser¨ªa que se publicara la foto tal cual fue publicada, como gesto cordial de reconciliaci¨®n con quienes, como el que firma, hemos visto el peri¨®dico s¨²bitamente presa de un ataque, en cualquier caso, de censura moral".
No hubo censura
El defensor del lector ha pasado la queja a la subdirectora de la edici¨®n dominical, Soledad Gallego-D¨ªaz, quien reconoce que ilustrar los art¨ªculos de Juan Mars¨¦ se ha convertido en aut¨¦ntica pesadilla, y, nos explica el proceso que hasta ahora se segu¨ªa: "Mars¨¦ escribi¨® sus comentarios fij¨¢ndose en fotograf¨ªas que publicaron en su momento distintos medios, y que nos ha enviado cuidadosamente recortadas. El archivo fotogr¨¢fico intent¨® localizar esos originales para comprarlos, pero tropez¨® con m¨²ltiples dificultades. Intentamos corregir la situaci¨®n aconsejando a Mars¨¦ que utilizara exclusivamente fotograf¨ªas que ya se encuentran en el peri¨®dico, y con este fin le enviamos una amplia colecci¨®n de los personajes cuyo perfil ten¨ªa previsto escribir. En algunos casos, sin embargo, o bien no ten¨ªamos el personaje deseado, o bien nuestras fotos eran poco sugerentes para el escritor".
"En el caso de Maribel Verd¨²", aclara Gallego-D¨ªaz, "no existi¨® ninguna censura por nuestra parte. Efectivamente, Juan Mars¨¦ debi¨® inspirarse en una fotograf¨ªa de cuerpo entero publicada por la revista Intervi¨², pero a nosotros nos envi¨® s¨®lo el recorte de la parte superior. Cuando intentamos comprar la foto original, la propia revista nos envi¨® la vista parcial de la actriz. Estoy de acuerdo con el lector en que no deben censurarse ni textos ni fotos, pero reivindico al mismo tiempo el derecho del peri¨®dico a decidir exactamente qu¨¦ tipo de fotograf¨ªas quiere difundir. Si EL PA?S no hubiera deseado publicar la imagen desnuda de Maribel Verd¨², no la habr¨ªa censurado. Simplemente, habr¨ªa elegido otra foto, previo acuerdo con Juan Mars¨¦. Tomo nota, por otra parte, de la petici¨®n del se?or Ferr¨¢n en el sentido de que los art¨ªculos de Juan Mars¨¦ pasen al magazine en color, lo que sin duda, le hubiera permitido apreciar mejor los 'suaves p¨¢rpados azulosos' de Maribel Verd¨². Aunque quiz¨¢ su lectura dejar¨ªa entonces de exigirle ese ejercicio de imaginaci¨®n, mucho m¨¢s estimulante y produttivo a que se ve sometido ahora todas las semanas".
Juan Mars¨¦ responde
Por su parte, Juan Mars¨¦, autor de la comentada secci¨®n Se?oras y se?ores, escribe al lector a trav¨¦s del ombudsman y le anuncia que los problemas parecen resueltos: "Ahora trabajo mis retratos sobre fotografilas en blanco y negro que me env¨ªa EL PA?S. El de la se?orita Maribel Verd¨² lo realic¨¦, en efecto, fi¨¢ndome de una fotograf¨ªa publicada en la revista Intervi¨², en color, y ciertamente su reproducci¨®n en el peri¨®dico dejaba un Poco que desear, por cuanto el encuadre -seguramente a fin de aproximar el rostro, de ampliarlo amputaba los muslos de la se?orita en cuesti¨®n. Quiero suponer, en contra de lo que piensa el se?or Mar¨ªn Mic¨®, que no se trata de un caso de censura moral de parte de EL PAIS. Simplemente, como ya he dicho antes, se ha querido ampliar el centro de la imagen -el rostro- en perjuicio de lo otro. No oculto que en la intenci¨®n de este retrato fisiol¨®gico hab¨ªa mucha sensualidad, pero creo que en la mirada del se?or Mar¨ªn Mic¨® hay todav¨ªa m¨¢s...".
"De todos modos", reconoce el novelista, "no he de negar que hab¨ªa que haber respetado el formato de la foto, dando las piernas de la se?orita Verd¨² al lector-mir¨®n -aun a riesgo de que se resintiese la nitidez del rostro-, del mismo modo que se las da el texto. Comprendo que al lector le resulte chocante percibir en el texto ciertos elementos o detalles f¨ªsicos, descritos a veces minuciosamente, que luego la imagen le escamotea ( ... )". "En resumen", finaliza Mars¨¦, "creo que el se?or Mar¨ªn Mic¨® , cuya atenta carta yo quiero agradecer aqu¨ª, y m¨¢s sus inmerecidos elogios por mi trabajo, se le puede asegurar que no hab¨ªa mala intenci¨®n en lo sucedido -repito que as¨ª lo creo yo- y -que se debi¨® simplemente a un fallo t¨¦cnico. Bastar¨ªa, para que no volviera a ocurrir ning¨²n corte de censura, que alguien en el peri¨®dico se leyera atentamente los retratos literarios, comparara sus elementos con los de las fotos y antes de encuadrar ¨¦stas para su publicaci¨®n obrara en consecuencia, evitando cortar una pierna o un brazo que tal vez dan mucho juego en el texto. Pero yo supongo que eso ya lo hace el peri¨®dico. Naturalmente".
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